Dublín, Irlanda: Secreto europeo
Sus siglos de historia, parques, cultura y diversion la convierten en un atractivo destino de las lejanas tierras del norte europeo.
Dublín ya no es sólo U2, tréboles, San Patricio, James Joyce, bailes celtas y una pint de cerveza negra Guinness. A pesar de la poderosa sombra que produce Londres sobre los destinos turísticos del norte de Europa, desde hace unos años la capital de Irlanda ha comenzado a renovarse debido al arribo de grandes bancos, compañías hi tech (aquí están las oficinas europeas de Facebook, Google, eBay y Amazon) y un importante flujo turístico. Restaurantes estilosos, hoteles boutiques y shoppings a precios razonables son algunas de las consecuencias. Pero, además, Dublín ha acogido a inmigrantes de todas partes del mundo que han ayudado a darle un nuevo aire a esta antiquísima urbe. Por eso durante su visita, y como dijo The New York Times, "no se sorprenda al encontrarse con cafés internet junto a viejas carnicerías, y acentos eslavos junto al encantador timbre irlandés".
Uno de los fuertes de Dublín es su cultura, Y la National Gallery of Ireland (Merrion Square West esq. Clare St.; www.nationalgallery.ie) es uno de los iconos. El atractivo, además de la entrada gratuita, es su rica colección de arte de los siglos XVII al XX. Destacan Taking of Christ, de Caravaggio, pintado en 1602 y Rooftop in París, de Van Gogh.
Aunque si hablamos de arte y cultura, en una ciudad que fue la cuna de grandes autores, como James Joyce y Samuel Beckett, imperdible es la antigua biblioteca del Trinity College, por donde también pasó Oscar Wilde (www.tcd.ie). Su obra maestra es el Book of Kells, el manuscrito que unos monjes caligrafiaron e ilustraron minuciosamente en el año 800. Afuera aguarda la placidez de esta prestigiosa universidad que derrocha un ambiente jovial y moderno.
LLUVIA Y SONRISAS
De pronto el cielo se nubla y una leve llovizna -institución dublinesa- moja los pasos. La ciudad no es demasiado grande, lo que permite aplanarla y percatarse de que muchas de sus calles no son rectas, que las casas de estilo gregoriano de ladrillos rojos y puertas de colores se repiten en diversos barrios y que las sonrisas de las dublinesas califican entre las más cálidas de Europa.
Muy cerca de Trinity College se ubica Grafton St., la más famosa calle peatonal de la ciudad, con artistas callejeros y tiendas como los legendarios almacenes Brown Thomas (88-95 Grafton St., www.brownthomas.com). En el número 10 se emplaza otra institución centenaria: el Bewley's Oriental (www.bewleys.com), café al que era asiduo James Joyce, cuyo Ulises deambuló por esta calle como los transeúntes afuera del café. Es el momento de sacar una libreta, un lápiz, poner actitud intelectual y comenzar una obra maestra de la literatura. Pero la llovizna termina, un suave sol aparece por la ventana y el café llega a su fin. Al parecer, el mundo tendrá que esperar por el próximo Ulises.
Audífonos. Sunday Bloody Sunday de U2 suena en el Mp3 y tal vez no hay mejor banda sonora para recorrer la ciudad hasta O'Connell St. Con 500 metros de longitud y casi 50 de ancho, la arteria principal del norte de Dublín recibe el nombre del libertador de Irlanda. En esta zona se ubican algunos de los edificios más bellos: la Custom House, el General Post Office, tres teatros -el Abbey, el Peacock y el Gate-, así como dos museos que recuerdan la tradición literaria de Dublín, el Writers' Museum y el James Joyce Cultural Center.
Dublin salió elegida hace poco como la ciudad europea con los habitantes más amistosos, según la encuesta del sitio de viajes TripAdvisor. Y el sitio para comprobarlo es el animado y bohemio barrio de Temple Bar, en el Old Town. Es viernes en la noche y la música en vivo suena en los distintos pubs donde la cerveza aparece en cantidades industriales. Las sonrisas de los dublineses se hacen aún más atractivas y algunos tipos se abrazan y cantan una canción de un equipo de rugby, el deporte más popular de Irlanda.
En este barrio tampoco faltan pequeños restaurantes, cafés y teatros, y se extienden desde Dame St. al río Liffey (columna vertebral de la ciudad), y de Fishamble hasta Fleet St. Durante los fines de semana y con la plaza central como eje, se llevan a cabo tres ferias: de comida; de libros, vinilos y CD, y de ropa, muebles y joyas de nuevos diseñadores en Cow's Lane (www.templebar.ie), donde podrá encontrar productos exclusivos a buenos precios y la hospitalidad a flor de piel de los locales, más que dispuestos a interactuar con los turistas, ya sea con una simple conversación o integrándolos a las actividades artísticas que se realizan por las calles.
¿Cansado? Si es así, es hora de conocer otro imperdible: sus pints de cerveza negra. La ciudad tiene más de mil pubs, muchos con música en vivo. Diríjase al norte del río Liffey hasta el Hughes Bar (19 Chancery St.), que se ubica justo detrás de la tranquila área de los tribunales de justicia. Las plantas de plástico y los tipos con suéters de lana y codos gastados sobre la barra, dispuestos a contar viejas andanzas, le harán notar que se encuentra en el sitio correcto, el Dublín de verdad.
Ahora, mirando el fondo de un vaso de gruesa Guinness, alguien se puede preguntar cómo fabrican tan noble producto. Y para responder tan noble pregunta, el Guinness Storehouse (St. James's Gate, Dublin 8, www.guinness-storehouse.com), la atracción irlandesa visitada por más extranjeros. Es recomendable realizar este tour durante las primeras horas de la mañana, ya desde las 11 comienzan a arribar las sedientas masas de turistas. Aquí podrá conocer el proceso de elaboración de este producto fabricado desde 1759. El paseo termina en el bar situado en el séptimo piso, donde cada visitante puede degustarla. Si le da hambre, vaya al Bruxelle (7-8 Harry Street), donde podrá disfrutar del potente y calórico desayuno irlandés: huevos fritos, salchichas, tocino, porotos y tostadas, todo por unos $ 5.000.
Otro de los imperdibles en la ciudad es el Castillo de Dublín. Símbolo de la dominación inglesa hasta que éste fue entregado a Michael Collins y al Estado libre irlandés, a comienzos del siglo XX. Esta histórica construcción es en realidad muchas. Destacan sus amplios jardines, la Bedford Tower o el Saint Patrick Hall. Desde el castillo es fácil llegar a otras dos edificaciones simbólicas e históricas de la ciudad: las catedrales de San Patricio y Christ Church. Originalmente ambas fueron erigidas en madera por los católicos, pero con el tiempo las dos pasaron a ser edificadas en piedra y a pertenecer a la Iglesia Protestante.
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