La Andrómeda extraviada de Rodin y su lazo con Chile
En el año del centenario de la muerte del artista francés, la casa de subastas parisina Artcurial expondrá y subastará una de las cinco copias de un mármol perdido hacía 130 años y que estaba en Madrid, en manos de la familia chilena Morla Lynch.
POSEIDON, soberano griego de los mares, se enfureció al percatarse de cómo Casiopea presumía de su inmutable belleza. La ira del dios de las aguas fue tal, cuenta el mito, que inundó la tierra y liberó de su jaula a Ceto, una bestia marina entrenada para exterminar hombres y mujeres, los ganados y las costas del país. Pero Cefeo, esposo de Casiopea, sabía por el oráculo de Amón cuál podía ser la solución: sacrificar a su hija Andrómeda y saciar con su carne el hambre del monstruo. Desnuda, y con unas pocas joyas sobre su piel, la joven fue encadenada a una roca del acantilado, a la espera de su condena.
El relato no sólo arrojaría a Sófocles y Eurípides a escribir algunas de sus tragedias más conocidas. Siglos más tarde harían lo propio artistas tan reputados como el francés Gustave Doré, quien pintó en 1869 su famosa Andrómeda encadenada a una roca. Dieciocho años después, otro ineludible del arte del siglo XIX y compatriota suyo, el escultor Auguste Rodin (1840-1917), comenzó a bocetear la silueta de la que sería una de sus obras de mayor resonancia.
Ese año, Rodin tomó el mármol y comenzó a esculpirlo hasta obtener una primera versión de la pieza. Sin embargo, insatisfecho con el resultado, replicó el molde de una mujer boca abajo sobre una roca hasta terminar cinco copias, cada una distinta de las otras. Dos de ellas se exhiben hoy en los museos que llevan su nombre, en Filadelfia (EEUU) y París, otra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, y la cuarta forma parte de una colección privada.
De la quinta y última, en tanto, se había perdido todo rastro desde 1888. Se volvió un verdadero mito, tal como el relato del que provino su bella protagonista. "A lo largo de su vida, Rodin se inspiró en los viejos mitos y en la literatura clásica. Esto alimentó su imaginación y sobre todo su enfoque para delinear esculturas con cuerpo y alma. Sin embargo, no pensó en retratar a Andrómeda en esta obra y se sabe que sólo la bautizó así después de haberla terminado. Debió convencerse al verla de que era ella, y por eso es uno de los mejores ejemplos de transposición moderna y sensual de un antiguo mito en su obra", opina Bruno Jaubert, director del Departamento de Arte Impresionista y Moderno de la casa de subastas parisina Artcurial, y uno de los más obsesivos investigadores del artista.
Este año, cuando se cumple un siglo de la muerte de Rodin, Jaubert y el encargado de inventario de la misma institución, Stéphane Aubert, hicieron su mayor hallazgo: en Madrid, mientras escarbaban en la colección de los bisnietos del diplomático chileno Carlos Morla Vicuña (1846-1901) y su mujer, Luisa Lynch del Solar (1864-1937), dieron con la quinta y extraviada copia de la Andrómeda de Rodin. "No fue una búsqueda voluntaria, sino la gestión para actualizar el inventario de la colección de la familia Morla Lynch, descendiente de uno de los chilenos más cercanos al artista. Fue una sorpresa percatarnos de que Andrómeda estaba ahí, bella e intacta en medio de uno de los pasillos de la casa. A ambos se nos fue la mandíbula al suelo con sólo verla: al fin supimos dónde había estado estos 130 años", agrega.
Lejano y cercano Chile
Periodista, diputado, escritor y diplomático, Carlos Morla Vicuña contrajo matrimonio con Luisa Lynch en Londres, en 1884. Al año siguiente llegan a París, donde él se adjunta a la Embajada de Chile, y donde permanecerán hasta 1891. Rodeados de artistas e intelectuales, la pareja conoce a Auguste Rodin en 1885 y entabla quizá el lazo más estrecho entre el escultor y nuestro país. "Rodin tenía un particular apego con Chile", dice Jaubert. "En este caso, una relación de amistad y estima entre él y un diplomático chileno. Incluso Carlos Morla Lynch, hijo de Morla Vicuña, tuvo la previsión de encargar obras de Rodin para su país, incluyendo la estatua del General Lynch, que nunca se subastó producto de la Guerra Civil en Chile, en 1891", añade.
En 1888, Morla Vicuña le pide a su amigo, el escultor, un retrato en piedra de su mujer. El busto, considerado una de sus obras maestras, se exhibió ese mismo año en la Exposición Nacional de Bellas Artes, despertando el interés del Museo de Luxemburgo, que quiso comprarlo. El diplomático chileno olfatea la trascendencia que podía llegar a tener la pieza, y decide donarla un año después a la colección pública francesa. Hoy se exhibe en el Museo de Orsay. "En agradecimiento, Rodin le ofrece un mármol blanco con la imagen de Andrómeda, cuya fecha de término está grabada en el trabajo. Al quedar en manos de la familia su rastro se pierde, hasta que Georges Grappe, primer conservador del Museo Rodin de París, declaró casi textual en 1930: 'Es probable que aún esté en manos de los Morla Lynch'", cuenta Jaubert. Razón tenía.
"Lo más luminoso es el enfoque que Rodin le dio a la lectura de un mito, porque en la iconografía clásica Andrómeda suele aparecer de pie, frente al mar, como si esperara con dignidad su destino, que era ser devorada por un monstruo. En el caso de este mármol vemos justamente lo contrario: la chica está enroscada sobre sí misma, como si su condena la aplastara y ella se negara a aceptarla", agrega.
La escultura, de 28,1 x 30,7 x 18,5 centímetros, actualmente en París, será expuesta entre el 20 y 22 de este mes en Bruselas, el 27 y 28 en Viena, y luego en Milán, del 4 al 6 de mayo. Será vista por el público por última vez entre el 26 y 30 de ese mes, cuando retorne a París y sea subastada el mismo día 30. Según Jaubert, su valor ronda entre los 800 mil y el millón 200 mil euros.
"Es una estimación que hicimos en Artcurial, basándonos en otro Andrómeda -la cuarta copia, hoy en manos de privados- que fue subastado en casi 3 millones de euros", explica Jaubert. "Esta copia, la de los Morla, está decorada con elementos vegetales y hasta evoca una cascada, que las otras cuatro no tienen. También es un poco más grande y, desde luego, quien se la quede podrá decir que la compró luego de que estuviera perdida durante 130 años. En el mercado del arte, esto es francamente impagable".
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