Rusia recurre al arsenal de Irán y Corea del Norte para enfrentar su escasez de armas en Ucrania
Desde proyectiles de artillería hasta drones iraníes “kamikazes” son parte del material que el Kremlin utiliza actualmente y que adquirió ante la falta de suministros bélicos. Estas armas serían las responsables de varios de los recientes ataques contra ciudades ucranianas.
Días antes de que se concretara el ataque más extenso en suelo ucraniano desde que se inició el conflicto, el 24 de febrero pasado, información desclasificada por la inteligencia estadounidense adelantaba una idea que hoy, a la luz de los bombardeos, parece confirmarse: Rusia se está quedando sin armamentos sofisticados, forzando la compra de equipo bélico al reducido grupo de aliados en medio de las sanciones internacionales que asfixian su arsenal.
El 5 de septiembre, un mes antes de la destrucción del símbolo de la anexión de Crimea a Rusia, el Puente Kerch, el diario norteamericano The New York Times anunciaba que, según un informe de inteligencia, el país invasor estaba comprando millones de proyectiles de artillería y cohetes a Corea del Norte, lo que se suma a la anterior venta militar por parte de Irán. Según el Ejército de Ucrania, de los 24 drones que Rusia utilizó durante los ataques del lunes, más de la mitad eran iraníes.
Sin embargo, para los analistas la medida refleja la desesperación militar a la que Rusia estaría expuesta en el momento más duro para su alto mando.
Sanciones y falta de material
Del mortífero ataque ordenado el lunes por Vladimir Putin, el que cobró la vida de al menos 19 personas y dejó más de 100 heridos, autoridades y expertos lograron sacar conclusiones valiosas para el desarrollo de la guerra. Quizás la más valiosa es la evidencia de que el arsenal de alta gama del que disponía Rusia, se estaría acabando.
Fue el medio neoyorquino el que adelantó la información, cuando aseguraron que el Ejército invasor recibió aviones no tripulados de fabricación iraní, lo que fue ratificado por Teherán, y luego, recurriendo a un aliado inesperado, contactaron a Corea del Norte para abastecerse de armamento.
Dos hebras fueron resaltadas para llegar a tal conclusión. En primer lugar está la vertiente estratégica del Kremlin, la que en el pasado no ha escatimado en ataques a la población civil de forma masiva como se vio en Mariupol. Fue el 16 de marzo, mientras las fuerzas rusas asediaban la ciudad portuaria, que un bombardeo destruyó el Teatro Regional Académico de Arte Dramático de Donetsk, en Mariupol. En su interior, cientos de civiles se escondían en el refugio antiaéreo cuando cayeron los misiles.
Estimaciones independientes de The Associated Press cifran en cerca de 600 el número de víctimas en una acción calificada como crimen de guerra por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y Amnistía Internacional.
Ese poder destructivo no se vio en los recientes ataques a lo largo de todo el país, pese a que el objetivo deliberado de Putin era la infraestructura crítica y la población civil, según diferentes medios internacionales. Allí, factores como los sistemas de defensa antiaérea proporcionados por Occidente jugaron un papel relevante, pero también lo fue la presencia de misiles anticuados -algunos incluso de la época soviética-, no guiados e imprecisos, donde incluso en el verano europeo se reportó que muchos de los más antiguos explotaban al chocar en el suelo, a pesar de que están diseñados para que lo hagan antes de aterrizar para maximizar el daño.
“Teniendo en cuenta la escasez de recursos y material militar, es poco probable que Rusia pueda mantener el ritmo de combate que exhibió el lunes”, afirmó a The New York Times el principal analista de la revista especializada de Defensa, Jane’s, Ridzwan Rahmat.
En segundo lugar, meses y meses de sanciones financieras en contra de Rusia parecen haber llegado a puerto, específicamente en el apartado militar. Las amplias restricciones parecían no haber logrado paralizar al país, que se benefició de las alzas en el costo de la energía (gas y petróleo), impulsado por la propia invasión, para solventar sus gastos. Apuntar de forma puntual a los oligarcas cercanos a Putin tampoco pareció afectarle, pero cuando se trata de armamento, las sanciones encontraron la nota que tocar.
La dificultad para la compra de elementos electrónicos y equipamiento técnico necesario en la producción de armamento moderno ha sido el gran acierto estadounidense en lo que va de conflicto. La esperanza de Moscú de que China llenara ese espacio se vio desvanecida con las constantes amenazas emanadas desde Washington, considerando que, a pesar de que el gigante asiático continúa dispuesto a comprar petróleo ruso con un descuento económico considerable, no están dispuestos a transgredir las sanciones internacionales y vender equipo a Rusia, detallaron informes estadounidenses.
Gina Raimondo, la secretaria de Comercio de EE.UU., ha amenazado repetidamente a Beijing al asegurar que si la Corporación Internacional de Fabricación de Semiconductores (SMIC), la mayor fabricante de chips informáticos en China, vende sus productos a Rusia o a otros países sancionados, Washington retirará todos sus negocios tecnológicos con el país asiático.
“Señal de desesperación”
Bajo este escenario, la posibilidad de que el Kremlin efectivamente necesite comprar equipo bélico aumenta con cada nuevo ataque que lleva a cabo. Así lo cree Ian Storey, investigador principal del Instituto ISEAS-Yusof Ishak de Singapur, quien dijo a The New York Times que sería “una señal de desesperación” si se comprueba la compra de armamento a Corea del Norte.
Aún no se revela el detalle de la compra a Pyongyang, pero analistas dudan de la real utilidad del armamento norcoreano en el ecosistema bélico que ha dominado la guerra. Consultado por el diario estadounidense, el experto militar del American Enterprise Institute, Frederick W. Kagan, aseguró que un proyectil de artillería de 152 milímetros o en un cohete tipo Katyusha, ambos producidos masivamente en Corea del Norte, no representan para nada equipamiento de alta tecnología frente a lo que Rusia demostró al inicio de la invasión.
“La única razón por la que el Kremlin tendría que comprar proyectiles de artillería o cohetes a Corea del Norte o a cualquiera es porque Putin no ha querido o no ha podido movilizar la economía rusa para la guerra, ni siquiera al nivel más básico”, aseveró enfático.
La falta de armamento también se condice con el decreciente impulso demostrado por Rusia en el frente de batalla al compararlo con el de marzo o abril de este año. Para Kagan, “es muy probable que esto sea un indicio de un fallo masivo del complejo industrial militar ruso que probablemente tenga raíces profundas e implicaciones muy serias para las Fuerzas Armadas rusas”.
Con el inicio de la contraofensiva ucraniana, también se han reportado ataques estratégicos a los depósitos de munición rusos por medio de armamento de alto calibre proporcionado por aliados occidentales.
Por otro lado, la venta de drones no tripulados por parte de Irán fue confirmado por el propio país, sin embargo, se defendieron al asegurar que este formaba parte de un acuerdo previo al inicio de la guerra, en febrero de este año.
A mediados de julio, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ya había adelantado que Irán estaba “preparando el suministro de hasta varios cientos de drones a Rusia de forma acelerada”. Información que se daba justo en el momento en que Putin visitaba Teherán y numerosas reuniones entre altos funcionarios de ambos países se registraban.
Estos drones “kamikazes”, llamados así porque se autodestruyen al impactar con su objetivo, estuvieron presentes en los ataques a ciudades ucranianas registrados este lunes. Según el medio especializado The Drive, se trataría de dos modelos: los “kamikazes” Shahed-136, y la versión más grande, el Mohajer-6, ambos aviones no tripulados. Soldados ucranianos aseguraron que los drones iraníes -que llevan una carga útil de unos 36 kilos para ejecutar su autodestrucción- son armas eficaces en el campo de batalla.
El envío de estas armas no sería extraño, aseguró el medio, considerando que Teherán ya entregó en el pasado un misil balístico de corto alcance, el Qiam-1, a los rebeldes hutíes de Yemen para atacar objetivos sauditas.
Considerando que tanto Irán como Corea del Norte mantienen sanciones económicas importantes, los analistas concluyen que es totalmente factible la alianza bélica, puesto que los tres se ven beneficiados. Pyongyang y Teherán prueban su armamento en un escenario real, además de conseguir dinero, y Rusia rearma su, aparentemente, disminuido arsenal militar.
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