Volkswagen Tiguan: un cambio para entrar a la pelea

Volkswagen Tiguan

El SUV Tiguan se echa un refresco para continuar apuntalando las ventas de la marca alemana en el exigente nicho de los familiares.




¿Se acuerda de la primera generación del Volkswagen Tiguan? Cuando apareció en el mercado nacional hace casi una década fue toda una novedad, con un diseño robusto para la época, un concepto crossover que no era muy conocido en ese entonces y una proyección que cautivaba a un segmento de la población por la imagen que daba. Sin embargo, pasados los días y los meses, cuando el enamoramiento se diluía y la lupa obervadora se agudizaba, empezaban a aparecer los defectos. Y no eran pocos. Lo primero que se me viene a la mente es el clásico dicho ni chicha ni limonada. Así no más.

Pero pasó una década para que Volkswagen se replanteara el producto. Una espera de 10 años que bien valieron la pena, pues esta segunda generación tiene las cosas claras. Desde su diseño hasta lo que ofrece, un SUV con todas sus letras.

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Si bien es cierto que el diseño no rompe con el molde, sí hay una notoria evolución, siguiendo la tendencia de diseño mostrada por la firma alemana y que hace hincapié en sus rasgos cuadrados y líneas angulosas que le dan ese aspecto musculoso capaz de andar fuera de pista sin problemas, aunque su enfoque más que todoterreno sea entregar máximo confort de marcha por la ciudad.

Es mucho más grande que la antigua generación ( 270 mm), por lo que más de alguien podría pensar que se trata de un Touareg. Y es que con sus más de 4.700 mm de largo, el nuevo Tiguan es uno de los más grandes de su segmento. Y esa amplitud también tiene relación, porque ahora el nuevo Tiguan viene configurado con tres corridas de asientos en siete de las nueve versiones disponibles en el mercado local. Siete plazas bastante cómodas (aunque las últimas dos son más para niños, ya que son altas y un adulto queda con las piernas bastante dobladas), pero con la opción de que la segunda fila sea corrediza, incrementando un poco el espacio para piernas de los últimos pasajeros o mejorando el volumen de carga del maletero.

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Esa excelente opción le entrega a la marca la posibilidad de ingresar a un segmento que el año pasado tuvo 14 lanzamientos y meterlo de lleno en la pelea de los modelos con esta capacidad, no sólo por lo que ofrece, sino también por su amplia oferta en precios.

El interior fue completamente renovado y por supuesto que estamos frente a un Volkswagen con un diseño funcional y con materialidad que si bien no son premium, sí lo sitúan por sobre varios de la competencia con excelentes terminaciones.

En términos de equipamiento, está muy acorde a los precios, e incluso podría estar dos peldaños por encima del resto. Viene con un sistema de infoentretenimiento completo, compatible con con Android Auto y CarPlay y de accesos sin tanta complejidad.

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Respecto de la versión testeada del Tiguan, se trata del motor 1.4 litros TSI de 150 Hp asociado a una transmisión automática de doble embrague de seis cambios (DSG), una de las mejores combinaciones del mercado. Y a pesar de que la marca ofrece otros motores más grandes y con mayor potencia, para nosotros con esto basta y sobra. La respuesta del motor es muy buena y la caja trabaja a un rango de revoluciones que baja el retraso del turbo.

Ahora bien, si en caminos citadinos anda bien, donde mejor podemos comprobar de lo que está hecho el Tiguan fue en pista. Y ahí mostró su ADN de Wolfsburg​​o, con una calidad de plataforma increíble y un equilibrio en su peso. El modelo va completamente pegado al pavimento, se siente muy estable, incluso a altas velocidades, casi no tiene vaivenes de la carrocería y la dirección, aunque un poco asistida a mi gusto, se logra dominar y sigue las indicaciones de quien está al volante. No es un deportivo, pero satisface a quien busca sensaciones.

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