La difícil preparación de Jorge González para su adiós de los escenarios

Jorge González

El músico tocaba anoche en la Cumbre del rock chileno en el Estadio Nacional.




Fue una encrucijada. ¿Cómo diablos un artista enfrenta su última vez en un escenario, el final del camino, el nunca más de la única vida que conociste en esta tierra? No hay manuales, sobran las dudas. ¿Tocar el repertorio que te convirtió en leyenda? ¿Darse un gusto y desempolvar uno o dos temas que nunca se pudieron abrir espacio entre la coyuntura promocional? ¿O echar mano a los últimos discos para demostrar que, pese a la evocación que implica todo adiós, aquí hay presente y futuro?

Ese fue el acertijo, el gallito entre el ayer y hoy que enfrentó Jorge González desde principios de diciembre, cuando entró en tierra derecha su preparación para el show en la Cumbre del rock chileno del Estadio Nacional, la cita que él mismo anunció como la última de su vida artística. En los ensayos, sucedidos tanto en su departamento en San Miguel como en la productora Music City -encargados de parte de su carrera-, el músico se inclinaba por su material más reciente, concentrado en los álbumes Libro (2013) y Trenes (2015).

De alguna manera, sentía que la elevada sensibilidad que ha despertado su estado de salud -consecuencia del infarto isquémico cerebeloso sufrido hace casi dos años- no debía devorarse las ansias aún latentes por demostrar los fecundos pasajes creativos de su último lustro. Y que su retiro no debía ser sinónimo obligado de nostalgia. Por otro lado, sus representantes y sus músicos lo intentaban convencer de precisamente la otra vía, aquella que habla de himnos y grandes éxitos, de sus días como Prisionero y de los hits en solitario que ya acumulan más de dos décadas.

Finalmente, el pacto: entre su banda (Gonzalo Yáñez, Pedropiedra y Jorge Delaselva, entre otros) y su staff decidieron que el listado estaría dominado por sus éxitos, aunque no abandonaría las composiciones más recientes. Con esa idea, el sanmiguelino, casi para sorpresa de los propios organizadores del espectáculo, llegó al mediodía del pasado viernes al recinto de Ñuñoa, para probar sonido -una de sus obsesiones de toda la vida- y dar los últimos detalles de su presentación. Esperó en camarines y luego se subió a ensayar tres temas, entre ellos, La voz de los 80. Aunque se le vio con dificultades para caminar y cierta debilidad para cantar, varios testigos puntualizan que mostró un buen estado de ánimo, garantía para sobreponerse a cualquier impedimento físico. En esos minutos, también invitó a Isolina Arbulú, parte del grupo ochentero Nadie y quien anoche estaría como invitada del hombre de Fe.

Pero la elección de las canciones no fue el único trance que debió sortear. Luego que el 13 de diciembre anunciara en el bar Liguria que tras la Cumbre culminaba su trayectoria en vivo, González debió masticar la noticia por varios días y sus cercanos prefirieron no exigirlo con ensayos y otras actividades, para que pudiera volver a relajarse tras la categórica revelación.

Como una forma de preparar el camino y subirse el ánimo, varios de sus colegas ayer en las primeras horas del evento optaron por aludir al ex Prisionero. Como era de esperar, el más emotivo fue Gonzalo Yáñez. Con la voz quebrada, el cantautor comentó: "Hoy termino una etapa muy importante de mi vida y dejo de tocar con Jorge". Horas antes, había expresado palabras similares en su Instagram, donde subió una foto de su primer show junto a González, en 2004.

Eso sí, algunos miembros de su equipo aplican paños fríos sobre el anuncio. Aunque sienten que es muy poco probable que otra vez pueda enfrentarse a una instancia así de exigente y multitudinaria -básicamente por sus delicadas condiciones motrices y de lenguaje-, creen que en un futuro inmediato es posible que pueda hacer presentaciones mucho más acotadas, similares a la tocata privada que hizo en octubre en el bar Liguria.

Planes no faltan. A fin de mes lanzará su autobiografía (titulada Héroe, llena de fotos inéditas) y están en carpeta dos títulos: uno doble de grandes éxitos y una segunda entrega de Demos, la que esta vez se focalizará en sus años ochenteros junto a Los Prisioneros. En su adiós, González se resiste y sigue intentando mirar hacia el futuro.

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