Guta antes y después de la masacre en Siria

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Un hombre con una pierna pasea en bicicleta por edificios dañados en la ciudad sitiada de Duma, en Guta, el jueves. Foto: Reuters

"El pulmón verde" o "el huerto" que rodea Damasco, la capital siria. Así era conocida esta región agrícola que producía frutas y verduras, y que era visita obligada para las familias en primavera y para los paseos escolares. Hoy, poco y nada queda de Guta Oriental. Cuatro testigos cuentan, a La Tercera, su historia.


Una región agrícola de cerca de 400 mil habitantes, ha sido centro en los últimos días de una de las masacres más feroces en Siria, desde que comenzó la guerra en 2011. Guta Oriental, zona rural compuesta por 22 comunidades y a sólo 15 kilómetros de la capital Damasco, ha sido calificada como "un nuevo Alepo", la ciudad siria que volvió a manos del gobierno de Basher Assad en diciembre del año pasado luego de meses de cerco y combates con los rebeldes.

La ofensiva del gobierno sirio en Guta, apoyada por Rusia, busca anular al último bastión opositor rebelde que queda en el cinturón rural de Damasco. Los ataques aéreos que comenzaron a intensificarse hace dos semanas, han dejado un saldo cercano a 600 civiles muertos. Las imágenes hablan por sí solas: niños mutilados y envueltos en bolsas, hombres y mujeres ensangrentados, y cientos de edificios destruidos.

El enclave está en manos de la oposición siria desde finales de 2012. Desde ese momento, los insurgentes iniciaron una serie de ataques contra posiciones cercanas a Damasco. Aquello produjo un contraataque por parte de Assad y desde 2013 Guta Oriental vive sitiada y bajo nubes de bombardeos, quema de cosechas, bloqueo de alimentos, medicinas y combustibles.

Los bombardeos han dejado cerca de una decena de hospitales y centros médicos destruidos. También la ofensiva se ha dirigido contra panaderías para evitar que los civiles tengan alimentos, una estrategia pensada para que los insurgentes se rindan.

Pero Guta Oriental alguna vez fue una región en la que los civiles vivían en un ambiente apacible. Como cualquier otra ciudad en tiempos de paz, los sirios en Guta podían ir a trabajar, los niños asistir a clases, y al ser una región agrícola se podían encontrar frutas y verduras en abundancia. Por ello esta zona era conocida como el huerto de Damasco o el "pulmón verde" que rodeaba la capital.

La encargada de comunicaciones de la ONG La Campaña Siria, Laila Kiki, señaló a La Tercera que antes de 2011 Guta Oriental era un área donde los residentes de Damasco solían ir de picnic en primavera. "Era el destino para familias y viajes escolares debido a su paisaje. Muchos de los jóvenes, recién casados solían comenzar su vida allí debido al alto precio de la propiedad en Damasco". "También se ubicaron muchas fábricas, pequeñas y grandes. Elaboraban queso, yoghurt, muebles, etc", recuerda Laila Kiki.

"Como cualquier persona, yo iba a mi trabajo como directora de un instituto", cuenta a este diario Bayan Rahn, jefa de la Oficina de la Mujer del Comité Local de Coordinación en Guta Oriental de la ciudad de Duma. Otra residente de Duma, llamada Samah, narra que antes de 2013, Guta era el huerto de Damasco. "La vida era más barata que en la capital, por lo tanto mucha gente dejaba la ciudad para irse a vivir a Guta", cuenta Samah.

El joven de 15 años que retrata con su celular los ataques, las destrucciones, los civiles heridos, y los sube a sus redes sociales para mostrarle a la comunidad internacional el horror de lo que viven día a día los habitantes de Guta, también recuerda con nostalgia los días anteriores al conflicto. "Antes de la guerra me gustaba mucho el fútbol. Desde que me uní a un club, entrenaba todos los días", relata a La Tercera Muhammad Najem.

Hoy Muhammad cuenta que pasa todos los días encerrado en una mezquita y en subterráneos para evitar las bombas. La tranquilidad en Guta se rompió de manera abrupta.

"Después de que comenzaron estos ataques, salir a la calle se volvió una aventura peligrosa, ir al mercado era un problema, los precios se volvieron más y más caros y algunos tipos de alimentos desaparecieron, como la harina, el azúcar, el pan", cuenta Samah, quien confirma el hecho de que las panaderías fueron bombardeadas para evitar que las personas tuvieran acceso a su alimento principal: el pan. "Ahora, pasamos todo el tiempo en subterráneos escuchando el sonido de las máquinas que matan", agrega.

Bayan Rahn coincide y relata que en 2013 las cosas empeoraron y que cuando la región fue sitiada, nadie podía entrar ni salir. De hecho, el padre de Muhammad Najem murió hace dos años víctima de una bomba que cayó en la mezquita en la que estaba rezando. Así, poco y nada queda del "pulmón verde" que era Guta. Hoy es una ciudad gris, llena de escombros y cuerpos en las calles.

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