CNN presenta a Douglas Tompkins en serie "Eco Pioneros"
Cuando Douglas Tompkins quiere presentarse de improvisto en su vecindario, la mejor manera de hacerlo (en realidad, la única manera) es subiendo a su Cessna 206 y volando a través de los vastos pantanos subtropicales de los que es dueño en este rincón remoto del noroeste argentino.
Me sumo al viaje con Tompkins, y debo admitir, estoy nervioso. No sólo porque este aeroplano de seis asientos es el más pequeño en el que he estado, sino porque está ventoso afuera y nubes de tormenta dan cuenta de la tormenta que se avecina. "No hay nada de que preocuparse", asegura mi piloto. "Manejo aeroplanos hace más tiempo del que llevas vivo", dice Tompkins, de 66 años. Y es verdad.
Durante el viaje sobrevolamos los pantanos, y veo cambiar el paisaje rápidamente debajo: largas y angostas lagunas a través de campos de pantano marrón. Pequeñas islas flotantes sepultadas por exuberantes praderas verdes. Con su ojo experto, Tompkins avizora un ciervo solitario sumergido hasta las rodillas en el agua, mascando hierba. Más de 350 especies de aves viven en los pantanos, una zona casi del tamaño de Bélgica.
"Es un caldero de biodiversidad. Está lleno de criaturas. Acuáticas, aéreas, terrestres. Por eso su conservación es importante, para Argentina y para el mundo", explica.
Viajé hasta los Esteros del Iberá (que significa "agua brillante" en lenguaje guaraní) para conocer a Tompkins y su esposa, Kris, para la semana "Going Green" de CNN International. Estamos destacando a los "Eco Pioneros" alrededor del mundo, y Doug y Kris Tompkins encajan a la perfección en esa categoría.
Durante los últimos veinte años, han dedicado sus vidas a conservar la tierra en Argentina y Chile. Su método es simple: comprar grandes territorios, restaurar su ecosistema lentamente, y luego donar la tierra a los gobiernos como parques nacionales. La filantropía de la vida silvestre ha existido en los Estados Unidos por más de un siglo pero aquí, en América del Sur, este tipo de caridad no es común (e incluso es vista con suspicacia por algunos).
"Sudamérica no tiene una larga tradición en este tipo de filantropía. No hay mucha gente en el sector privado que haya dicho 'Bueno, estamos dispuestos a comprar tierra y devolverla al gobierno para hacer parques', pero lentamente estamos ganando terreno", explica Tompkins.
Tompkins hizo su fortuna como fundador de las compañías de ropa The North Face y Esprit. En 1990, cobró sus activos en Esprit, ganando millones en el proceso. Kris pronto lo siguió, terminando su carrera de 18 años como CEO de la compañía de indumentaria outdoor Patagonia.
"El negocio de la moda no es el lugar para estar si quieres contribuir para disminuir el impacto ambiental en la naturaleza" dice Doug. A través de sus organizaciones Conservation Land Trust y Conservation Patagónica, los Tompkins han comprado aproximadamente 900.000 hectáreas en Argentina y Chile, gastando unos US$ 275 millones de su dinero en el proceso. Ya han ayudado a establecer dos parques nacionales en la región patagónica: el Parque Nacional Monte León en Argentina y el Parque Nacional Corcovado en Chile. Ahora trabajan arduamente en otros proyectos ambiciosos incluyendo los Esteros del Iberá, sitio al que esperan convertir en el parque nacional más grande de Argentina.
"Comprando tierra, conservándola y convirtiéndola en parques nacional... sí, sería legítimo que nos llamen pioneros", afirma Kris, de 59 años.
Pero el trabajo de conservación de los Tompkins no es aplaudido por todos todavía. Ha habido una feroz oposición a sus esfuerzos tanto en Argentina como en Chile, de parte de aquellos que están cansados de la creciente presencia de propietarios extranjeros en Sudamérica. Además de los Tompkins, el magnate Luciano Benetton, el actor Sylvester Stallone y el fundador de la CNN Ted Turner poseen grandes áreas de tierra en Argentina. A medida que el sentimiento anti-americano crece, los Tompkins son acusados de muchas cosas.
"Ha habido acusaciones realmente ridículas. Que estamos creando un estado judío, aunque nosotros no lo somos. Que estamos creando un basurero de desperdicios nucleares para los Estados Unidos. Que estamos creando un corredor militar para que Argentina invada a Chile. Todas estas cosas son modos que tiene la sociedad para acomodarse a nuevas ideas", dice Kris.
Solo llegar a los Esteros del Iberá es un desafío. Mi viaje comenzó con un trayecto en bus de 10 horas, 700 kilómetros, desde mi casa en Buenos Aires hasta la pequeña ciudad de Mercedes, en la provincia de Corrientes. Desde allí, el camarógrafo Eduardo Aragona y yo conducimos 2 horas por un camino poceado de tierra colorada para arribar a la Estancia Rincón del Socorro, el tradicional rancho argentino que los Tompkins poseen y en donde huéspedes de todas partes del mundo llegan para dar un vistazo de cerca a las raras especies de capibara, caimán, ciervo y aves.
"Estamos tratando de restaurar el lugar y traer de vuelta a las especies que se extinguieron, como el oso hormiguero. Y estamos trabajando con los ciervos pampeanos, una especie en peligro de extinción. Y quizá, en algunos años traigamos de vuelta al yaguar, que es nuestro gran sueño" dice Sofía Heinonen, una bióloga de la vida salvaje que dirige las iniciativas en Conservation Land Trust.
Mientras los Tompkins son héroes en la mayoría de los círculos ambientalistas, algunos activistas y líderes políticos han etiquetado a Doug como arrogante, excéntrico y fuera de contacto con las apremiantes necesidades de los seres humanos. El me ha confesado que hace esto porque siente la necesidad de "pagar una renta" por vivir en el planeta tierra.
"La realidad es que la naturaleza no se preocupa por la economía o la justicia social o cualquier problema que exista en el reino de los seres humanos. Sólo responde a los impactos, y nosotros tenemos que lidiar con ellos de una forma u otra", explica.
El modo que encontró Tompkins, es utilizar sus abultados bolsillos para hacer efectivo su profundo compromiso con la conservación… una hectárea y un animal a la vez.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.