La experiencia de los colegios insulares que volvieron a clases

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En la Escuela Puerto Harris, de Isla Dawson, separaron los cursos e implementaron horarios de ingreso diferidos.

Con cursos parcelados y horarios diferidos, nueve colegios y cinco jardines llevan un mes de actividad presencial. Mascarillas han provocado dolores de cabeza en los niños, por lo que han debido flexibilizar su uso.


Hace casi un mes, nueve colegios y cinco jardines infantiles retomaron las clases presenciales, con 1.792 escolares y 266 parvularios que se convirtieron en los primeros niños del país en avanzar a la “normalidad”. Todos en localidades insulares.

Es el caso de Isla de Pascua, cuyas actividades mezclan las modalidades presencial y virtual. Stefania Pakomio, directora del Colegio San Sebastián de Akivi, cuenta que, por el protocolo de distanciamiento, pueden atender presencialmente solo a la mitad de los niños cada día.

Allí aplicaron el diagnóstico socioemocional que les solicitó el Mineduc, el que muestra “que la mayoría de los niños viene con miedo de que algún familiar se contagie, pero también estaban aburridos en las casas”, mientras que exhiben un avance académico desigual.

Lo mismo ocurre en el Colegio Católico Hermano Eugenio Eyraud, donde están dando apoyo especializado a los jóvenes de 4° medio. En total, son 299 alumnos, y cada curso tenía 34 estudiantes, pero ahora no hay más de 17. “Hay un grupo de apoderados que decidió no enviar a sus hijos a clases y ellos están siendo atendidos de manera remota, tal como se estaba realizando antes. Como el internet es malo, vienen los martes, se llevan las guías de trabajo y vuelven el martes siguiente para que se las revisen”, explica el director Rodrigo Cortés.

En el Liceo Aldea Educativa Rapa Nui el regreso también fue voluntario, pero el 95% de los 417 niños está asistiendo en una modalidad mixta, en que los jóvenes de 4° medio van todos los días y el resto de los cursos va solo tres días a la semana. Su directora, Katherine Ringeling, cuenta que dividieron los cursos en dos “y el horario de ingreso es parcializado. Con el recreo no hemos tenido problemas, porque el colegio es muy grande”. Incluso, dice que los alumnos se portan mejor.

Ringeling cuenta que han tenido problemas con el uso de la mascarilla: “Ha sido muy complejo, porque los niños terminan con dolor de cabeza y los profesores igual. Hemos tenido que ser un poco flexibles con su uso, aprovechando que los alumnos están separados”.

Lo mismo pasa en la Escuela Puerto Harris de la Isla Dawson, dependiente de Punta Arenas. La directora Natalia Valenzuela dice que los niños han manifestado dolor de cabeza por la mascarilla y que “no las pueden estar usando por ratos prolongados, hay momentos en que tienen que descansar”, aunque afirma que los protocolos han sido estrictos.

El plantel tiene 50 escolares, quienes van tres veces por semana. Los cursos fueron separados, tienen horarios de ingreso diferidos cada 10 minutos a partir de las 8.00 y dos puertas de salida, para que no se topen. “Están súper contentos de retornar a clases, porque acá no hay contagios. Estamos en una burbuja”, admite.

Otra comunidad que retornó fue la del Colegio Insular Robinson Crusoe, en Juan Fernández. Su director, Manuel Catalán, cuenta que están usando cuatro sedes sociales, pues el contenedor que tenían por escuela desde el tsunami de 2010, ahora está defectuoso. “Los alumnos estaban ansiosos por volver y vemos una baja en los aprendizajes”, dice.

Respecto de las mascarillas, el pediatra Humberto Soriano dice que solo deberían ser usadas por niños mayores de ocho años y los menores pueden usar escudos faciales. Incluso, destaca, en niños de dos años resultan peligrosas. “Hay poca evidencia del uso de mascarillas según edad, por eso es valioso ver qué está pasando en estas localidades, nos permiten mejorar”, dice.

Con todo, los colegios advierten que el Mineduc les pidió informar solo la asistencia efectiva, que no considera a los niños que se quedan en casa por protocolo sanitario y temen una baja en las subvenciones.

Pero el subsecretario de Educación, Jorge Poblete, dice que ese dato es solo para monitorear los índices de deserción escolar, pero que “el pago de subvención no se verá impactada por esta variabilidad en la asistencia”, ya que “en los niveles que retornen a clases presenciales no se considerará la baja asistencia” para el pago.

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