La papa chilota
Sábado 23 de febrero de 2019, edición N°824
Conocí Chiloé en septiembre del 98. Tres amigas en bus, hostal, lluvia a cántaros, salmón, erizos, papas... muchas papas, papas de colores, esas que después se empezaron a promover, llegaron a los supermercados, salieron de ellos, se difundieron con las Tika y que hace rato se clavaron como una bandera de esa mágica y poderosa isla.
Vengo llegando y me creo papa. ¡Qué cosa más buena! Y qué lindo fue verlas en todos lados. Mallitas para llegar y llevar, un placer que por supuesto tiene que ver con el sabor y la estética, pero sobre todo con lo local, la dicha del producto nativo, simbólico. En plena ciudad estar allá o al menos conectada. Lo mejor es que ahora existe Chilcoop, cooperativa de 12 mujeres agricultoras de Puchilco, en Puqueldon, que siembran, cosechan y venden papas chilotas y que desde hace muy poco llegaron a Santiago con sus productos, distribuidos por @chiloeentumesa (Tel. 96488 2151) con comercio justo. Por estos días tienen michuña negra, roja y blanca, malla de tres kilos por $5.000. Se piden, arregla punto de entrega y ya está.
Es un poco ridículo hablar de qué hacer con ellas porque es papa finalmente. Pero igual:
Papas mayo. Cazador, restaurante de Castro, grita sabor, origen, caza y casa. Comí pejerreyes fritos –impecables– con papas chilotas mayo y salicornias encurtidas. Tan simple como hervirlas y una vez frías mezclarlas con una buena mayo, casera sí o sí.
Horno. Abiertas por la mitad en fuente con aceite de oliva y ajos. Pueden echar los polvos que quieran pero no sal, porque soltará agua y no las dorará. Ideal con el grill, si no, horno fuerte y van moviendo. Al final sal gruesa y la gloria.
Rosti. Rallan las papas, las aplastan como si fuera una hamburguesa flaquita y a la sartén hasta lograr costra por ambos lados. @raqueltelias
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