La misión para ser sede de la Copa del Mundo 2030
Sólo una vez la FIFA aceptó una propuesta conjunta. Pero le siguen llegando, aunque de países limítrofes. Los costos son enormes: Brasil gastó US$ 14 mil millones, un quinto del presupuesto de Chile para 2014. En cinco años el proyecto debería ya estar en marcha.
1. Mundiales en conjunto
De las 20 Copas del Mundo que ha hecho FIFA desde 1930, sólo una, la de Japón-Corea en 2002, tuvo dos anfitriones. En la ocasión, Joseph Blatter no se mostró muy satisfecho con la decisión, pues aseguraba que los costos se elevaban al doble. Tampoco consideró muy positivo que existieran dos comités organizadores, por lo que aseguró que, de repetir la experiencia, sólo habría uno.
Desde ahí los torneos planetarios se han realizado en un solo país, pero la opción de realizarlo en conjunto ha permanecido. Para 2018, España y Portugal, además de Holanda y Bélgica presentaron candidaturas conjuntas. En el Viejo Continente suele ser una medida habitual, pues la Eurocopa cuenta con tres exitosas experiencias de este tipo.
La diferencia con el evento que planean proponer Chile y Uruguay es que siempre se ha tratado de países limítrofes (a Japón y Corea los separa el Mar del Este).
2. Sin Argentina
"FIFA desea festejar los 100 años de la Copa del Mundo en Argentina y Uruguay. Eso lo confirmo, está firmado". La frase es de mediados del año pasado y pertenece a Julio Grondona, el fallecido presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA. Las condiciones han cambiado. No sólo ya no está el todopoderoso padrino del fútbol transandino, sino que la situación económica de su país ha empeorado desde entonces y no parece ser el compañero ideal para presentar en esta empresa. De ahí que ellos mismos se borren.
De esta forma, y sin existir, al menos no públicamente, un diseño para materializar este plan, queda establecer cómo sería la repartición entre Chile y Uruguay. El número en el último Mundial y en los dos que vienen es de 12 sedes, para un torneo con 32 participantes y 64 partidos.
En 1930, los charrúas dispusieron de tres estadios, todos en Montevideo, para 13 selecciones y 18 encuentros, mientras que para la Copa América 1995 ocupó cuatro ciudades: además de la capital, Maldonado, Paysandú y Rivera, todas, salvo el Centenario, con canchas para poco más de 20 mil espectadores. Dado lo pequeño del país, con poco más de tres millones de habitantes, es dable pensar que podría albergar dos o, a lo sumo, tres sedes. El resto debería asumirlas Chile. Los vuelos entre Santiago y Montevideo superan apenas las dos horas. Claro que un Mundial supondría más aeropuertos internacionales.
3. Cuánto costaría
Varían mucho, según el pretendiente. Inglaterra tenía un presupuesto de 722 millones de dólares para su candidatura para 2018 y probablemente, dado que cuenta con estadios y sólo planeaba levantar tres nuevos, lo hubiese mantenido más o menos similar. Rusia, en cambio, presentó gastos por US$ 640 millones, pero hoy las estimaciones son de que invertirá 20 mil millones, pues debe construir la mayoría de los recintos. El costo de Brasil 2014 fue de US$ 14 millones y el 98 por ciento salió del Estado, según publicó el Tribunal de Cuentas de la Unión. Sólo en estadios se fueron 3.400 millones de dólares.
Chile gastó cerca de US$ 100 millones en cuatro canchas para el Mundial femenino Sub 20 de 2008. En el último tiempo, la red Chilestadios ha destinado sobre 200 millones de dólares en remodelar 12 recintos, de los cuales ocho ya han sido entregados en su totalidad o parcialmente, con la excepción de Calama, La Serena, Viña del Mar y Concepción.
Para un Mundial, cualquiera de estos recintos que resulte elegido, sino se opta por construcciones nuevas, deberá ser remodelado con el fin de ampliar su capacidad, considerando que el mínimo exigido por FIFA es de 40 mil personas, requisito que en la actualidad sólo cumplen el Nacional y el Monumental.
Respecto al gasto general, para los Odesur el Estado entregó cerca de US $ 60 millones, cifra que multiplicaba por 10 en el frustrado proyecto para albergar los Panamaricanos 2019.
Una Copa del Mundo excedería varias veces esa cifra. Y si llegase a emular lo gastado por Brasil, el monto total correspondería a cerca de un quinto del Presupuesto de la Nación aprobado para 2014.
Una cosa es clara, además, sin el apoyo del Estado, es imposible plantearse la organización de un evento de esta envergadura.
Aún no existe fecha para elegir la sede 2030, sí para la de 2026, que será en 2018 y que ya tiene interesados en toda Norteamérica. Así, se mantienen los ocho años se diferencia que hubo entre la decisión y el inicio de Rusia 2018, 12 meses más de los que tuvo Brasil y 24 más de lo que era costumbre hasta ahí.
Como la FIFA ya anunció que no repetirá la polémica elección doble que hubo para Rusia 2018 y Qatar 2022 (que tendrá 12 años para prepararse), además de que en el proceso votarán las 208 asociaciones afiliadas y no sólo el Comité Ejecutivo, es posible que para 2030 siga ese lapso de ocho años, es decir, que en 2022 se determine la sede de las 24ª Copa del Mundo.
Generalmente, un año antes se abre el proceso, aunque suele pasar que, a esa altura, los interesados lleven un par de temporadas trabajando en su propuesta. Unos cinco años más, en resumen.
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