Finaliza muestra sobre la evolución de la mujer en el mundo de la moda

El 30 de agosto culmina la exhibición Guerra y Seducción que conecta la historia con la estética.




Emotiva y fascinante, Guerra y Seducción es hasta el momento la exhibición más visitada desde que se inauguró el Museo de la Moda. A diez meses de su estreno, el domingo 30 de agosto bajará el telón, dejando en su currículum más de seis mil visitantes e innumerables artículos positivos de destacados críticos de arte de Chile y el mundo.

Cautivante de principio a fin, en un recorrido guiado, que dura alrededor de una hora, el espectador observa con una mirada distinta, educativa y sobrecogedora los códigos de seducción de la Primera y Segunda Guerra Mundial, donde las consecuencias responden a nociones e íconos de belleza radicalmente opuestos entre una guerra y otra, en especial en el estilo de vida de las mujeres.

"Guerra y Seducción tiene un valor muy especial, ya que conecta la historia, la política y la sociedad con la estética y la moda en períodos determinantes para la humanidad. Gracias a ello, logramos en gran medida que se comprendiera nuestro fin como espacio cultural: que las personas entiendan la moda como una herramienta de lectura de nuestro entorno social histórico y cultural.", explica Jessica Meza y Acacia Echazarreta del Departamento de Curaduria.

RECORRIDO IRREVERSIBLE
El recorrido repasa cuatro impactantes períodos, únicos y determinantes en los estilos de seducción y vivir la coquetería: durante y post Primera y Segunda Guerra Mundial.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 
Este enfrentamiento duró cuatro años y la mayoría de los hombres fueron enrolados, lo cual exigió activar rápidamente la economía a través de la mano de obra femenina. Las mujeres, hasta el momento relegadas a cargos secundarios, tuvieron que comenzar a enfrentar un nuevo rol de jefa de hogar, hasta el momento desconocido, que cambió el rol de la mujer, ya que se privilegió la comodidad ante la coquetería.

En ese nuevo sistema laboral, nacieron las llamadas "Munitionnettes" (municioneras), un grupo de féminas que se incorporó a la fábrica de armamentos ante el asombro de todos. Además, desaparece el corsé, y las faldas amplias se acortan y muestran por primera vez el tobillo cuidadosamente escondido durante más de un siglo. Las piezas que más abundan en los clóset femeninos son las blusas de enfermeras para asistir a los heridos, los vestidos negros para vivir el luto y  el traje de dos piezas, reservado hasta ese momento para el deporte y el tiempo libre, por su apariencia masculina que respondía mejor a sus nuevas responsabilidades.  

POST PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Son los llamados "años locos", la década de los 20. Este período se refleja con un modo de vivir donde el  principal deseo es reinventarlo todo. La Primera Gran Guerra había finalizado y se quiere borrar el doloroso pasado. Con la muerte de millones de hombres, la demografía cambia y de paso traza una nueva vía para la emancipación de la mujer. Tras ejercer oficios propios del género masculino, el llamado sexo débil reivindica sus derechos, como es el de votar y disfrutar de los placeres de la vida.

Los cánones de belleza dejan atrás a la mujer voluptuosa del Art Noveau para dar paso a una silueta andrógina,  con un cuerpo esbelto gracias al deporte: las llamadas Garçonne.

Esta nueva mujer lleva el pelo corto, se pinta de día y noche, luce sombreros cloche (campana), viste faltas acortadas hasta la rodilla, conduce vehículos, fuma cigarrillos, se droga y, lo más importante, borra cualquier atributo relacionado con fantasías masculinas ancestrales: el busto se lo faja, el talle no se marca y la cintura baja a la altura de las caderas.

Es una estética nueva al son de las líneas geométricas del Art Deco, y  fruto de una sociedad ensimismada en la velocidad y el movimiento. Sus principales inspiraciones son Coco Chanel en la moda, Louise Brooks en el cine, Suzanne Lenglen en el tenis y Tamara Lempicka en la pintura.

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Este nuevo y loco mundo de los años 20 vuelve a sufrir un terremoto con la Segunda Gran Guerra donde el uniforme militar se convierte en parte del paisaje cotidiano. El racionamiento obliga a ser austero, ya que escasea todo, desde los alimentos, hasta los textiles, cueros y lanas.

La moda empieza a basarse en el reciclaje y la consigna es "faire du neuf avec du vieux" (hacer algo nuevo con algo viejo). Se aprende a vivir sin el cuero, las suelas se rehacen con viejos neumáticos y paja trenzada. Las plataformas que Ferragamo y Perugia habían lanzado antes de la guerra, se vuelven indispensables, las cuales para hacerlas más suaves y apropiadas para caminar, se perfeccionan con madera articulada e incluso se recurre al corcho que es más liviano y no figura en la lista de materiales controlados.

Lo más chic era dibujar una línea sobre la pantorrilla que imite la costura de las desparecidas medias de seda y nacen las lociones para broncear el epidermis y encubrir la blancura de las piernas.

Es en este escenario, donde se empieza a retornar a una moda más sensual y coqueta, con una mujer "ama de casa", elegante y voluptuosa. La mujer estilo Garçonne, queda atrás, y los nuevos íconos de belleza son dos mujeres que acompañaron a las tropas en los momentos más difíciles de la guerra: Marlene Dietrich, quien actuó, animó y acompañó a 1497 tropas, y Rita Hayworth.

Nacen las chicas "Pin Up", mujeres hermosas y generosas de curvas que personifican a una Diosa Guerrera: la mujer norteamericana, audaz y segura de si misma. Los calendarios con este tipo de chicas se convierten en el adorno esencial de los cuarteles de los soldados.

POST SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Al finalizar la guerra, la moda se adapta a esta nueva mujer, que busca reconciliarse con su rol de "objeto de deseo", ya que los hombres escaseaban y había que recurrir a todas las "armas de conquista" entre los pocos que habían sobrevivido.  El cine comienza a tener un rol  determinante en este período y las principales musas inspiradoras son Marilyn Monroe, Silvana Mangano y Brigitte Bardot, por nombrar algunas.

Se entra en un período de fastuosidad, donde la alta costura francesa busca reconquistar a su clientela internacional para poder sobrevivir, donde su principal salvador es Christian Dior, quien devuelve a Paris el status de capital de la moda con su propuesta de una silueta femenina con un talle muy marcado, hombros curvos y faldas amplias que llegan a mitad de la pantorrilla.  El  "New Look"El corsé moderno es el modelador y una de las principales piezas utilizadas, ya que redondea, achica la cintura y realza el busto.  Esa es la figura que marca esos años, consecuencia de un mundo que comenzaba nuevamente a vivir y que necesitaba vivir la sensualidad tras tantos años de guerra y escasez.

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