La historia del descalabro musical del año
Discusiones, platos de pasta que fueron "limpiados" de carne, una úlcera rebelde e ingresos que se dejaron de percibir cercanos a los $ 500 millones: así fueron los días limeños que acabaron con la última visita de Morrissey a Chile.
Cuatro horas alcanzó a estar en Sao Paulo el cantante británico Morrissey, antes de llegar a Lima. Era el inicio de una gira por Latinoamérica que, el viernes pasado, debía cumplir su séptima fecha en Chile con un set gratuito en Movistar Arena. Nada de eso ocurrió, echando por tierra uno de los tours más ambiciosos que se hayan planeado en el país.
Según fuentes de la industria de los mega eventos en el país, la compañía cervecera Cristal comprometió una cifra cercana a los 500 millones de pesos para posibilitar la gira, que en Perú y Chile fue organizada por Colors. Ambas entidades comenzaron sus acercamientos en enero. Un cálculo conservador -sólo tomando en cuenta el precio de las entradas más baratas y contrastándolos con el aforo total de los recintos- adelantaba ingresos cercanos a los 464 millones de pesos, que se dejaron de percibir por venta de boletos. Sobre eso, la ticketera Puntoticket dejó de ganar el 10% de cargo por servicio (mínimo, 40 millones de pesos). Cristal, además, incurrió en gastos de difusión que incluían -el domingo 7 de julio- avisos a página completa adquiridos por esa empresa en dos diarios de circulación nacional, por un total de 11 millones 800 mil pesos.
En Lima, el músico se hospedó en el lujoso Miraflores Park Hotel. La gira partía el 9 de julio, pero llegó antes para ensayar en el Gran Teatro Nacional. El martes 2 de julio, por la noche, Morrissey firmó autógrafos a sus fans y desde el jueves de esa semana, el músico comienza a visitar La Trattoria de Mambrino, donde cenaría varias noches consecutivas, como reconocería la propietaria del recinto, Sandra Plevisani. El viernes, Morrissey y los suyos fueron al bar del Gran Hotel Bolívar, donde los funcionarios cuentan que consumieron "muchos pisco sour".
El fin de semana del 6 y 7 de julio, durante los ensayos en el Gran Teatro Nacional, Morrissey sostuvo breves discusiones con miembros de su banda, como señalan trabajadores de la empresa encargada de la difusión del concierto en Lima. Uno de los desencuentros sería el interés de estos por visitar restaurantes autóctonos, lo cual se habría topado con la indisposición del cantante, vegano militante. Ese domingo volvieron a cenar en la trattoria donde venían haciéndolo desde hacía tres días y Morrissey ordenó "le pennette con langostinos al tomate endiablado", sin los langostinos. La cena transcurrió con normalidad y cerca de la medianoche el británico y sus acompañantes se retiraron al hotel.
Al fin del ensayo del lunes 8 (un día antes de la primera fecha latinoamericana) el vocalista manifestó dolores estomacales intensos y fue llevado a la clínica Ricardo Palma. Se le diagnosticó un recrudecimiento de una úlcera estomacal que lo aquejaba desde hace meses: fueron también complicaciones a su tracto digestivo las que lo obligaron a cancelar 25 fechas, en febrero y marzo, en Norteamérica.
Los problemas devinieron en una intoxicación severa. El músico ya no quería seguir siendo tratado en Perú. El miércoles 10 fue el último día que pasó Morrissey en ese país: durante las primeras horas del día, acompañado de un reducido grupo de su staff, abandonó el país en un vuelo privado para recibir el tratamiento de sus médicos personales. Esos fueron los "gastos imprevistos" que alega Morrissey y bajo los que justificó la cancelación. "Al volverse todos a Los Angeles, a su gerente de negocios se le hizo complicado mantener al staff técnico, ya que había pagado los pasajes la primera vez y ahora los tenía que pagar de nuevo", comenta Fernando Hoyos, director de T4F Argentina. Chile financiaba el 50% del total de la gira por Sudamérica y sin esa escala, ni Argentina ni Brasil (organizadas por T4F) aparecían como botines atractivos.
La Tercera contactó al doctor de Morrissey, Jeremy Fine: "No estoy dispuesto a hablar de este tema, salvo que él me lo pida o que tenga su permiso", dijo. Cristal no quiso referirse a la cancelación. "Es una situación ajena a nuestro accionar y sobre la cual no tenemos responsabilidad alguna", dice Fernanda Essus, subgerente de auspicios y eventos de la empresa. Quienes sí cargan con el muerto son los fanáticos, quienes desde el martes comenzaron a devolver entradas, cumpliendo con la última estación del traspié musical del año.
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