Cómo los argentinos viven el diciembre más caluroso en cuatro décadas
Hace dos semanas que Argentina experimenta temperaturas que han sobrepasado los 40° en algunas zonas. Sortear este "infierno" ha sido una osadía, en especial cuando la luz se corta en muchos lugares.
CALOR y más calor es lo único que se avizora para los habitantes del centro-norte de Argentina en el corto plazo. Por lo menos, hasta el último día de 2013. Así lo ha pronosticado el Servicio Meteorológico Nacional, que hasta ayer mantenía alerta roja para las ciudades de Rosario y Buenos Aires -además de sus alrededores- debido a la peligrosidad que el frente representa para la salud. El récord de la semana se registró en la norteña ciudad de Santiago del Estero (a unos mil kilómetros de la capital), cuyos habitantes soportaron una máxima de 44,7 °C, temperatura que resquebrajó y levantó en varios centímetros el pavimento de varias calles, según consignó el diario local El Liberal.
Hidratarse con agua, consumir jalea (como una forma indirecta de consumir líquido), comer ensaladas y frutas, no beber bebidas alcohólicas o infusiones calientes, vestir ropas claras y sueltas, no hacer actividades físicas, utilizar bloqueador solar y cubrirse con sombrero o sombrillas en caso de tener que salir a la calle son las recomendaciones dadas por las autoridades.
Pero estas medidas no han sido del todo suficientes, pues capear las temperaturas más altas para un mes de diciembre en cuatro décadas se ha convertido en toda una osadía, especialmente para aquellos que, además, llevan días sin electricidad o agua -especialmente en la provincia de Buenos Aires-, debido a la sobrecarga del sistema eléctrico por el considerable incremento del uso de aires acondicionados y ventiladores. Esto último ha sido señalado como el mayor problema que se viene presentando desde que comenzara el fenómeno climático, hace ya dos semanas, de acuerdo a los reportes de los medios locales.
Algunos argentinos como Daniel, del porteño barrio de Flores, han decidido enviar a sus familias lejos de Buenos Aires cuando se les acabó el agua que habían acumulado para uso en la cocina y el baño, según comentó al diario Clarín. En su misma cuadra vive una pareja de jubilados que, para soportar el calor, llegaron al punto de cubrir sus cuerpos con grandes toallas empapadas, para tirarse luego a dormir en el balcón, consignó el medio. En otros casos, la única solución ha sido mudarse a vivir con familiares o conocidos que sí tienen electricidad. "Antenoche tuvimos que dormir en el piso por el calor insoportable que hacía. Pero anoche finalmente nos fuimos a la casa de un familiar. Era imposible, y más con una niña de cuatro años", contó Jesica al diario platense El Día, mientras se encontraba a oscuras. Como alternativa al aseo diario con agua y jabón, Liliana, quien está convaleciente de una cirugía, ha debido recurrir a toallitas húmedas, las mismas que se utilizan para limpiar a las guaguas.
Hay, sin embargo, un método tradicional para capear el calor que no pasa de moda, mientras funcione. Piletas, fuentes y juegos de agua de todo el país refrescan a diario a los argentinos que se atreven a cruzar las calles para llegar a ellos.
En Mendoza, las autoridades del zoológico local han debido tomar medidas extraordinarias para evitar que Arturo, el único oso polar que reside en Argentina, no se muera por las altas temperaturas, que el lunes alcanzaron los 39 °C. Hasta el jueves, Arturo había recibido continuos baños con manguera y dormía con aire acondicionado. La preocupación por su salud radica en que el 24 de diciembre de 2012 Winner, el otro oso polar que tenía el país, falleció en Buenos Aires por hipertermia (exceso de calor) y el estrés de los fuegos artificiales, consignó la agencia EFE.
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