Honda CB300R: Cuando las emociones salen de la clandestinidad...
Descubierta, viva, diferente. La Honda CB300R es dueña de una belleza tan especial que viaja entre lo pasado, revolotea el futuro y hace una parada por ahí para recibir pincelazos industriales. ¿Qué es todo eso? Una moto bien única y al alcance de muchos.
Esta moto muestra credenciales que dicen ubicarla en la muy vigente tendencia del Neo Sport Café. Y esto significa que posee tecnología de vanguardia, momentos de armado y hechura que vemos en motos más grandes, reacciones muy despiertas y vivas, además de un look que la vincula con los momentos más clásicos del vintage cincuentero. Tres modos, tres tiempos, tres visiones en una sola moto. Esto que a todas luces resulta casi épico demanda un oficio comprobado a todo fabricante que se involucre en semejante esencia intertemporal. Y Honda, por cierto, lo tiene.
Y un instante donde sale a corroborar esto es en el sello propio que la CB300R consigue desarrollar aun teniendo el mismo motor de su pariente de cilindrada: la CBR300R, la que lleva carenado y una declarada vocación sport. Y es que una cosa es el parentesco y otra es la personalidad de cada máquina. Las diferencias son elementales: acá no hay carenado, hay una desnudez que deja a la vista el "tórax", tenemos un escape que concurre a diferenciar el sonido. Y atento, tampoco perdamos de vista ciertos guiños a mundos más grandes dentro del espectro motociclístico, como su manillar de acero de sección decreciente montado sobre gomas e incluso la pantalla de instrumentos LCD junto con una iluminación completa de led.
El cierre de su alma está señalado por una esencia diferente desde que nos sentamos hasta que nos bajamos, con posición de manejo y ademanes dinámicos incluidos. Gracias a su bajo peso y la potencia de su motor tenemos diversión garantizada desde que ponemos primera. Los primeros balbuceos nos hablan de dinamismo, de vivacidad pura. No es un llamarazo, ni pretende serlo, pero sí sabremos acerca de una jovencita que hará que aquellos corazones en busca de sus primeras experiencias de adrenalina lo pasen estupendo.
¿Primera moto para alguien que nunca estuvo en las dos ruedas? Sí y no. Sí, porque su peso, altura del asiento, conducción sencilla y ademanes fraternos la convierten en algo sumamente domesticable si la usamos entre la mesura y la recta normalidad. Si esos mismos brazos primerizos salen a buscar algo más allá que el manejo correcto podrían toparse con su carácter marcado por lo deportivo y que en una de esas demande algo de experiencia previa al enfrentar una curva algo "pasado", por ejemplo.
A favor de experimentados y quienes no lo son tanto, está la magnífica puesta a punto de su suspensión, lo bien que se desenvuelve en el asfalto, además de la eficacia de la frenada que sabrá convencer al primer requerimiento y cuyo fundamento de fabricación se basa en un disco hidráulico delantero y trasero con ABS en ambos.
Para quienes transiten de noche hay un muy buen apoyo de la eficacia con que ilumina hacia adelante y a los lados, aunque echamos de menos la existencia de hazzards de emergencia, algo sobre lo cual Honda debe tomar nota y tratar de incluir para así redondear un producto magnífico, tanto en el plano mecánico como en el estético.
Tenerla es motivo de alegría, manejarla es señal de goce sobre el asfalto: suelta, libre, despierta, bella, atractiva. La parte "social" de nuestra prueba y tenencia, que abarcó siete días, nos dio cuenta de su atractivo, de quienes nos preguntaron por ella o simplemente tuvieron un comentario a favor, por lo que muestra, por lo que exhala, por lo que transmite, parada o en movimiento. Su foco retro e industrial a la vez hace acá las veces de portaestandarte de ese Neo Sports Café que la marca declara al presentar uno de sus productos más especiales de la cilindrada medio-baja.
Las veces que me tocó viajar acompañado (una vez con mi esposa, otra con mi hija, ambas mujeres adultas de entre 45 y 51 kilos) no recogí reclamo alguno, al revés. Buen debut y buena nota de la CB300R.
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