Chofer cambia su versión y confiesa: "Quemé los cuadernos"
Óscar Centeno, que escribió una suerte de bitácora de la corrupción en la era kirchnerista, había dicho que conservaba los cuadernos. También se conoció la identidad del hombre que entregó los textos al diario La Nación.
Como El Mecanismo, la serie de Netflix sobre la corrupción en Brasil, pero también como una película de Woody Allen. Así, ha sido hasta ahora la trama que quedó al descubierto esta semana en Argentina, después de que el diario La Nación revelara el contenido de ocho cuadernos que dan cuenta de una enorme red de coimas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015). Sin embargo, Óscar Centeno, el chofer que anotó las fechas, los montos y el destino de las entregas del dinero negro, ha caído en contradicciones y cambió su versión original.
"Los tengo yo", respondió Centeno el jueves, cuando el fiscal Carlos Stornelli le preguntó por los llamados "cuadernos K". Pero al rato, según da cuenta La Nación, el chofer -que durante años trabajó para Roberto Baratta, el "número dos" del entonces poderoso ministro de Planificación, el kirchnerista Julio de Vido- cambió su versión y comenzó a especular sobre la posibilidad de que su mujer los hubiese tomado. Entonces, Stornelli, con la paciencia al límite, ordenó un allanamiento.
Al llegar a la casa del chofer, su pareja preguntó incrédula: "¿Qué cuadernos"? Acto seguido, el taxista se dirigió a su ropero para revisar si estaban ahí. "¿No te acordás que los habías quemado?", insistió la mujer. "Sí", respondió Centeno, mirándola a los ojos. La policía intentó dar con el paradero de los cuadernos en el inmueble, pero finalmente no encontró nada. "Yo no los tengo", se excusó Centeno, que sí ratificó que fueron escritos por él durante casi una década.
Al día siguiente, el juez federal Claudio Bonadio también estaba con la paciencia a tope e incluso dispuesto a no otorgar a Centeno la figura de "arrepentido" que le otorga una serie de beneficios. En ese momento se pensó que el chofer intentaba engañar a la justicia. Pero en su declaración final, el hombre de las bitácoras lanzó una inesperada confesión: "Quemé los cuadernos en la parrilla del fondo de mi casa". Según La Nación, dijo que en ese momento estaba solo y que eso fue en mayo.
¿Cambio de identidad?
Esa misma noche, Centeno fue excarcelado y de acuerdo con el diario Clarín, ya "pasó su primera noche como testigo protegido en un domicilio reservado y con custodia policial". La figura a la que se acogió fue la de "imputado colaborador" y no se descarta que se le otorgue una nueva identidad por temor a represalias.
De acuerdo con Clarín, "hay por delante un año para corroborar los dichos del chofer sobre el circuito de coimas, que ascenderían a 160 millones de dólares".
Junto a otros 35 imputados, Centeno está acusado de asociación ilícita como parte de una red integrada por empresarios que entregaban periódicamente valijas con dinero en efectivo a funcionarios kirchneristas a cambio de licitaciones en los sectores de obras públicas y energía. Desde el miércoles se han concretado 16 arrestos, la mayoría empresarios y 18 indagatorias, incluida una contra Cristina Kirchner, actual senadora.
Según la imputación del fiscal Stornelli, la red operaba de la siguiente manera: De Vido y Baratta eran los organizadores, mientras Néstor y Cristina Kirchner serían los grandes beneficiarios. Mientras todo aquello ocurría, Centeno apuntaba en sus cuadernos, aparentemente por temor a que en algún momento Baratta decidiera despedirlo.
En medio de este torbellino, Diego Cabot, el periodista y editor de La Nación que destapó el caso, se vio obligado a sacar a la luz al hombre que le entregó los cuadernos de Centeno. Se trata de Jorge Bacigalupo, un expolicía de 73 años y actual testigo clave de la causa.
"Estaría arrepentido si no hubiera hecho lo que hice", le dijo Bacigalupo a Cabot. "Un día (Óscar Centeno) me trae una caja cerrada y me dijo: 'Por favor, guárdame esto'. Yo le pregunté: '¿Qué hay acá adentro?'. Y me dijo que eran anotaciones de él, de su trabajo en el ministerio con Baratta". Bacigalupo contó que en su momento le insistió a su amigo para que revelara todo a la justicia y como se negó, decidió entregárselos a Cabot en enero, porque sabía que él era el autor del libro Hablen con Julio, que desnuda la corrupción de la era K.
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