Benedicto XVI cumple seis años de pontificado este martes

El 19 de abril de 2005, tras su elección para suceder a Juan  Pablo II, en sus primeras palabras como Papa se definió como "un humilde trabajador en la viña del Señor".




El papa Benedicto XVI cumple este martes seis años de pontificado, a la cabeza de la Iglesia Católica. El 19 de abril de 2005, tras su elección para suceder a Juan  Pablo II, en sus primeras palabras como Papa se definió como "un humilde trabajador en la viña del Señor".

Aludía así a una humildad ante todo intelectual, la que muy  frecuentemente le ha hecho repetir que la ciencia no puede considerarse autosuficiente, sino que debería tener la humildad y el coraje de abrirse al misterio de Dios.

Este es, sin duda, el rasgo particular de su pontificado, por  el modo en que se expresó en estos primeros seis años.

El Angelus de los domingos, las audiencias generales de los  miércoles, los discursos pronunciados en sus viajes, ante jefes  de Estado y religiosos que recibe o encuentra, reflejan palabras del Papa teólogo desde que asumió.

Tres Encíclicas, dos libros sobre Jesús, un libro-entrevista y publicaciones difundidas antes de que Joseph Ratzinger se convirtiera en Benedicto XVI, también son parte de sus seis años.

DIFICULTADES
Durante este período no faltaron las dificultades ni los momentos difíciles. El primero de ellos fue en Ratisbona, el 12 de setiembre de  2006, en la "lectio magistralis" sobre la relación entre la razón y la fe. El Papa citó entonces una frase del emperador bizantino Manuel II Paleólogo (1391-1425) y desató de inmediato una  polémica.

"Muéstrame también lo nuevo que Mahoma trajo, y encontrarás  en ello sólo cosas malas e inhumanas, como su orden de difundir  por medio de la espada la fe que él predicaba", dice la frase  del emperador. El mundo islámico no aceptó esas palabras y se desató una  fuerte polémica, que requirió explicaciones.

Posteriormente, el "no" papal al preservativo como medio de  lucha contra el sida, pronunciado durante el vuelo que, en marzo  de 2009, lo llevaba a Africa, a Camerún, creó un problema a  nivel internacional. Las críticas llegaron desde Francia, Alemania, España, la  Unión Europea como tal.

Nuevas tensiones y ofensa de los judíos despertó la  revocación de la excomunión del obispo lefebvriano Richard Williamson, que niega el Holocausto.   

Pero el momento más complejo se produjo con los casos de pedofilia y las acusaciones a la Iglesia de haber encubierto a sacerdotes culpables de abusos sexuales a niños y adolescentes. Los hechos se remontaban al pasado pero las víctimas de esa situación recién tuvieron valor para hablar mucho tiempo después.

Ahora se considera que Ratzinger actuó para hacer limpieza en el interior de la Iglesia, pero el Papa tuvo que atravesar en estos años un mar agitado. Y él mismo usa esta metáfora al hablar de la Iglesia en su último libro sobre Jesús de Nazareth.

Sus esfuerzos, aún ahora cuando las aguas parecen más tranquilas, se orientan a no desviar en ningún momento la ruta  principal. El llamado que repite con más frecuencia se dirige al ser humano, instándolo a que respete sus límites.

El domingo último, día en que celebró el rito de los ramos de olivo, también reiteró esa exhortación: las personas quieren ser como Dios, pero la técnica y sus conquistas no siempre dan libertad o  producen progreso verdadero.

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