De la "tiranía" a la tele-realidad: así es la vida de las desertoras de Corea del Norte que se convierten en estrellas en la televisión del sur

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En Corea del Norte, el entretenimiento es producido exclusivamente por el Estado. Y se usa para alimentar el fervor antiestadounidense, exaltar a la nación y deificar a la dinastía gobernante de los Kim.




En los espectáculos, sus cantantes de ópera y acróbatas se mueven en exquisita armonía socialista.

No se podía imaginar un mundo más inadecuado para producir estrellas para la industria de los medios de comunicación de Corea del Sur, el complejo de entretenimiento más llamativo y deslumbrante de Asia.

Sin embargo, eso es exactamente lo que sucede. en el sector del entretenimiento surcoreano, inundado de modas que van y vienen, hay un tema que roza la permanencia: las celebridades desertoras de Corea del Norte.

Y es que en los últimos años, los norcoreanos han creado una nueva ola de programas de televisión del sur que prometen a los espectadores una visión emocionante de la vida en el norte de la zona desmilitarizada.

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A menudo esclarecedores, a veces retorcidos (y ocasionalmente ambos), estos programas han demostrado ser muy populares.

Son una tendencia mediática como ninguna otra.

Se regodea en el tema de quienes han escapado del "régimen más tiránico del mundo" e invierten la imagen típica de los refugiados con un nuevo estereotipo: las celebridades desertoras que son invariablemente jóvenes, mujeres y atractivas.

La fuga de Kim

Entre las estrellas en ascenso de este género se encuentra Kim Ah-ra, una actriz de 25 años de edad.

Sus polainas de hipster y las uñas de sus pies elaboradamente pintadas dan pocos indicios de que creció en medio de la hambruna, comiendo sopa de hierba para sobrevivir.

"Antes, cuando Corea del Sur hablaba de Corea del Norte, todo era serio y mortal. Ahora tenemos espectáculos que nos presentan de una manera más ligera, más humana", afirma Kim.

Durante décadas, dice, los desertores norcoreanos han sido considerados por sus hermanos del sur como tristes, atrasados y con el cerebro lavado. Eso ahora está cambiando.

"Ahora vea lo grande que es nuestra audiencia. ¡La gente nos ama!", sostiene.

Kim tenía sólo 12 años cuando se escapó de su provincia natal, en un rincón montañoso de Corea del Norte, hacia el interior de China.

Después de un largo período en el campo chino, finalmente desertó a Corea del Sur en 2009.

Tanto Kim como su madre fueron ayudados por obreros de un ferrocarril subterráneo dirigido por cristianos, una atrevida red de tráfico ilegal de norcoreanos que los saca de China y los lleva a Corea del Sur.

Casi todos sus primeros recuerdos giran alrededor de la comida, o más bien de su escasez.

"Cuando teníamos comida, comíamos de inmediato. Tomábamos una o dos cucharadas de arroz, añadimos un poco de hierba y vaciábamos mucha agua para hacer una papilla oscura. Eso para alimentar a cuatro personas".

Economía estalinista

Desde finales de 1950 hasta principios de 1990, Corea del Norte operó bajo una economía de mando estalinista.

En su mayor parte, el Estado era el único empleador, el único proveedor de alimentos, ropa, herramientas y hogares.

Los norcoreanos podían pasar años sin tocar dinero en efectivo.

Pero cuando el bloque soviético se derrumbó y los principales socios comerciales de Corea del Norte se debilitaron, también lo hizo el sistema de distribución estatal. El flujo de alimentos simplemente se apagó. Millones comenzaron a pasar hambre, incluidos los padres de Kim.

En esta situación, el padre vendió su casa por 22 libras de maíz.

La familia se trasladó entonces a una choza agujereada e infestada de bichos.

La madre empezó a hablar abiertamente de arriesgarse a morir para escabullirse a China y conseguir así algo de comida.

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"Recuerdo haber vagado por el pueblo, mirando al suelo, con la esperanza de encontrar un fideo o una cabeza de pollo. Mi papá cocinaba ratas y nos decía que era carne de conejo".

Kim recuerda el día en que encontró una semilla de calabaza en el barro y la devoró al instante.

De campesina a actriz

En Corea del Norte, los campesinos casi no tienen oportunidad de entrar en las artes estatales.

"En un mundo capitalista, tus sueños o deseos individuales tienen importancia. En el campo de Corea del Norte, nunca se piensa en ello. Tu destino está totalmente determinado", afirma.

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Sin embargo, incluso en Corea del Norte, hay un camino hacia las artes escénicas, pero se accede a través de Pyongyang y otros centros urbanos, no en las localidades del interior.

Pero prácticamente nadie elige convertirse en actriz en Corea del Norte.

Ese es el trabajo del Estado.

Los estudiantes son escogidos a mano y sometidos a un riguroso régimen de entrenamiento artístico.

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Los agentes del gobierno buscan en las aulas a chicas de cara redonda con voces agudas y rasgos delicados, todas cualidades de rigor para las mujeres norcoreanas.

Una elegida

"Yo fui elegida a la edad de 8 años", dice Han Seo-hee, de 35 años, vocalista e instrumentista nacida en Corea del Norte.

"Estaban buscando chicas con cabezas redondas, ojos grandes y voces claras. Fue un gran honor."

Han desertó a Corea del Sur en 2006.

Allí, los productores de televisión de Seúl se fijaron en sus rasgos y su equilibrio inmaculado, los mismos que atrajeron la atención de los exploradores de talentos del régimen en su tierra natal.

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Cuando la primera ola de programas de televisión con temas de desertores debutó hace unos cinco años, fue una de las invitadas originales.

Pero Han ya estaba acostumbrada al escenario.

En Corea del Norte, vivió una vida de relativo lujo.

En lugar de cultivar o trabajar en fábricas, ella pasó su adolescencia en salas de ensayo, aprendiendo a cantar en coros con otras chicas.

Sus entrenadores eran amables, pero implacables, dice.

Todo ese entrenamiento dio sus frutos.

Mientras Kim comía bichos y raíces en la ladera norte, Han disfrutó de los frutos de la nobleza en Pyongyang.

Más tarde, se unió a la orquesta nacional, que proporcionó raciones de lujo, incluyendo cosméticos y piñas, delicias apreciadas que significaban un estatus de élite.

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"Incluso teníamos plátanos. Eso es bastante raro en Corea del Norte."

La carrera de Han en Corea del Norte alcanzó su punto máximo a principios de los años 2000 cuando fue elegida para unirse a un supergrupo secreto que actuaba para Kim Jong-il, el padre del actual líder norcoreano.

Además de cantar, también tocó el "oungum", un laúd en forma de pera supuestamente inventado por el "querido líder".

"Antes de actuar, estaba extremadamente nerviosa. Mis amigos decían: 'Si sólo miras el rostro de nuestro querido líder, tus preocupaciones desaparecerán. Pero no pude hacerlo. Me quedé mirando la pared detrás de él. La segunda vez, sin embargo, dije oh, él es sólo un ser humano'", dice.

Sin precedentes

No hay realmente ningún análogo en América para estos programa de televisión.

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El espectáculo es protagonizado por un elenco rotatorio de desertoras de Corea del Norte.

Estas "bellezas del norte", como son llamadas, son interrogadas por anfitriones sobre la vida más allá de la frontera.

Los temas pueden incluir las peculiaridades de la moda de Corea del Norte, la música y la cultura.

Pero ver esta programación temática es entrar en un universo paralelo, un mundo donde, de alguna manera, casi todos los refugiados que escapan de Corea del Norte, como Kim y Han, cumplen con todos los estereotipos sobre cómo deben ser las personas que llegan del norte.

Park Hyun-sun, un profesor de la Universidad de Seúl, asegura que estudiar este género de televisión muestra también una visión estereotipada de la mujer.

"Hay reglas para estos espectáculos. Las mujeres desertoras deben ser puras, naturalmente bellas y muy serviles, no es la cara tradicional de la mujer de Corea del Sur, pero los medios las usan para excitar nuestra curiosidad", afirma.

"Muchos jóvenes surcoreanos anhelan una mujer tradicional y pura que los haga felices. Por eso están viendo tantas mujeres norcoreanas en la televisión. Están siendo usadas para satisfacer fantasías", dice.

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