Fernanda Hansen: la rubia matea que conquistó a Camiroaga
La conductora de Viva la mañana, lleva dos meses de relación con Felipe Camiroaga.
La nueva polola de Felipe Camiroaga quería ser estrella de Broadway. Cantante. Actriz. Showoman. Por eso la rubia Fernanda Hansen partió en el Clan Infantil de Sábados Gigantes. Estuvo en obras y musicales colegiales. Y después practicaba en el karaoke Playback, de El Bosque. Pero su familia le pidió que estudiara algo más serio. Y la escolar de ojos verdes del Andrée English School cambió su sueño por Periodismo en la Universidad Católica. Su ilusión por el canto se fue apagando junto a algunos golpes que marcaron esa personalidad rigurosa, "muy, muy matea" y "querendona con sus amigos" -como dicen sus cercanos- que muestra hoy, cuando pasa un complicado momento, tras la caída a caballo que sufrió hace una semana en la parcela de Camiroaga.
Aunque el rostro de Canal 13 y nueva figura de la prensa del corazón ya ha luchado contra pruebas difíciles. Como la separación de sus padres cuando era una niña. O la sorpresiva muerte de su papá, en 2001, debido a un ataque cardíaco fulminate luego de un partido de fútbol dominical. Tenía 50 años. Entonces la joven, que era una católica ferviente, se rebeló contra la religión. "Me desarmé. Cambiaron mis prioridades... Antes era muy estructurada, Virgo, sin capacidad de torcer el brazo. Hoy soy tolerante y no tengo capacidad para el rencor", confesó en revista Cosas en 2008. Allí mismo recordaba que fue su papá el que le decía que "las modelos pasaban por la pasarela, igual que en el campo pasaban las vacas". Y Hansen decidió estudiar y destacarse.
En el Andrée era deportista. Hizo gimnasia rítmica. Atletismo. Hasta que sufrió un problema óseo. Siguió con kung fu y yoga. Y en la universidad "era súper matea, de las que llegaban con los diarios bajo el brazo. No era muy salidora y pasaba 'piola'", recuerda un ex compañero. Entró a hacer la práctica a radio W, donde conoció a Camiroaga, y siguió detrás de pantalla. Hasta que el periodista José Miguel Villouta la vio, la hizo contar un chiste, le gustó y la puso en el programa El Interruptor, de la señal Vía X, en 2005. Más tarde llegó al programa de farándula Mira quien habla, donde estuvo en pantalla con Giancarlo Petaccia, su pareja anterior.
Detrás de cámara, "ella era muy cariñosa con Giancarlo", pero en pantalla Hansen seguía siendo "matea". "Era la única que estudiaba bien las pautas y la que más se preocupaba de su imagen", recuerdan testigos de esa época. "Incluso si el asiento de Viviana Nunes -otro rostro de la producción- estaba más alto que el suyo, Fernanda preguntaba por qué. Y si todas las demás panelistas estaban con el pelo enrulado y el de ella estaba liso, reclamaba", dicen.
Finalmente este año se convirtió en rostro principal en Viva la mañana, en Canal 13. Un desafío interrumpido por el accidente a caballo que la dejará al menos tres meses fuera de pantalla. "Fernanda llora mucho en la clínica. Tiene muchos dolores y está muy afectada... Camiroaga trata de reconfortarla y la visita todos los días", cuenta un cercano a la niña aplicada que lucha por superar esta nueva prueba. Y hacerlo rápido.
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