Tags, los rayados que "ensucian" las ciudades

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Los tags buscan dar a conocer el nombre o sobrenombre de la persona que los realiza. Foto: Aton

Son elaboradas firmas hechas con plumón o spray. La gran mayoría de ellas se realiza sin autorización y generan cuestionamientos que incluyen a los cultores de los grafitis.


El rayado de la recién restaurada escultura Unidos en la gloria y en la muerte, de Rebeca Matte,vuelta a instalar frente al Museo de Bellas Artes, generó gran molestia en el mundo político y de las artes. Fue otro episodio de una práctica que cubre los muros de la ciudad, sin dejar fuera edificaciones patrimoniales e incluso trenes, buses y carros del Metro.

En la Villa Olímpica, ubicada en Ñuñoa, dos jóvenes de 19 años pintaban un mural hace unos días. Ambos se conocen desde la enseñanza básica, y ninguno quiso dar su identidad. Cuentan que a veces se organizan con las juntas de vecinos de algunos sectores de la ciudad para hacer su muralismo con autorización. En otras oportunidades, simplemente recorren las calles a pintar la ciudad. "El rayado es más espontáneo, y nos contactamos por WhatsApp o nos llamamos por teléfono", confiesan.

Uno de los jóvenes afirma que si bien no está de acuerdo con el rayado de esculturas , "cada uno tiene su visión sobre eso". Agrega que la realización de este tipo de actos "puede ser una forma de expresión o simple estupidez".

Aunque parezcan similares, esta variedad de pintada es distinta del grafiti, más elaborado. Son los mismos grafiteros los que se encargan de explicar las diferencias. Por un lado está el muralismo, que requiere organización, solicitar permisos e incluso hacer un boceto previo. Otra cosa diferente es el tag, que busca "auspiciarte a ti mismo, darte a conocer con tu nombre".

"El grafiti tiene más detalles, son más organizados, con permisos. No es tanto vandalismo", dice Darío Acevedo (32), quien empezó como grafitero a los 13 años.

El grafiti nació como arte callejero en los años 60 en Brooklyn (Estados Unidos), y para algunos es una "cuarta rama" del hip-hop. Su idea inicial era poner un nombre, una firma o un dibujo rápido sobre paredes u objetos, y se hicieron célebres los rayados realizados en el metro de Nueva York. A mediados de los años 80, esta práctica llegó a Chile.

La idea es "darle color a una ciudad gris, que los colores se mezclen", explica Acevedo. Y además, cuando se trata de los rayados, también hay otras motivaciones, admite. "Creo que también se hace por la adrenalina de evitar ser 'pillado' y hacerte notar con tu nombre, que te conozcan", describe.

"Escuchar" los tags

El psicólogo Salvador Angulo, experto en interveciones clínicas infanto-juveniles, recomienda estar atentos a los signifcados más profundos de los tags.

"Desde afuera y a primera vista se podría ver como vandalismo, pero no necesariamente tiene que ver con eso. Hay que 'escuchar' ese tag, observar lo que pasa detrás de eso", advierte. "Tiene relación con la construcción de la identidad".

Uno de los jóvenes de 19 años sincera que "la idea es expresarse de alguna u otra forma, pero quizás no es muy estético y a la gente no le gusta mucho. Es una manera de manifestarse mucho más agresiva que pintar un mural".

El subsecretario del Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda, enfatiza que en este plano es necesario tener en cuenta que se trata de un tema de "educación cívica y de respeto hacia el otro, y de la comunidad de la que formamos parte".

"El punto que está en cuestión no es la calidad artística de esas piezas en el espacio urbano, sino la compatibilidad de esas expresiones frente a la protección del patrimonio", recalca.

"Tenemos legislaciones que están cautelando esto, pero muchas veces no se pueden cumplir a cabalidad por un tema de fiscalización", agrega.

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