Jaime Collyer: "Este país no soporta por mucho rato tener un boom editorial"
El autor de Gente al acecho publica el primer tomo de sus cuentos completos, Los héroes. Editado por el sello Catalonia, el volumen ya está en librerías. Nombre central de la Nueva Narrativa Chilena de los 90, Collyer recuerda el éxito de público de aquellos años y dice que "después todo se chacreó un poco".
En enero de 1997, en pleno auge editorial chileno, The New York Times comentó con elogios los relatos de Jaime Collyer (1955). "Un narrador nato" fue el calificativo que le dedicó el diario por la traducción al inglés de su libro Gente al acecho (1992). El volumen había recibido el Premio Municipal de Santiago y fue uno de los éxitos de la llamada Nueva Narrativa Chilena.
Veinte años después, Collyer recupera aquellos relatos y otros en Los héroes (Editorial Catalonia) , el primer tomo de dos que reunirán sus cuentos completos. "Es una recopilación de todo lo que he publicado y además rastreé los cuentos que estaban por ahí desperdigados", dice.
Los héroes es producto de un trabajo de búsqueda y recuperación de textos perdidos y que eran difíciles de encontrar, señala Collyer, como Estrella Fugaz, Solo de Piano y Warrior. "Para mí es un libro necesario, que finalmente organiza los cuentos y los deja en su nicho, en su cajón, como un testimonio de lo hecho y de ahí puedo seguir escribiendo tranquilo".
Los relatos atraviesan las distintas etapas de su trayectoria a partir de sus años de formación: "Uno de ellos, Días de visita, lo escribí a los 21 años en un taller literario de la USACH. Después de leer varios cuentos que resultaron muy malos y que fueron muy apaleados, este fue el primero que provocó una cierta resonancia en la audiencia, y le tengo un cariño infinito".
Mientras escucha un disco del pianista japonés Ryuichi Sakamoto, Collyer vuelve sobre los primeros años de su trayectoria, aquella época que algunos teóricos y críticos literarios denominaron Nueva Narrativa y que reunía a escritores tan diferentes como Alberto Fuguet, Gonzalo Contreras, Carlos Franz y Ana María del Río.
"Por alguna razón extraña el público se había volcado a leer autores locales", recuerda. "Entonces se empezaron a publicar escritores chilenos, pagaban anticipos, se profesionalizó el medio y todos empezaron a escribir muchísimo; fue muy estimulante, en una época donde políticamente seguíamos muy jodidos. Pero después todo se chacreó un poco, se volvió a los números de antes. Este país no soporta por mucho rato tener un boom editorial, aquí parece que a los críticos y a las propias editoriales les acomoda mucho más una medianía".
Fueron los años en que fue elogiado en The New York Times ¿Qué significó ello para su carrera?
Entrar en Estados Unidos con un sólo libro y con una buena crítica no es lo que suele ocurrir; ese es un trabajo de largo aliento, hoy puede entrar Bolaño, pero no puede entrar cualquiera, ni siquiera logró entrar el argentino Tomás Eloy Martínez con La novela de Perón, que había sido grito y plata en Argentina y España. Entonces eso me ayudó en términos de prestigio, me dejó muy aplomado, que The New York Times comente que tú eres un muy buen narrador es algo muy satisfactorio para el ego.
Cuentos que adquieren vida
Sicólogo de profesión y traductor de Shakespeare, John Donne y Aldous Huxley, su interés por el relato lo ha hecho problematizar sobre el género: "El cuento persiste en su rebeldía y cualquier modelo que se proponga para definirlo se llena al instante de excepciones". Son las reflexiones que anota en el prólogo de este libro que agrupa parte de las historias de Gente al acecho (1992), La bestia en casa (1998) y La voz del amo (2005). "Lo mejor es dejar que los cuentos pataleen solos ante el lector, se defiendan solos y a veces mueran solos", dice. Conclusiones que dan vida propia a los relatos; es el caso de Cuento sumido en la tristeza, la historia de un escritor que una noche oye sollozar a uno de sus cuentos.
¿Cómo llegó a concluir que sus cuentos tienden a rebelarse?
Nunca he tenido demasiado control sobre mis cuentos, ellos adquieren vida propia. Me ha ocurrido que he estado trabajando en una historia y me doy cuenta que esa historia son dos en una, que estoy mezclando dos ideas y entonces tengo la sensación clarísima de que tengo que pararme, agarrar esos cuentos y desgajarlos. Y siempre me queda la impresión de que al desgajarlos estos cuentos sufren y les duele e incluso quedan sangrando; se vuelven cuentos sangrantes que cuando logran cicatrizar, el resultado son dos cuentos bastante razonables.
¿Quiénes son los héroes en estos relatos?
Es la gente común. Este primer tomo reúne aquella vertiente con temáticas más urbanas, gente que está hastiada de su trabajo o que está en una relación amorosa que no funciona y de ahí el concepto de los héroes. En la vida cotidiana siempre hay un aspecto de heroísmo necesario, debemos batallar contra el mal humor ajeno y el propio, con las cuentas pendientes y con las tensiones que rodean la vida contemporánea. Ahí nace una sensación de heroísmo que nos acompaña, pero es un heroísmo anónimo, que no tiene estatuas ni monumentos.
¿Quiénes espera que lean los cuentos de este primer tomo?
Hay un montón de gente que me leyó en los 90 y debido a que algunos libros quedan descontinuados, no alcanzaron a leerlo todo y ahora podrán hacerlo. También hay un grupo de gente que está entre los 35 y los 40 que puede interesarse, y hay también jóvenes a nivel universitario que yo creo que manejan mi nombre pero no han tenido mis libros en sus manos. Yo espero que funcione para ambos lados y también me hace mucha ilusión que los jóvenes de generaciones emergentes los lean, que sepan que hubo algo así aquí, porque hoy se escribe de manera muy sucinta, frase corta y sin mucha floritura en el lenguaje, yo soy más bien de la otra escuela y hay que mantener esa llama viva.
¿Qué le llama la atención de la nueva generación de escritores?
Lo más rico hoy por hoy está en las editoriales independientes, yo conozco a un par de nuevos escritores que están ahí y son muy buenos. Me llama la atención Alejandro Rojas que escribió La ocupación, Patricio Jara, que ahora está en las mega editoriales, Diego Zúñiga con Camanchaca, y Rodrigo Ramos Bañados con Namazu, él me parece espectacular.
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