John Cochrane, economista: "El peligro real no es quién gane la elección en EE.UU., sino el caos que puede seguir"

John Cochrane

John Cochrane, economista de la Escuela de Negocios Booth, de la U. de Chicago, cree que si bien puede haber efectos de corto plazo a partir del resultado del martes, las perspectivas para después de los comicios son mucho más determinantes: "Todas las cosas importantes van a pasar después", advierte.




Por años se ha discutido si la derecha es buena para los mercados y la izquierda, desfavorable. En Estados Unidos esto se traduce en republicanos vs. demócratas y la cuestión podría empezar a dilucidarse el martes, cuando hacia el final del día uno de dos, Donald Trump o Hillary Clinton, resulte electo presidente del país más poderoso del mundo.

La verdad, para John Cochrane, académico de la Escuela de Negocios Booth, de la Universidad de Chicago, es que los datos existentes sobre el comportamiento de los mercados en períodos con gobernantes republicanos y demócratas no son inmensamente concluyentes.

"Los republicanos, por cierto, ponen un mayor énfasis en el crecimiento, en el intercambio comercial y en asuntos que, en definitiva, son buenos para el mercado, pero Trump tiene poco que ver con los republicanos tradicionales", dice al teléfono.

Una serie de eventos podrán desatarse en los mercados la semana entrante: el dólar tiene incorporada una victoria de Clinton, pero podría hundirse si es electo Trump, tal como la libra se desplomó tras la aprobación del Brexit.

Las tasas soberanas, asimismo, podrían saltar si los agentes perciben que habrá locuras en política exterior. Si adquiere fuerza el ánimo anti-TPP de los dos candidatos, la parte de Asia que rodea a China podría sucumbir en caos, cree Cochrane.

Pero ante todos estos eventos de corto plazo, y otros, el economista tiembla frente a las perspectivas que se abren después de las elecciones. "Todas las cosas importantes van a pasar después" de éstas y "el peligro real no es quién gane, sino el caos que puede seguir".

¿Tiene ya alguna idea de quién va a ganar?

No puedo decir nada mejor de lo que las encuestas están mostrando: una pequeña ventaja de Clinton. Si se cuentan los estados, creo que ella va a lograr quedarse al frente.

¿Disipará el fin de las elecciones las incertidumbres en el mercado?

El problema es que sabremos quién gana la elección, pero todas las cosas importantes van a pasar después de las elecciones: quién va a liderar el Partido Republicano, qué pasará con esta historia de corrupción sin precedentes al interior del Partido Demócrata, si Estados Unidos será capaz de aprobar las reformas que todos saben, en ambos partidos, que se necesitan o si seguiremos peleando otros cuatro años…

¿Es verdad que los republicanos son buenos para el mercado y los demócratas no tanto?

Los datos no son muy concluyentes. Pero en realidad no se trata tanto de partidos o programas de campaña, sino que del nivel de disfunción que continuará habiendo o no en Washington. No hay cosa tal como que con Trump va a pasar esto y con Clinton va a pasar esto otro.

Pero cada uno ha propuesto cosas específicas...

Trump ha dicho que será muy agresivo en el área comercial. Si lo logra, va a ser malo para todo y todos. Pero Clinton también ha dicho que pretende restringir el intercambio, y si lo logra, va a ser perjudicial para todos también. Dicho esto, los mercados ya han incorporado la noción de que Estados Unidos va a sufrir un retroceso en ese aspecto.

¿Ve diferencias sustantivas en el plano regulatorio, que puedan favorecer o perjudicar a las empresas?

La esperanza para combatir las regulaciones proviene del plan Better Way (Mejor Manera) de Paul Ryan, en la Cámara de Representantes. En Estados Unidos y en el extranjero la opinión pública les presta demasiada atención a los presidentes y a programas de campaña. Esas promesas van a desaparecer en el minuto en que uno de los dos gane la elección. Durante 50 años, distintos presidentes han dicho que se debe hacer algo sobre las regulaciones y, luego, de alguna u otra manera, las regulaciones empeoran. Clinton ha dicho que quiere más regulaciones. Trump, que quiere hacer algo al respecto. Pero lo verdaderamente importante en este plano tiene lugar en el Congreso y en el grado de éxito que tenga Paul Ryan con su plan de controlar las regulaciones. La suerte de este plan depende menos del presidente que de quién gane la Cámara y el Senado. Si Ryan logra una fuerte mayoría en ambas salas, ese plan concreto para reducir el peso de las regulaciones tiene una gran chance de aprobarse y eso puede ser favorable para el país y para los mercados. Si, en cambio, todo permanece más o menos como está, no creo que pase mucho en el frente de las regulaciones.

¿Cree que Trump es tan malo como en general se lo pinta?

El grueso de la gente sensata entre republicanos y demócratas son férreos defensores del libre comercio, no solo porque supone un beneficio económico, sino porque consideran que la apertura comercial es vital políticamente en términos de política exterior, de mantener orden en el mundo. Si los políticos no quieren inmigrantes, entonces lo menos que pueden hacer es comprarles lo que tengan que vender, de modo de permitirles quedarse en casa. ¿Podrían los Donald Trump o los Bernie Sanders descarrilar eso y causar daño, y cuánto daño pueden causar? La respuesta a eso está menos en quien gane la elección que en quien ganará la batalla después de las elecciones. ¿Quién tomará el control del Partido Republicano? Ahí veremos.

Clinton quiere subir impuestos y Trump ha dicho que no. ¿No subirlos puede empeorar el déficit fiscal y el perfil de la deuda?

Lo que Estados Unidos necesita más que nada no es más o menos impuestos, sino que limpiar el asqueroso estado de nuestro Código Tributario. Un presidente no resulta electo e inmediatamente lo modifica, sino que los cambios deben ser aprobados por la legislatura, proceso que debe comenzar en la Cámara de Representantes, que está controlada por los republicanos. Si los republicanos conservan este control, Clinton electa puede visitar a Paul Ryan y decirle acá está mi plan tributario, y él le va a decir ¡qué bueno que vino a vernos! Los republicanos están realmente ansiosos por simplificar el desorden del Código Tributario, los impuestos a las empresas y a las personas. Podría darse una dinámica de negociaciones.

¿Pero subir impuestos contribuiría a evitar una baja crediticia como la de 2011, por ejemplo?

Estados Unidos tiene problemas con la deuda, pero no a la escala latinoamericana. El downgrade se debió a un tema técnico: si el gobierno no subía el límite de la deuda no iba a poder pagar intereses. Pero no se va a caer en eso. El secreto para pagar la deuda no es subir impuestos. Esto último fulmina el crecimiento económico, y como consecuencia, el perfil de la deuda incluso empeora. Ya lo vimos con los programas de austeridad en Europa. Por el contrario, limpiar la estructura del Código Tributario crea condiciones para que el Fisco aumente su recaudación sin tener que generar distorsiones económicas. Tenemos, por ejemplo, esta locura que le permitió a Donald Trump evitar el pago de algo así como US$ 1.000 millones en impuestos con complicadas maniobras. Si eso no hace que los americanos quieran sanear el sistema tributario, no sé que pueda hacerlo.

Ante tanta incertidumbre, ¿cree que en Estados Unidos las tasas soberanas se mantengan bajas?

Las tasas de interés van a volver a estar altas si una de dos cosas ocurren: si el crecimiento económico finalmente revive y las empresas vuelven a invertir o si la gente empieza a cuestionarse si Estados Unidos es un país serio o empieza a parecerse a Argentina.

¿Cómo las elecciones y lo que viene pueden afectar el flujo de capitales a los mercados emergentes?

Si Estados Unidos comete una gran estupidez en el plano comercial, ciertamente va a pegarles a los mercados emergentes. La cuestión es si queda o no en Estados Unidos suficiente sensatez como para no caer en eso. Si el país comete una gran estupidez en política exterior y una parte del mundo estalla también les va a ser negativo. Pero el peligro en este plano no es si Trump o Clinton tienen un plan u otro. El real peligro para los próximos años es el caos. La investigación permanente del Congreso sobre la ética de Clinton ya empezó. ¿Vamos a pasarnos cuatro años dominados por eso? Y, luego, si Trump sale elegido, se desata una apuesta loca sobre cómo va a administrar al país. No ayuda que alguien diga que si Rusia invade a Lituania no sabemos si los vamos o no a ayudar con la Otan o no. El peligro real no es quién gane, sino el caos que puede seguir.

Si prevalece el riesgo de caos, ¿cree que entonces los usuales refugios, como el oro y el franco suizo, se aprecien nuevamente?

Esa es la gran pregunta: cuándo el riesgo de caos se va a reflejar en mayor volatilidad en Estados Unidos. Y si el país pierde su condición de lugar seguro y se torna volátil, eso significa que el resto del mundo se hace volátil y turbulento también. Pero hay que entender una cosa. La estructura constitucional básica es bastante sólida y puede sobrevivir. Nosotros ya interpelamos a un presidente por obstruir a la justicia eliminando grabaciones y ahora tendríamos una que borra e-mails. Pero hay un grado mínimo de competencia desde la segunda línea de la burocracia americana hacia abajo, que puede permitir la marcha del país por un tiempo antes de que todo se desmorone.

¿El dólar va a moverse siguiendo el resultado de esta elección?

Creo que el valor del dólar ya tiene incorporada una victoria de Clinton, de modo que si ésta gana no habrá sorpresas. La pregunta que queda es qué pasará con el dólar si Trump gana. Y acá pueden pasar dos cosas. Una, puede parecerse al Brexit y el dólar cae, porque Trump va a hacer locuras o el mundo entra en caos y en ese entorno Estados Unidos sigue figurando como un polo de liderazgo, en cuyo caso el dólar sube.

¿Qué entiende por locuras?

Trump ya ha dicho que quiere cortar el comercio con China y que quiere construir una muralla en la frontera con México. Lo otro es renunciar al TPP, que más que un asunto económico es una cuestión de política exterior mucho más importante. Con eso les estaríamos diciendo a todos los países alrededor de China que están solos, lo cual generaría caos en toda Asia.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.