Relación inquebrantable

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A mano, a pulso, donde ninguna pieza es igual a la otra. Donde cada cerámica concentra el sentimiento de su alfarero. Aquí seis representantes de una práctica que expone diferentes técnicas, materiales y estilos, pero concentra el valor de lo único e irrepetible.




CONSTANZA AMARAL. La inquietud por trabajar con las manos nació de su infancia en Pirque, donde mantuvo un permanente contacto con la naturaleza, integrando la tierra en su cotidiano. "Fue por eso que a mis 21 años descubrí la arcilla y sentí que esta me dio una forma auténtica de expresión que me permitía mucha libertad", afirma. Así decidió explorar la cerámica, práctica que mantiene hasta los 37 años que tiene hoy mientras trabaja la técnica del raku, donde cada pieza se saca incandescente del horno y luego se reduce con material orgánico. "Mi trabajo es una constante búsqueda donde la inquietud de la identidad y el oficio son un desafío constante. Junto con el proceso de observación de la naturaleza y sus ciclos, modelo formas simples y orgánicas como es la serie de "Torsos y cabezas", donde la estructura de los árboles me llama profundamente la atención fusionada con expresión del cuerpo", cuenta. Todo es trabajado en arcilla y termina con la quema de raku con resultados sorprendentes que introducen craquelados, ahumados y plateados a cada pieza.

Hoy Constanza canaliza su trabajo por varias vías como la Galería La Sala, además de hacer proyectos de casas, oficinas y hoteles junto a decoradoras. "Por ahora estoy realizando una vajilla completa para un restaurante de comida japonesa, donde me dieron la libertad de diseñar una vajilla de autor donde comer en ellas es una atractiva experiencia", cuenta. Su trabajo exuda el arte de la simpleza, "el arte de entrar al taller y crear en silencio fragmentos de uno donde el tiempo se detiene. Donde se refleja el instante, mis emociones y sensibilidades, lo que ha significado para mí gran alegría y gratitud", concluye. constanzaamaral.com /

constanza.amaral@gmail.com

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DIEGO DE TEZANOS PINTO. Luego de estudiar arquitectura, sin terminar la carrera, Diego tuvo que ver por dónde seguir. Le gustaba trabajar con sus manos y tras una temporada en el sur de Chile, Catalina Vial Cosmelli lo invitó a tomar clases de cerámica. Desde ahí lleva hasta la fecha dos años metido en el taller de la fuente de oficios de María Luisa Álamos. "Mi trabajo es principalmente cosas utilitarias y algunas formas de decoración para la casa; el próximo año quiero inspeccionar con esculturas y salirme un poco de lo redondo perfecto. Específicamente trabajo con arcilla de la casa del ceramista o pasta gringa, y en algunas piezas mezclo con madera", cuenta.

Diego, a sus 26 años, lo tiene claro, sabe que con su trabajo promueve el demostrar que también se puede vivir de un oficio. "Es más difícil, ya que uno tiene que trabajar el doble, pero siempre con perseverancia las cosas salen muy bien", concluye. @ceramicas_artezanos / diegotezanos@gmail.com / T 569 88276409

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ISIDORA JARPA. Desde muy chica tenía la intención de hacer objetos que fueran igual a la naturaleza. Por lo mismo le intrigaba endurecer flores para hacer joyas o imaginaba botones de piedritas. En esa búsqueda encontró la cerámica, la cual cumplió con ser la mejor forma de llevar a cabo sus ideas. "Los resultados no buscan la perfección, ya que los objetos de cerámica tienen un potencial infinito para desarrollarse creativamente en su producción. Así, mientras trabajo mi cabeza se llena de ideas y las manos de fuerza creativa", cuenta.

Con 26 años de edad, y el título de diseñadora de vestuario, Isidora cuenta que hace ya más de diez años comenzó a ir talleres y cursos de cerámica. "Al terminar la universidad hice un diplomado en la Universidad Católica de figura humana, ahora estoy en el taller Huara Huara estudiando formulación de pastas y esmaltes", cuenta.

Hace dos años Isidora tiene la marca MIJO, "un proyecto del cual he aprendido bastante, ya que la constante producción te instruye completamente debido al ensayo, error y observación durante todo el proceso creativo", cuenta.

Con un oficio honesto y espontáneo de relación directa entre sus ideas y sus manos, lo que más la hace feliz en la cerámica es ver cómo nacen las formas, "al estar torneando, comienzo a observar el comportamiento del material y cómo el movimiento circular ayuda a que fluyan las ideas de lo que quiero formar y crear. El material habla por sí solo", afirma.

Isidora trabaja con cerámica gres, distintos tipos de pastas y porcelanas, además de promover el slow design. "Eso significa tener en cuenta a las personas con la naturaleza, trabajar con materia prima noble y hacer objetos únicos, contraponiendo la inmediatez y velocidad de la vida actual, lo que influye en la manera que comemos, pensamos y utilizamos el espacio", nos cuenta.

Actualmente su pieza favorita son los maceteros, "las plantas combinan de manera perfecta con esta materia prima, en su color, forma y su función ornamental aportando al bienestar y al espacio doméstico", concluye. @mijo.ceramica / mijo.ceramica@gmail.com

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JOSÉ DOMINO PRADO. Cuando estudiaba diseño en la universidad sólo le gustaron los dos primeros años porque tenía taller manual. Una vez que le incorporaron computación José Domingo se aburrió. "Busqué algo que hacer y encontré la Escuela de Artes y Oficios del Fuego, había un plan común de cerámica, vidrio y joyería, después elegías tu especialidad. Yo entré por el vidrio pero al final me decidí por la cerámica", cuenta.

Reconoce que no hubo enamoramiento espontáneo, le tomó cerca de siete años convencerse, "siempre digo que la cerámica me eligió a mí, no yo a ella", suma.

Después de estudiar se fue como practicante al taller de Francisco Olivares, en Colina. "Me quedé tres años trabajando con él, aprendí mucho. Después formé mi taller. El 2013 me fui a Japón a trabajar en el equipo del ceramista Ryota Aoki, estuve siete meses en eso, muy buena experiencia, cambió completamente mi mirada sobre el oficio", cuenta.

Hoy con 34 años de edad cuenta con una línea utilitaria de cerámicas que se basa en líneas y curvas, "objetos livianos que sirvan de soporte para esmaltes notables", explica. La línea artística o escultórica está abierta a cualquier posibilidad. "La cerámica da demasiadas posibilidades, por eso no creo que sea bueno definirse. Estoy constantemente probando nuevas ideas", suma.

José Domingo trabaja con arcillas españolas, donde algunos materiales los trae de Estados Unidos y otros son materias primas locales. "Hay una relación íntima con un material tan especial como es la arcilla. Hay un constante diálogo que sirve como espejo y que lleva al autoconocimiento, o más bien dicho al re-conocimiento personal. Hago clases de torno y mis alumnos entienden que la técnica no es suficiente, tienes que conocer y comprender el material y eso es precisamente conocer y comprenderse a uno mismo", explica.

El ceramista japonés Akiyama Yo es quien lo sigue sorprendiendo y le es inevitable, cada vez que ve una pieza de él, preguntarse el cómo lo hizo. Lo confiesa: es probable que esta vida no alcance para agotar las posibilidades con la arcilla y el fuego pero se considera más bien un espectador y un transmisor y ejecutor de ideas. "Es algo que va más allá del 'yo soy', concluye. @pradoceramics / jdpceramicas@gmail.com

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MILENA VODANOVIC. A la periodista Milena Vodanovic aún le cuesta considerarse ceramista. Se siente una aprendiz en un proceso que no tiene punto final. "Todo comenzó hace quince años, cuando inicié clases con Lise Moller. Estuve en su taller las tardes de los miércoles por tres años y me enamoré del oficio. Recuerdo no poderme dormir pensando en qué formas ensayaría la semana siguiente o cómo esmaltaría una fuente", cuenta. Pero el trabajo periodístico es exigente y demandante, así lo vivió cuando la nombraron directora de la revista Paula y tuvo que abandonar la cerámica.

Pero hace cuatro años decidió que era tiempo de ir rompiendo esa dinámica y tomó clases en el Taller Villaseca los sábados. "A poco andar inicié clases de torno con José Domingo Prado, quien es mi maestro hasta hoy. Entre medio, en 2015, renuncié a mi trabajo en Paula y el oficio cerámico se abrió espacio en mi vida con fuerza. Arrendé un taller, me compré un torno y un horno, fui definiendo mi propia línea de trabajo bastante intuitivamente y ahora estoy vendiendo en ferias y por encargo a través del mail e Instagram", afirma, a lo que suma, "la formación es permanente, no se puede descuidar. En 2014 tomé un taller de torno con Richard Pethean, en Inglaterra, y este año sumé a las clases con José Domingo otras con Trinidad Correa, porque sentí que tenía que ampliar mis registros y recordar la construcción enteramente a mano, algo que tenía un poco olvidado".

Trabaja en gres porque quería dibujar en arcilla. Pero también fue una limitación la que abrió el espacio: "Yo no había desarrollado mis propios esmaltes y solo tenía el esmalte transparente. Entonces dibujar en arcilla fue un camino para buscar algo diferenciador y de mayor involucración ante una limitación en mi rango de esmaltes", explica.

Para Milena hacer cerámica ha sido un aprendizaje constante y un espacio de autoconocimiento más poderoso que un coaching. "Es un oficio que te enfrenta permanentemente a la frustración, te obliga a la perseverancia y logra sacar de ti capacidades creativas que ni sabías que tenías. Es duro, es inclemente, no perdona los errores, pero cuando las cosas salen bien la retribución es gigantesca. A mí me fascina. Es una compañía, es paz, es trabajo silencioso y cariñoso.

Siento que todo eso se trasmite en las piezas que uno construye. Y si me preguntas qué es lo que promuevo, si es que promuevo algo, es eso: el infinito valor de lo hecho a mano. Su cualidad única, humana. Venimos haciendo cacharros de greda desde la prehistoria y hasta el día de hoy cada pieza es infinitamente universal y tremendamente particular al mismo tiempo", concluye. milenavodanovic@gmail.com / @milenavodanovic

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PALOMA AMAYA. A Paloma desde niña le gustan las manualidades. Estudió varias disciplinas como arte, ilustración y teatro hasta que conoció a la ceramista Lourdes Salgado, quien le ofreció tomar un taller. Ese fue el punto de despegue que complementó con más estudios en la materia abordados de forma casi obsesiva, aprendiendo a punta de ensayo y error. "Me gusta mucho crear personajes y que estos tengan unalenguaje propio. Que se puedan expresar y narrar historias. Busco que cada objeto se pueda identificar como algo de mi autoría, pero también espero que las personas puedan identificarse con ellos también y hacerlos parte de su cotidiano. Que le den un significado propio al llevárselos ya sea para ellos mismos o para regalárselo a alguien que les importa", cuenta. Lo último que hizo fue aprender a trabajar la porcelana en el taller que dicta la artista Francisca Valdivieso.

El talento viene de su abuela paterna, a quien siempre la vio haciendo manualidades, actividad fomentada por sus padres a través de exposiciones de arte y la música. Hoy Paloma promueve el trabajo creativo y artístico libre, fuera de los estándares que exige el arte. "Creo que la cerámica me regaló un espacio lejos de la frustración de cuando vivía preguntándome el 'porqué' antes de hacer. Creo que aquí, o al menos para mí, pasa un poco al revés, y cada vez que hago clases trato de incentivar a los alumnos a que se atrevan a crear sin prejuicios y sobre todo a no tenerle miedo al proceso y a disfrutarlo. Ahí es donde se expresa mejor la imaginación y uno lo pasa bien", afirma.

Actualmente Paloma trabaja con cerámica esmaltada de baja temperatura, porcelana, terracota, también con arcillas de secado al aire y arcilla polimérica. El ser ceramista le ha significado poder vivir de lo que hace y al mismo tiempo poder entregar algo que disfruta hacer. "Es algo que superó todas mis expectativas de cuando era chica, cuando me preguntaban '¿qué quieres ser cuando grande?', y aquí estoy, siendo feliz y disfrutando del momento", concluye. @palomailustradora / F palomailustradora

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