El efecto de la muerte en la conducción de Raúl Castro y el futuro de Cuba

Fidel Castro

La duda es si el proceso de reformas se acelerará o si se mantendrá el ritmo de las medidas aplicadas por el actual gobernante.




Por primera vez en toda su vida, Raúl Castro no cuenta con la presencia de su hermano. Desde los años en Birán, en el colegio, en La Habana, el paso por la prisión, la lucha en la Sierra Maestra, el poder y el relevo, siempre contó con la compañía, el consejo y hasta la disputa de Fidel. Fue una dupla permanente: uno era el líder carismático y el estratega, y el otro el "número dos" y el organizador. Y aunque formalmente Raúl Castro ocupa la cima del poder cubano desde el retiro por enfermedad del líder histórico de la Revolución Cubana en 2006, recién a partir de la noche del viernes pareciera que se encuentra verdaderamente solo en esa posición.

Sin embargo, desde que en 2008 asumió como Jefe de Estado y luego en 2011 cuando se convirtió en primer secretario del Partido Comunista de Cuba, comenzó a seguir un camino propio: el de las reformas, la reducción del aparato estatal, el cambio de la ley migratoria y la búsqueda del entendimiento con Estados Unidos. Todas medidas que podrían decirse se alejaban de lo obrado por Fidel Castro en sus décadas en el poder, aunque también respondían a otro tiempo y a un escenario distinto.

Por eso surge la interrogante sobre qué pasará en Cuba tras la muerte de Fidel Castro, si se acelerarán las reformas o se mantendrá el curso de la conducción raulista. Aunque durante sus años de jubilación Fidel esgrimió un tono crítico sobre algunas de las decisiones de su hermano -como cuando dijo que no confiaba en la política de Estados Unidos, pese a los intentos de La Habana de buscar un entendimiento con Washington- algunos analistas consideran que "el menor de los Castro" tenía desde hace al menos ocho años bajo su control todo el poder en Cuba.

Para otros, Raúl ahora queda más libre sin tener que lidiar en forma permanente con la resistencia o freno de su hermano. "Con la muerte de Fidel, la situación política y económica probablemente se abrirá. Le quitará un peso a Raúl. El no tendrá que preocuparse más por las contradicciones con su hermano mayor, una personalidad avasalladora", dijo a la agencia France Presse, Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.

En todo caso, más que la muerte de Fidel el futuro de Cuba puede que esté determinado por lo que haga el próximo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien prometió en la campaña poner fin al deshielo con La Habana, volver a imponer las restricciones, pero en su historia personal él mismo sondeo la posibilidad de invertir en la isla incluso contraviniendo las leyes estadounidenses, como lo aseguró la revista Newsweek.

Richard Feinberg, un ex consejero de seguridad nacional del ex Presidente Bill Clinton, dijo que ahora es menos probable que Trump revierta la apertura de Obama hacia la isla. "Estados Unidos tiene que tener un interés nacional en competir con China y Rusia en la influencia en Cuba y en todo el Caribe, y en ver a Cuba como un aliado natural en contraterrorismo", dijo Feinberg citado por la agencia Reuters.

El próximo relevo

Como sea la muerte de Fidel Castro cierra un ciclo y se produce antes de que Raúl Castro entregue, aunque sea formalmente, el poder en febrero de 2018, con lo que hará cada vez más progresivo el traspaso de las responsabilidades a las siguientes generaciones.

El que aparece con mejores proyecciones para tomar el testigo, al menos en la teoría, es el actual vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, un ingeniero eléctrico y profesor universitario, que nació en abril de 1960, después del triunfo de la Revolución. Fue con la llegada a la cumbre del poder de Raúl Castro, que Díaz-Canel escaló más arriba y quedó más cerca de la primera línea. En mayo de 2009 fue nombrado ministro de Educación Superior, en marzo de 2012 fue designado vicepresidente del Consejo de Ministros y en febrero de 2013. En todo caso aún no conquista el cargo de segundo secretario del PCC que durante más de cuatro décadas ostentó Raúl Castro y que ahora tiene el octogenario José Ramón Machado Ventura.

Pero no se descarta que la sucesión esté pensándose de un Castro a otro Castro. Y quien suena con mucha fuerza es Alejandro Castro Espín, el hijo de Raúl. Pese a que este año no fue elegido para integrar el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, este coronel del Ministerio del Interior sí fue delegado en el VII Congreso del PCC, de abril, y ha ganado cada vez más protagonismo, al punto que ha fungido como asesor de su padre y fue uno de los pocos funcionarios que acompañó a Raúl en sus reuniones a puerta cerrada con Barack Obama en Panamá, en abril de 2015, y en La Habana, en marzo pasado.

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