Esculturas de Edgar Degas llegan por primera vez a Chile

Desde el 1 de septiembre, el Museo de Bellas Artes acoge 73 piezas del impresionista francés, avaluadas en 39 millones de dólares.




Por años se pensó que había sido una extravagancia del artista, una muestra más de su personalidad rebelde. En 1881, el pintor Edgar Degas expuso, en el VI Salón Impresionista de París, la obra La pequeña bailarina de catorce años. De inmediato se desató la polémica. No sólo porque siendo Degas miembro del grupo de pintores impresionistas, en el que se contaban Monet, Manet y Cezánne, entre otros, el artista prefiriera mostrar una escultura antes que un cuadro, sino por la propia naturaleza rupturista de la pieza. Era de cera, medía unos 99 centímetros y representaba a una joven estudiante de danza en posición de espera, vestida con un tutú de algodón y una cinta afirmando el cabello que en realidad era una peluca. Este tipo de materiales nunca habían sido usados para una obra de arte y los críticos la consideraron más un esperpento adecuado para un museo de ciencia.

Degas nunca volvió a exhibir una escultura y los críticos pensaron que habían logrado amilanarlo. Hasta que en 1918, un año después de su muerte, sus herederos y su marchante, Joseph Durand-Ruel, encontraron en su taller algo que no se esperaban: 150 pequeñas esculturas hechas de cera que el artista no le había mostrado a nadie. Cinco años después pusieron en marcha un plan para llevarlas a bronce. Seleccionaron 73, el resto estaba deteriorado, y las dejaron a cargo de la casa de fundición de Adrien A. Hébrard, quien, según contrato, hizo 22 copias de cada molde, las que fueron repartiéndose con los años por el mundo. Hasta hoy, el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) conserva el grupo de piezas número 19, el mismo que desde el 1 de septiembre llega por primera vez a Chile, para exhibirse en el Museo de Bellas Artes, bajo el título de Degas escultor: impresiones de la vida moderna.

Se trata de una muestra única, organizada y financiada por CopArtes y CorpBanca, abierta al público hasta el 30 de octubre y que ya promete convertirse en una de las más exitosas del año. "La colección es una de las más importantes del hemisferio sur y está avaluada en 39 millones de dólares. Pareciera más atractivo llenar el Estadio Nacional con algún grupo de moda, pero CorpBanca optó por esta muestra que llegará a miles de familias de todos los niveles socioculturales", dice Marcelo Forni, director ejecutivo de CorpArtes.

Aunque varias instituciones poseen hoy esculturas de Degas, sólo cuatro museos, incluido el MASP, tienen el grupo completo de las 73 piezas: el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el Museo d' Orsay en París y el Ny Carlsberg Glyptotek Museum, en Copenhague. "El museo tiene obras individuales importantes de Van Gogh, Picasso y Rafael, pero como conjunto, la de Degas es nuestra colección principal y la obra La pequeña bailarina... es la estrella, es como la Mona Lisa del grupo", dice el director del MASP, Teixeira Coelho.

Es tal la relevancia de las piezas, que sólo estos últimos años han salido fuera de las paredes del museo brasileño. En 2009, visitaron un museo en Hamburgo y en Madrid y en 2008 viajaron a EEUU. "No es muy habitual que las prestemos. Y es que no nos gusta mucho tenerlas lejos, pero entendemos que es parte de la misión del museo que el arte circule, no puede quedar sólo para que unos pocos las vean. Y, al mismo tiempo, eso hace que a nosotros también nos presten piezas", agrega Coelho.

DE LA VISION AL TACTO
Miembro del grupo que rompió con el academicismo y fundó la pintura moderna, Degas siempre tuvo una sola obsesión. A diferencia de los demás impresionistas, el artista no pintaba al aire libre, prefería los interiores, fascinado por las escenas de la vida cotidiana y el ballet. Pintó bailarinas en diversas poses, intentando siempre capturar el movimiento, que luego replicó en esculturas. "Fue estimulado por la fotografía, que estaba de moda en esos años. Modeló caballos en distintas poses formando verdaderas secuencias", dice Teixeira Coehlo.

Para Milan Ivelic, director del Museo de Bellas Artes, la exposición marcará un hito en el país. "Será una sorpresa para el público, porque a Degas se le identifica más como pintor que como escultor, aunque en su carrera esta práctica fue muy importante. Fue el único del grupo que se dedicó a esto. Siempre fue un anhelo presentar una muestra de los impresionistas y ahora en cierta forma se cumple, gracias al apoyo de la empresa privada. Simplemente, no tenemos la capacidad presupuestaria para ofrecer una muestra así", cuenta Ivelic.

En 2005, la institución recibió una histórica muestra de esculturas de Rodin, que a poco abrir desató un escándalo, luego de que la obra El torso de Adele desapareciera del museo. "Fue un episodio doloroso y en esta oportunidad estamos desplegando todas las medidas de seguridad. Incluso, estamos trabajando con la PDI (Policía de Investigaciones)", dice Ivelic. "Por suerte, la imagen del museo nunca se vio afectada, la pieza fue recuperada y unos meses después recibimos sin problemas una muestra de Warhol", agrega.

La curatoría, a cargo de los artistas Pablo Chiuminatto y Sandra Accatino y coordinada por Beatriz Espinoza, pondrá énfasis sobre todo en la figura de Degas. "Queremos acercar al público a una faceta poco conocida del pintor , privilegiando el conjunto por sobre la obra individual, allí reside la fuerza de la colección. Estructuramos la sala según testimonios que el mismo Degas dejó, en cartas y declaraciones que han sobrevivido hasta hoy y que fueron la guía de nuestro trabajo", adelanta Chiuminatto.

Luego de la II Guerra Mundial, el banquero brasileño y magnate de las comunicaciones Assis Chateaubriand decidió viajar a Europa para formar su propia colección de arte, aprovechando el descenso de los precios en el mercado del arte, debido a la depresión posguerra. Ayudado por Pietro Maria Bardi, quien sería el primer director del MASP, adquirieron en 1951 la colección Degas, a través de dos galerías privadas. "Lo que se adquirió en esa época sigue siendo lo mejor del museo", dice el curador brasileño.

La opción de Degas de nunca mostrar sus esculturas sigue siendo uno de los mayores misterios de su vida. Unos piensan que eran simples modelos para sus pinturas, sin embargo, otros afirman que se acercó a esta disciplina por la inminente ceguera que lo afectaba. "Se dio cuenta de que el volumen le permitía enriquecer la percepción y complementar su intensa relación con el mundo", dice Chiuminatto. De la visualidad, Degas pasó a ser un artista del tacto.

El artista estaba unido a los impresionistas por la pasión del instante fugaz, sin embargo, nunca le gustó esta etiqueta. "El arte nunca fue menos espontáneo que el mío. Lo que yo hago es el resultado de la reflexión y el estudio. De inspiración y espontaneidad, yo no sé nada", habría aclarado él mismo en una ocasión.

EDGAR DEGAS
Nació en París en 1832. Estudió en el Louvre y fue discípulo y admirador de Ingres. Sus pinturas más famosas son La clase de danza, La orquesta de la ópera y La estrella. Fue amigo de Manet y Renoir. Murió en 1917, a los 83 años.

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