Islandia, la perla escondida de Europa

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Recorrer parte de la carretera circular que rodea Islandia es la mejor manera de descubrir sus encantos. Glaciares, géiseres y paisajes únicos ofrece esta Isla que nació de las fallas geológicas en medio del océano Atlántico.




Son las 10 de la mañana en Reykjavik, la capital del país y está completamente oscuro. Cuesta creer que el amanecer será recién en una hora, pero hay que moverse rápido y aprovechar al máximo las pocas horas de luz que el invierno en Islandia ofrece. Porque a diferencia de lo que ocurre en el hemisferio sur, en esta parte del mundo, entre noviembre y marzo, se viven las noches más largas del año.

En medio de la oscuridad un grupo de argentinos comparte un mate. Pasaron la noche en un camper que arrendaron, una de las maneras más cómodas y populares para viajar por estas tierras vikingas. El recorrido que toma la mayoría de los viajeros es por la Ring Road, la carretera circular que abarca casi toda la isla, pasando por pequeños pueblos y las principales atracciones. "Quisimos venir en estas fechas porque queremos ver auroras boreales, hoy hay muchas posibilidades", comenta uno de ellos.

La primera parada de esta aventura es el valle Reykjadalur, ubicado a 45 kilómetros de Reykjavik. El intenso olor a azufre y fumarolas pequeñas que se ven a lo lejos advierten que el volcán Hengill está cerca. Aunque la última erupción del volcán fue hace dos mil años, la zona es de alta actividad geotermal y tras una caminata de 40 minutos por un sendero de mediana dificultad, se llega hasta unas piscinas naturales. Pero son pocos los que se atreven a lanzarse a las aguas calientes, porque afuera la temperatura no supera los dos grados.

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Piscinas termales en el valle de Reykjadalur.[/caption]

El círculo de oro

El viaje se retoma por la carretera circular en dirección al este para llegar hasta el Parque Nacional de Thingvellir, que junto al valle de Haukadalur y la Cascada de Gullfoss forman parte del círculo dorado, uno de los circuitos más turísticos de la isla.

El camino que lleva hasta el parque se eleva levemente, dando paso a la vista de pequeñas montañas nevadas. Tras pasar un par de curvas aparece una extensa estepa interrumpida por varias fisuras y suelos rocosos, pequeños arroyos que se dispersan a lo largo del valle, caídas de agua y una gran vegetación amarilla que la cubre. Este paisaje único en el mundo esconde un secreto bajo sus pies: es el punto de encuentro de las placas tectónicas norteamericana y euroasiática, las que se mueven constantemente, distanciándose un centímetro por año. Arriba, en la superficie, Thingvellir refleja estos desplazamientos milenarios y erupciones volcánicas submarinas, los que le otorgan a Islandia el honor de ser el país donde se juntan los continentes de América y Europa.

Sin embargo, este lugar no sólo es geográficamente impresionante. La historia política de esta isla nació precisamente aquí en el año 930, cuando se instauró el primer parlamento islandés. A este lugar llegaban una vez al año representantes de los distintos clanes para discutir leyes y llegar a acuerdos.

A medio camino entre Thingvellir y las cascadas se encuentra el valle de Haukadalur. Aquí se localiza Geysir, el géiser más antiguo que se conoce y al que deben su nombre todos los géiseres del planeta. A simple vista el paisaje no se ve distinto al del resto del camino, formaciones rocosas cubiertas por vegetación casi musgosa. Pero un tumulto de turistas da las primeras pistas de que algo pasará: el grupo está rodeando el géiser y esperan ansiosos con sus cámaras, listos para captar el momento en que la tierra dispara agua. En este lugar se pueden observar las instalaciones geotérmicas que le dan autonomía eléctrica a la isla y un segundo géiser, el Stokkur, cuya columna de agua caliente explota también cada 10 minutos.

La parada final del círculo dorado es la Cascada de Gullfoss, ubicada a 36 kilómetros del valle geotermal. El intenso viento de esta zona congela la cara de todos los que se acercan a las barandas para ver de cerca la monumental caída de agua. Este lugar sintetiza a la perfección la geografía de Islandia; una gran grieta y dos impresionantes saltos obedecen a la ruptura de las placas, mientras que las abundantes aguas del río Hvítá provienen de los glaciares de las partes altas de la isla.

Siguiendo por la carretera hacia el este y dejando atrás el círculo de oro, se llega hasta el lago glaciar Jökulsárlón, el más grande de Islandia. La carretera va bordeando la costa con el mar Atlántico de fondo por la derecha y el Parque Nacional Vatnajökull por la izquierda. La cercanía con el mar hace que una espesa bruma entre y dificulte la conducción haciendo que el paisaje sólo se descubra a corta distancia. Y así sucede con Jökulsárlón, el lago de 18 km cuadrados que brota desde el glaciar de Vatnajökul, que aparece repentinamente en el camino. En sus aguas turquesa enormes bloques de hielo flotan y se arrastran lentamente hacia el mar.

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La cascada de Gullfoss.

La cascada de Gullfoss.[/caption]

De regreso al oeste de la isla

Islandia es muy visitada todo el año, en invierno y verano. Tan sólo pequeños pueblos y granjas se observan en las rutas que separan un atractivo de otro. Pero la mayoría de la población se concentra al oeste de la isla.

Selfoss es uno de estos lugares; con seis mil habitantes, es la ciudad más grande del sur de Islandia. Hasta este lugar llegan muchos visitantes para abastecerse de combustible y comida mientras siguen su camino hacia sectores más inhóspitos en busca de auroras boreales. Con ayuda de mapas satelitales predictivos se van moviendo por caminos alejados de la ciudad y sus luces artificiales, porque para verlas se necesita oscuridad absoluta, además de cielos despejados. Entre las 10 y las 11 de la noche las posibilidades aumentan y bien lo sabe el grupo de argentinos que viajó hasta esta remota isla para ver las luces del norte. Y están de suerte porque tras varios días haciendo guardia y pasando la noche en medio de la nada, logran ver cómo el cielo ilumina con luces que se mueven fugaces y desaparecen rápidamente.

El viaje continúa hasta el pueblo pesquero de Grindavík, una localidad de origen vikingo de tres mil habitantes. Su principal atractivo es la Laguna Azul, ubicada en las cercanías del complejo geotérmico Svartsengi. El intenso color de sus aguas, el vapor que lentamente emana de ella y el paisaje que la rodea, hacen olvidar que se trata de una laguna artificial. Pero nada de eso importa a quienes llegan hasta ahí para aprovechar las propiedades terapéuticas de sus aguas.

El viaje finaliza en la capital, y durante el corto camino de regreso desde la laguna, un sol invernal se asoma a eso del mediodía. Los días anteriores han sido grises y a ratos lluviosos, por eso la salida del sol sorprende a todos los viajeros que van en la ruta, lo miran y disfrutan, porque saben que en breve se extinguirá sobre el mar.

El boom turístico de Islandia

Hace algunas semanas Islandia anunciaba que su economía se normalizaba a nueve años del inicio de su recesión. Lo que más llamó la atención fue que siguieron un camino poco usual y no rescataron a sus bancos, al contrario, dejaron que cayeran en la bancarrota y la crisis se hizo patente. Pero esta situación fue una oportunidad para abrirse al mundo, porque al devaluarse la corona islandesa, el país se hizo más barato y  atractivo para los extranjeros. Hoy el turismo es una de las principales actividades de su economía. El año pasado más de un millón y medio de visitantes llegaron hasta la isla, lo que contrasta con los 500 mil registrados hace cinco años.

Islandia, a la vanguardia de la democracia

Tal vez sea la antigüedad de su democracia la que ha impulsado a sus ciudadanos de hoy a exigir una serie de cambios que a los ojos del mundo resultan vanguardistas. En 1976 una huelga de mujeres paralizó Islandia y lo posicionó como el país más feminista del mundo. Entre 2008 y 2011 una serie de protestas por efecto de la crisis forzaron la renuncia del gobierno y una asamblea constituyente, y hace algunos meses el Parlamento aprobó una ley que obligaba a las empresas a igualar salarios entre hombres y mujeres. Islandia es en la actualidad un referente político y de igualdad.

La Ring Road

Es la carretera circular que rodea toda Islandia. Se inicia en Reykjavik y tiene una extensión de 1.340 kilómetros, que recorren los principales atractivos de la isla, así como también zonas no habitadas. Es de doble sentido, pero, pesar de ser la principal vía de comunicación, tiene un solo carril para cada dirección. Su construcción finalizó en 1974.

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