Felipe Alessandri, alcalde de Santiago: “Los vecinos no se me están muriendo de coronavirus, se me están muriendo de hambre”

Felipe Alessandri
Felipe Alessandri, alcalde de Santiago, reparte mascarillas a los vecinos de barrio Yungay por la pandemia de Coronavirus. Foto : Andrés Pérez

El edil cuenta que en marzo advirtió a las autoridades que su comuna sería la más afectada por el coronavirus, como indican hoy los informes del Minsal. “El estallido social dejó a Santiago de rodillas, y ahora el coronavirus nos terminó de liquidar”, dice.


Al caminar por los barrios Yungay, San Pablo y Mapocho, se puede apreciar por qué Santiago es hoy la comuna con más contagios del país: 1.294, según el último informe epidemiológico del Minsal.

Pese a haber cuarentena, el movimiento en Av. San Pablo es como el de un día normal antes de la pandemia: locales abiertos con productos de aseos llenos de compradores, restaurantes chilenos y peruanos abiertos, filas en los bancos y en supermercados mayoristas y veredas llenas de comercio ambulante. En algunas esquinas hay un par de militares que solo se limitan a observar la situación.

En las calles interiores muchas personas en situación de calle afuera de las iglesias, inmigrantes con niños en las calles y hombres y mujeres pidiendo limosna.

Acompañamos al alcalde Felipe Alessandri en un recorrido por esta zona, donde inició ayer un plan de sanitización de cités y condominios sociales.

Todas las comunas que partieron la cuarentena con Santiago bajaron las cifras significativamente desde que se aplicó la medida, pero su comuna no. ¿Qué explica que sea tan distinto?

Yo pronostiqué esto en marzo y envié una carta a las autoridades que decía “Santiago va a liderar los casos de contagiados en la Región Metropolitana y en Chile”. Y ahí enumeraba sus características, que son únicas: somos el centro de la región y del país donde en tiempos normales confluyen 2 millones de personas diariamente, que vienen a trabajar, a hacer un trámite, a cobrar su seguro de cesantía, a sacar su clave única; todas las marchas son en Santiago; tenemos 12 casas centrales de universidades y todos los funcionarios públicos trabajan en Santiago.

El gobierno hizo hace dos semanas un llamado a los funcionarios públicos a volver a trabajar paulatinamente de forma presencial. Para usted, ¿hay condiciones para que se regrese a trabajar?

El Presidente lo ha señalado en forma clara y nosotros en la municipalidad hemos hecho eso. ¿Quién puede volver a trabajar? El funcionario público que no tiene enfermedades de base, que no es de la tercera edad y que no vive ni tiene a su cargo a un niño con problemas de salud. Si hay poco espacio en la oficina, pueden volver dos primero y el resto continúa con teletrabajo. Esa es la bajada que cada repartición va perfeccionando con el tiempo. El funcionario público que no tiene una enfermedad de base y puede trabajar con la distancia social suficiente, tiene que volver a trabajar, porque el Estado está siendo requerido en tiempos de emergencia.

Inmigrantes y millennials

Sentado en el comedor de una vecina del condominio Yungay Esperanza, Alessandri enumera otros factores que explican la dramática situación en su zona: “Somos la comuna con más inmigrantes del país: 212 mil residentes, y muchos en situación irregular, lo que ha generado hacinamiento... Lo invito a caminar unas cuadras más arriba, donde podemos ver que en piezas de ocho metros cuadrados viven 20 personas.

Tras el estallido social y en estos meses de pandemia ha disminuido la llegada de migrantes…

Pero qué pasará ahora... toda Latinoamérica enfrentará una crisis económica y Chile siempre será un destino atractivo para venirse. Si viene una nueva oleada migratoria, como la que se produjo entre 2012 y 2018, vamos a seguir con la indignidad que podemos ver en la actualidad. En todas estas casonas antiguas de este barrio hay un chileno que abusa de los inmigrante ilegales y arrienda piezas a 250 lucas. Como ellos no tienen rut, no pueden postular a ningún beneficio social y trabajan al día del comercio ambulante. Por eso, aunque llevemos ocho semanas en cuarentena, ellos siguen saliendo porque, si no, se mueren de hambre.

¿Cómo pretende revertir esta situación, porque, al menos según el reporte epidemiológico, hubo más de 500 casos nuevos en siete días?

Antes de responderle le agrego otro dato: somos la comuna con más jóvenes millennials y a ellos muchas veces les cuesta obedecer el dictamen de la autoridad y todos los días nos encontramos con porfiados en las plazas. Me reuní con el ministro de Defensa y con el general a cargo, a quienes les pedí más fiscalización. Después de estar encerrado siete semanas en un departamento, la gente necesita salir y se empezó a relajar porque veían que afuera no fiscalizaban. Porque, seamos sinceros, aquí afuera (del condominio con 175 departamentos) no hay carabineros ni un control militar.

Más de 20 alcaldes de la RM piden cuarentena total en la región. ¿Cuál es su postura?

Creo que es un error, porque estar en cuarentena no es un premio, es un castigo. Es un castigo para el adulto mayor, para el joven, para la mascota y para el comerciante que no puede abrir su peluquería, su almacén, su carnicería... Lo que tenemos que tratar es que ojalá ninguna comuna de la RM esté en cuarentena, y para eso apelamos a la responsabilidad y a la fiscalización. Yo creo que ellos (los alcaldes), bien inspirados, no entienden el concepto... porque a mí los vecinos no se me están muriendo de coronavirus, se me están muriendo de hambre, porque no pueden salir a trabajar y no pueden abrir sus negocios. Acá no hay una falsa dicotomía entre economía y salud; la salud siempre está primero; pero el gobierno lo que ha buscado con estas cuarentenas dinámicas es reactivar un poco el comercio.

Me decía que hay gente que se está muriendo con hambre…

Mucha gente está sintiendo hambre. Yo soy concejal desde el 2004 y llevo tres años de alcalde y nunca, nunca me habían llegado tantos correos pidiéndome mercadería y que promueva ollas comunes. Y no solo de la gente más vulnerable, sino que de muchos matrimonios que vivían con sus niños en un buen departamento, cada uno tenía su pega con un sueldo de 600, 800 y un millón de pesos; y hoy el seguro de cesantía se le está acabando y las cuentas, el arriendo y el dividendo hay que pagarlos, y están pasando hambre.

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