José Rojas y su presente en Universidad de Chile: "Ya no me entran balas"
El defensa dice que hoy está preparado para asumir un traspaso frustrado, una eventual suplencia. También las burlas.
Nada parece poner de rodillas a José Rojas. Sí, hay cosas que lo golpean, y mucho. Como ocurrió con la muerte de su pequeño hijo en abril pasado, en pleno período de gestación. Después de eso, nada puede ser peor, asegura. "En el fútbol, claramente no", confiesa, mientras sorbe un café latte de vainilla en uno de sus lugares preferidos en la ciudad.
"Cuando pasó todo lo de mi hijo, estuve cerca de largar todo. Fue muy doloroso todo lo que vivimos con mi esposa, Patricia. De verdad, creía que ya nada tenía sentido. Uno puede sobreponerse a muchas cosas, a transferencias que se caen, a títulos que pierdes con el equipo, pero a la muerte de un hijo, eso no lo esperas nunca", reconoce el capitán de Universidad de Chile, líder del torneo de Apertura después de las primeras cinco fechas.
Cuando pasó todo ese tema, estaba a punto de ingresar a la preparación del Mundial. ¿Habló con Sampaoli sobre la chance de no ir más que nada por un tema sicológico?
No. Nunca se tocó el tema. Es más, él me dijo enseguida que tenía que seguir metiéndole para adelanta y que no aflojara, entendiendo, en todo mi caso, mi dolor. La verdad es que estoy muy agradecido por el apoyo que me dio en ese momento, así como a mucha otra gente que nos acompañó en esos días tan dolorosos.
El traspaso que no fue
Rojas muestra un tatuaje con un signo de marinero, que se hizo junto a su esposa, que representa el recuerdo del hijo que ya no está. "Ahora cada cosa que hago, se la dedico a él. Es una especie de ángel que tengo en el cielo, que me cuida permanentemente", cuenta el defensor.
El jugar en el Mundial, aunque fuera unos minutos, debió representar un bálsamo para todo lo que vivió. Pero vuelve y otra vez te choca con una piedra: su fracasado traspaso al Fujairah, de los Emiratos Árabes Unidos.
Para muchos pudo ser así. Y en parte pueden tener razón porque siempre manifesté mi intención de jugar nuevamente en el extranjero. Pero a diferencia de las otras dos ocasiones donde se frustró la transferencia, esta vez no me afectó.
¿En serio? Por ahí con las cifras que se hablaron, era como para asegurarse la vida.
Pero es que nunca hubo nada firmado. Sí me enteré de las intenciones del club de allá, mi representante siempre me estuvo informando. Pero al mismo tiempo jamás me desligué de la U. Al contrario, seguí entrenando porque sólo pensaba en ponerme rápido a la par de mis compañeros y entrar a la cancha.
Pero por su edad (31 años), era el momento quizás de salir.
Puede ser, pero es que esta vez no pasó ni por mí ni tampoco por la U. Allá no respaldaron la oferta y frente a eso es poco lo que se puede hacer. No podía obligar a la U a venderme si no existían las garantías mínimas. Y, como te dije antes, en ninguna parte del mundo voy a ser más feliz que en la U.
Puede sonar a consuelo frente a tantas decepciones con los traspasos.
Eso lo puede llegar a pensar alguien que está afuera. Pero si no has sentido el cariño de la gente de la U, como lo he vivido yo, claro que te pueden sorprender mis palabras. Soy un agradecido de todo lo que me expresan. No sólo en las buenas, que han sido muchas. También en las malas. La cantidad de mensajes que me hacen llegar por redes sociales, los saludos en la calle. Eso es impagable.
¿Cuánto le afectan las burlas?
Qué burlas.
Los memes y afiches que hacen con cada traspaso fallido.
A esta altura de mi carrera, me da lo mismo. Ya no me entran balas. ¿Te parece que me puede afectar algo así? Además, quiénes son los que lo hacen. Jamás dan la cara. Entonces, ni siquiera podría decirle algo a un anónimo.
A algunos les afecta lo que se dice afuera.
Pero si pongo esas cosas en la balanza en relación a todas las muestras de cariño que me da la gente de la U... Que la hinchada más grande y fiel del país te quiera y aprecie, es algo que nada puede opacar.
El presente azul
El momento del equipo tampoco parece que nada lo puede opacar.
Estamos bien. Pero con los pies en la tierra. No hemos ganado nada, salvo los primeros partidos de un campeonato que asoma exigente.
Pero sacaron una ventaja que muchos quizás ni imaginaban.
Es verdad. Creo que nadie podría haber afirmado antes del torneo que íbamos a estar líderes, invictos, y con puntos de ventaja especialmente sobre nuestros clásicos rivales. Pero eso mismo te marca lo competitivo que está este torneo. No puedes pestañear. La clave es jugar todos los partidos como una final. Este grupo tiene hambre de gloria y no vamos a desaprovechar la oportunidad.
¿Cómo asume el plantel el empate frente a Iquique, el viernes en Valparaíso?
Fue un partido extraño. Creo que abrir temprano el marcador nos relajó en cierto modo. Ahora debemos sacar lecciones. En esta clase de torneos no puedes pestañear, te repito. Lo rescatable es que no perdimos, pero no nos puede pasar algo así nuevamente. Queríamos ganar para seguir lejos arriba pero ya asumimos. Me quedo con la actitud que dejó el grupo para ir siempre adelante.
¿Qué le pareció Martín Lasarte? No lo conocía y, además, se integró tarde a su trabajo por la participación en el Mundial.
Una gran persona. Creo que necesitábamos un técnico de sus características. Quizás para afuera asoma como alguien muy tranquilo, pausado. Pero es muy apasionado en lo que hace, tiene un don de mando que no es habitual. Y en ese sentido el equipo también lo aprecia de esa manera.
¿Le sorprendió su manejo?
Más que sorprenderme, me agrada su forma de ser. Es un tipo muy educado, pero que sabe cuando alzar la voz. Además, tiene un cuerpo técnico muy preparado.
En la UC algunos hinchas ya los están extrañando.
Eso no lo sé. Pero sin duda que todos son profesionales de un alto nivel. El preparador físico realmente es muy preparado. Y creo que eso se ha visto en la cancha. Y el ayudante, Neme, tiene un gran manejo de grupo. Es el puente entre Martín y el plantel. Por ahí los ayudantes pasan desapercibidos, pero no es este caso. Él es un técnico más y eso ayuda muchísimo.
Conversaron ustedes, los mayores, con Lasarte. ¿Se tocaron temas del pasado, sobre todo del clásico universitario suspendido?
No. Hablamos del equipo, de lo que representa la U. De la importancia de devolver al club a los primeros lugares después de un período complicado. Pero él ya tenía un diagnóstico claro.
¿Qué le comentó?
Esas cosas me las reservo. Pero sí sabe lo que representa estar acá. Sabe que no basta con ganar un título local. Acá hay que apostar siempre a ganar algo internacional. Eso
¿Habló con él sobre su suplencia en el arranque del torneo?
No. Lo asumí como debía hacerlo. Además, me había incorporado tarde a los entrenamientos por el tema del Mundial. No pasa nada.
¿En serio no le molestó?
Mira, como te dije antes, me da lo mismo lo que digan o escriban a esta altura. Ya estoy curtido. A esta altura de mi carrera quiero estar tranquilo. Sé que ser el capitán de la U acarrea una mayor atención, y con el tiempo lo he sabido asimilar. Lo hablamos y siempre quedó claro que iba a sumar desde cualquier lugar que me tocara estar. Quizás, para la gente sea extraño verme en la banca, pero yo acá estoy para sumar desde donde decida el entrenador.
Pero no debió ser cómodo estar en la suplencia.
El equipo estaba jugando bien. Era lógico que se mantuviera una línea. Pero la gente desconoce, por ejemplo, que Martín (Lasarte) me preguntó antes de la primera fecha cómo me sentía, porque me quería hacer jugar. Pero como estaba el tema de la transferencia, al final preferimos que no concentrara. Así que si quieren polémica, no la encontrarán.
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