Europa Central y su privilegiada situación en la batalla contra el coronavirus
Esta región goza de bajas cifras de contagios y muertes en comparación a la de países más occidentales. Eslovenia declaró el fin de la pandemia. Según los expertos, hay un factor relacionado a las medidas, pero también hay “suerte”.
“Hoy Eslovenia tiene la mejor situación clínica en Europa, lo que nos permite poner fin al estado epidémico”, declaró el jueves pasado el primer ministro Janez Jansa. Con ello, el gobierno esloveno puso en marcha la apertura de las fronteras del país a los residentes de la Unión Europea. Aunque tres días después el gobierno optó por un enfoque más gradual de la apertura, se trata de una importante señal hacia el resto de Europa el dar por finalizada la pandemia.
Este país de dos millones de habitantes, cuenta con 1.468 casos de Covid-19 y 106 muertos. La situación de este país, ubicado en Europa Central y que incluso comparte frontera con Italia, es favorable y una suerte de ejemplo del panorama que viven la mayoría de los países ubicados en esa región.
Incluso las naciones más afectadas de Europa Central y del Este tienen tasas de infección y mortalidad por habitantes mucho más bajas que los países de Europa occidental. Eslovaquia, por ejemplo, ha registrado solo 1.502 casos confirmados y 28 muertes. La tasa de fallecidos en ese país es de 0,5 por 100.000 habitantes. En Rumania, por su parte, la tasa es de 5,6 muertes por 100.000. Estas cifras están muy por detrás a las de los países más afectados por el Covid-19 en Europa: España tiene 59 muertes por 100.000 habitantes, Italia 53, Francia 42 y Alemania 10.
El factor suerte
Entre las numerosas causas que contribuyen a la discrepancia entre los países de Europa, The Guardian destaca: una menor esperanza de vida, lo que significa que hay menos personas mayores aún vivas, menor densidad de población y tasas de prueba más bajas. Sin embargo, hay también otro factor: la “suerte” o más bien un “momento oportuno”.
“En parte fue una cuestión de suerte. Los primeros casos llegaron a estos países después de Italia, y las autoridades de salud pública y los gobiernos pudieron ver lo que sucedía. Sin embargo, también mostraron la voluntad política de actuar con decisión y rapidez”, dijo a La Tercera Martin McKee, profesor de Salud Pública Europea en London School of Hygiene and Tropical Medicine.
La doctora Olga Löblová, investigadora de políticas de salud de la U. de Cambridge, coincide con que gran parte del éxito de estos países en términos de mantener baja la infección “tiene que ver con la suerte”. “Impusieron bloqueos antes de ver las primeras muertes de Covid-19, y muchos siguieron el principio de precaución al exigir el uso de mascarillas en público en un momento en que la OMS recomendaba guardar suministros de mascarillas para profesionales de la salud”, señaló Löblová a La Tercera.
Mascarillas y cierres
Eslovaquia, República Checa y Austria fueron rápidos al exigir a sus ciudadanos que usaran mascarillas fuera de sus casas. A mediados de marzo, el nuevo primer ministro de Eslovaquia, Igor Matovic, y su ministro de Salud, Marek Krajci, aparecieron en televisión y la presentadora les pidió que se pusieran mascarillas para dar el ejemplo. “Ni siquiera podíamos imaginarlo entonces. Pensamos que estaríamos avergonzados, pero nos convenció y nos acostumbramos a las mascarillas incluso durante el programa. Y ahora toda Eslovaquia se ha acostumbrado a ellas”, dijo Matovic en una conferencia de prensa.
“Eslovaquia es interesante: fueron los primeros en Europa en exigir el uso de mascarillas. Sus políticos lideraron con el ejemplo. El Presidente eslovaco combina sus mascarillas con sus vestuarios para normalizar aún más su uso”, dice Löblová.
Además, este país junto a Polonia, República Checa y Austria fueron de los primeros en cerrar sus fronteras.
Por otro lado, el 10 de marzo, cuando Italia comenzó el cierre total del país, Austria redujo el número de personas que podrían reunirse en público a 100, y la República Checa anunció un límite de 30, dos días después, apenas una semana luego de su primer caso. Esta última nación levantó el estado de emergencia el 17 de mayo, con 8.743 casos y 306 muertes, aunque planea mantener medidas de distanciamiento social y algunos controles.
Sin embargo, Thomas Czypionka, jefe de economía y política de salud del Instituto de Estudios Superiores de Viena, asegura que hay otras dos razones sobre la situación de esta región. Primero “la forma en que se introdujo el virus y cómo se propagó. Para Alemania o Austria fue a través de asistentes a carnavales, esquiadores y hombres de negocios. Por lo tanto, el virus se propagó principalmente en grupos de bajo riesgo (más jóvenes, más saludables)”, explica a este diario. Por otro lado, el experto menciona los “lazos con China: Italia tiene vínculos especiales con China debido a su industria textil. Los países de Europa del Este, por el contrario, tienen mucho menos contacto y también menos turistas desde allí”, dice.
“Nuestros países están menos abiertos al exterior. Las vacunas juegan un papel importante en comparación con los países occidentales. Y los habitantes fueron muy disciplinados. Los residentes de Budapest redujeron sus contactos sociales en un 90%”, señaló a Le Monde el alcalde de la capital de Hungría, Budapest, Gergely Karácsony.
En Hungría, el primer ministro Viktor Orban decretó el 30 de marzo un ilimitado estado de emergencia que le permite gobernar por decreto, un hecho que ha sido criticado tanto al interior como fuera del país. Eso sí, el viernes pasado señaló que planea ponerle fin. Este país cuenta con 3.641 casos y 473 fallecidos.
Así, la respuesta de República Checa y Eslovaquia ha sido elogiada por los expertos, ya que además tienen sistemas de salud relativamente fuertes. Sin embargo, la situación en Hungría, Rumania y Bulgaria es frágil, puesto que cualquier aumento podría colapsar su sistema de salud.
Por ello, el temor ante una posible segunda ola, que parece cada vez más inminente, está presente entre los países de Europa Central a medida que han ido reabriendo, algo que ha demostrado el gobierno polaco. El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, reconoció en abril -al anunciar la última fase de la salida del bloqueo- que “no podemos estar seguros de que tenemos completamente el control del coronavirus. A veces aceleraremos la relajación de las restricciones, pero desafortunadamente también puede ser necesario dar un paso atrás. Admitimos con humildad que el coronavirus es un fenómeno muy peligroso”.
“Se puede esperar un aumento en la cantidad de infecciones a medida que los países alivian los bloqueos. La pregunta es qué tan bien los países de Europa Central utilizaron este tiempo para aumentar sus pruebas y la capacidad del sistema de salud y poner protocolos para prevenir la transmisión en lugares vulnerables como hogares de ancianos”, sostiene Löblová.
Además, esta semana la directora del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades advirtió que Europa debería prepararse para una segunda ola de contagios, e indicó que “la pregunta es cuándo y qué tan grande”.
República Checa ya se ha estado preparando para una situación de segunda ola. El país lanzó su propia aplicación de rastreo de contactos y ha aumentado significativamente su capacidad de prueba en comparación con el comienzo del virus.
Por otro lado, estos países de Europa Central, como Austria, República Checa, Hungría, Eslovaquia y Alemania podrían abrir sus fronteras comunes a partir de mediados de junio. “Creemos que podríamos crear un mini-Schengen que permita a las personas viajar sin controles fronterizos, pruebas o cuarentena posterior a mediados de junio”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores checo, Tomas Petricek, después de hablar con sus homólogos austriacos y eslovacos.
De todas formas, aún es muy pronto para declarar la batalla contra el Covid-19 ganada en estos países de Europa, y los expertos sugieren ser cautos con estas declaraciones. “Los meses y años futuros mostrarán si la batalla se puede declarar como ganada. Si bien fue relativamente fácil implementar bloqueos y aliviarlos mientras se mantiene la infección bajo control, será una tarea más compleja para los políticos”, concluye Olga Löblová.
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