El perro Commander de Biden se une a una larga lista de mascotas traviesas de la Casa Blanca
Los dramas con animales anteriores incluyen morder a periodistas y rasgarle los pantalones a un embajador francés y a un primer ministro británico.
Es un viaje corto desde la Casa Blanca hasta la caseta del perro.
Commander, la última mascota presidencial en aparecer en los titulares por su comportamiento de morder, está siguiendo las huellas de muchos habitantes de cuatro patas desterrados del 1600 de la Avenida Pennsylvania.
El pastor alemán de dos años con un historial de mordisquear a agentes del Servicio Secreto “no se encuentra actualmente en el campus de la Casa Blanca”, dijo la Casa Blanca el jueves. El Servicio Secreto no tiene un recuento completo de los incidentes, señaló un portavoz de la agencia. Commander fue removido mientras la familia evalúa los próximos pasos.
El otro perro de los Biden, Major, también pastor alemán, fue enviado a Delaware en 2021 por sus propios problemas de mordeduras.
El presidente Joe Biden y la primera dama Jill Biden “siguen agradecidos por la paciencia y el apoyo del Servicio Secreto de Estados Unidos y de todos los involucrados, mientras continúan buscando soluciones”, según Elizabeth Alexander, directora de comunicaciones de la primera dama.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, se negó a decir dónde habían llevado a Commander.
Jean-Pierre aseguró que el perro nunca la había mordido. “He visto a Commander muchas veces. Nunca estuve preocupada”, señaló.
A pesar de toda la alegría que las mascotas presidenciales han traído a las familias de la Casa Blanca, también han creado su parte de drama.
Durante la presidencia de Theodore Roosevelt, de 1901 a 1909, la Casa Blanca fue el hogar de seis niños y una colección de mascotas, entre ellas una hiena, un cachorro de león y un tejón que, según el hijo del presidente, nunca mordía la cara, sólo las piernas.
El tejón fue entregado a Roosevelt en un discurso presidencial, según Andrew Hager, historiador residente del Museo Presidencial de Mascotas.
“El tejón mordió a Roosevelt una vez, pero pensó que era divertido”, dijo Hager. “Aunque al final tuvo que ir a un zoológico”.
Roosevelt también tenía un perro, Pete, que mató a cuatro ardillas, lo que angustió a la familia. Pete se hizo un nombre mordisqueando y persiguiendo al personal de la Casa Blanca, a los agentes de policía y a los dignatarios visitantes.
Pete persiguió a un embajador francés y le rasgó los pantalones, dijo Hager. Eso le valió un viaje a una granja de Virginia para volver a capacitarse. Cuando Pete regresó, persiguió a un oficial naval. Eso hizo que lo trasladaran permanentemente a la finca familiar en Sagamore Hill en Nueva York.
El perro más famoso de Franklin D. Roosevelt, Fala, era un terrier escocés inmortalizado en una estatua de bronce que se encuentra en el Memorial Franklin Delano Roosevelt en el National Mall en Washington, D.C. Los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial pedían el nombre del perro de FDR como contraseña.
Roosevelt tenía otras mascotas que no se portaban tan bien, comentó Hager, quien escribió “All-American Dogs: A History of Presidential Pets from Every Era”, publicado el año pasado.
Uno de ellos era un pastor alemán, coincidentemente llamado Major, que rasgó los pantalones del primer ministro británico al intentar morderlo, recordó Hager. Otro perro de Roosevelt, éste perteneciente a su esposa, mordió a un periodista en la nariz durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca.
Dwight Eisenhower tenía un Weimaraner que fue enviado a la granja familiar en Gettysburg, Pennsylvania, después de orinar en una alfombra que entonces valía 20.000 dólares, según Hager.
Barney Bush, el terrier escocés que hacía compañía a George W. Bush en la Casa Blanca, tenía un sitio web, Barney.gov, que se puede consultar hoy en formato archivado. Apareció en videos navideños de la primera familia, aunque Jenna Bush Hager, la hija de Bush, dijo que Barney “era un verdadero imbécil”.
Barney fue captado en video en noviembre de 2008 mordiendo el dedo de un periodista de Reuters que se arrodilló para acariciar al perro, que estaba paseando.
John F. Kennedy tenía ponis. Calvin Coolidge tenía un mapache, según el historiador Andrew Hager, que no está relacionado con la familia Bush. Bill Clinton tenía un gato blanco y negro llamado Socks, que no estuvo muy contento cuando la familia adoptó más tarde un labrador chocolate llamado Buddy.
“Los gatos tienden a actuar solos y no aparecen en las conferencias de prensa”, afirmó Hager. “No es que no se comporten mal, es que a menudo pasa desapercibido”.
En 2009, el senador de Massachusetts Ted Kennedy y su esposa regalaron un perro de agua portugués de seis meses a la familia Obama como compañero de Malia y Sasha, entonces niñas que crecían en la Casa Blanca. Ese perro, Bo, no fue problemático, pero Hager dijo que se rumoreaba que su segundo perro de agua portugués, Sunny, tuvo un accidente afuera de una oficina utilizada por el expresidente Barack Obama.
Hay muchas más historias anecdóticas sobre animales de la Casa Blanca que se portan mal, pero no siempre es posible saber si son ciertas, indicó.
“Probablemente haya muchas más historias divertidas que malas. Pero las buenas mascotas no hacen muchas noticias”, dijo Hager.
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