Rusia congela el acuerdo de guerra para exportar grano ucraniano, un revés a seguridad alimentaria
Rusia anunció este lunes la suspensión del acuerdo de guerra sin precedentes que permite exportar grano desde Ucrania a países en África, Oriente Medio y Asia donde el hambre es una creciente amenaza y los altos precios de la comida han sumido a más gente en la pobreza.
El vocero del Kremlin Dmitry Peskov anunció que se congelaba el acuerdo en una conferencia telefónica con periodistas, y añadió que Rusia regresaría al programa cuando se cumplieran sus demandas, aunque el país ha exportado cantidades récord de trigo y también ha seguido vendiendo fertilizante.
“Cuando se aplique la parte del Acuerdo del Mar Negro que atañe a Rusia, Rusia regresará de inmediato a la implementación del acuerdo”, afirmó Peskov.
Era el final de un histórico acuerdo mediado el verano pasado por Naciones Unidas y Turquía para permitir que los alimentos salieran de la región del Mar Negro después de que Rusia invadiera a su vecino hace casi año y medio. Otro acuerdo facilitó el movimiento de alimentos y fertilizante ruso pese a las sanciones occidentales. El programa ofrecía garantías de que los mercantes no serían atacados al entrar y salir de puertos ucranianos.
Las naciones enfrentadas son importantes productores de trigo, cebada, aceite de girasol y otros alimentos asequibles de los que dependen las naciones en desarrollo.
Rusia se ha quejado de que las restricciones al tráfico marítimo y a los seguros han trabado sus exportaciones de comida y fertilizante, que también es crucial para la cadena alimentaria global.
Sin embargo, analistas y datos de exportación indican que Rusia ha exportado cantidades récord de trigo y que también sus fertilizantes han circulado.
El acuerdo se renovó por 60 días en mayo entre reclamaciones de Moscú. La cantidad de comida enviada y el número de barcos que salían de Ucrania se ha desplomado en los últimos meses, y se acusó a Rusia de limitar la incorporación de más barcos al mecanismo.
La guerra en Ucrania provocó máximos récord en los precios de los alimentos básicos el año pasado y contribuyó a una crisis alimentaria global también asociada al conflicto, a los efectos persistentes de la pandemia del COVID-19, sequías y otros factores climáticos.
El coste del grano necesario para alimentos básicos en lugares como Egipto, Líbano y Nigeria agravó las dificultades económicas y sumió a millones de personas más en la pobreza y la inseguridad alimentaria.
La gente en países en desarrollo destinaba una parte mayor de su dinero a comer. Los países pobres que dependen de comida importada en dólares también dedican más dinero conforme sus divisas se debilitan y se ven obligados a importar más debido a complicaciones climáticas. Lugares como Somalia, Kenia, Marruecos y Túnez sufren sequías.
Los precios globales de ingredientes básicos como el trigo y el aceite vegetal han caído, pero la comida ya era cara antes de la guerra en Ucrania, y el alivio no se ha trasladado a las cuentas de los hogares.
“El acuerdo del Mar Negro es absolutamente crítico para la seguridad alimentaria de una serie de países” y su pérdida aumentaría los problemas de los que enfrentan altos niveles de deuda y reveses climáticos, indicó Simon Evenett, profesor de comercio internacional y desarrollo económico en la Universidad de St. Gallen en Suiza.
El experto señaló que las subidas en las tasas de interés para contener la inflación y debilitar las divisas “están haciendo más difícil para muchos países en desarrollo financiar las compras en dólares en los mercados globales”.
Aunque los analistas no esperan más que un repunte temporal en los precios de los alimentos básicos porque lugares como Rusia y Brasil han aumentado sus exportaciones de trigo y maíz, la inseguridad alimentaria va en aumento.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indicó este mes que 45 países necesitaban ayuda alimentaria externa y que los precios locales de la comida eran “un impulsor de niveles preocupantes del hambre” en esos lugares.
La Iniciativa de Grano del Mar Negro ha permitido que tres puertos ucranianos exporten 32,9 millones de toneladas de grano y otros alimentos al mundo, más de la mitad a países en desarrollo, según el Centro de Coordinación Conjunta en Estambul.
Pero el acuerdo ha sufrido varios reveses desde que fue negociado por la ONU y Turquía: Rusia se retiró brevemente en noviembre, antes de regresar y ampliar el acuerdo.
En marzo y mayo, Rusia se negó a ampliar el pacto durante más de 60 días, en lugar los 120 habituales. La cantidad de grano enviado al mes cayó desde el récord de 4,2 millones de toneladas en octubre a 1,3 millones de toneladas en mayo, el nivel más bajo desde que se firmó el acuerdo.
Las exportaciones remontaron en junio a poco más de dos millones de toneladas, gracias al empleo de barcos más grandes que podían llevar más mercancía.
Cuando se le preguntó el lunes si un ataque al puente que conecta Crimea con el territorio continental ruso había sido un factor en la decisión, el vocero del Kremlin dijo que no.
“No, estos acontecimientos no están relacionados”, dijo Peskov. “Incluso antes de este ataque terrorista, el presidente (Vladímir) Putin había declarado nuestra posición sobre esto”.
Ucrania ha acusado a Rusia de impedir que se sumen nuevos barcos a la iniciativa desde finales de junio, lo que ha dejado a 29 buques en aguas turcas esperando a entrar en el programa. Las inspecciones conjuntas para garantizar que los barcos sólo llevaban grano y no armas que pudieran ayudar a cualquier bando también se han reducido de forma considerable.
La media de inspecciones diarias ha caído de forma progresiva desde las 11 en octubre a unas 2,3 en junio. Las autoridades ucranianas y estadounidenses han culpado a Rusia por ese descenso.
Mientras tanto, los envíos rusos de trigo batieron récords históricos tras una gran cosecha. El país exportó 45,5 millones de toneladas en el año comercial de 2022-2023, y otro récord de 47,5 millones de toneladas estimadas para 2023-2024, según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
La cifra del curso pasado es más trigo del que ha exportado nunca un país en un solo año, indicó Caitlin Welsh, directora del Programa Global de Seguridad Alimentaria y de Agua en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
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