A la U se le olvida el juego
San Luis desnudó todas las falencias del actual campeón y le propinó un categórico 2-0, más expresivo en la cancha que en el marcador. El equipo de Hoyos agudizó los problemas de funcionamiento que mostró en el arranque. Pinilla no asoma todavía.
En el área rival y con circuitos de juego que levantó el trofeo del último Clausura, a este conjunto que anda a los tropezones, sin saber cómo hacer daño y lo que es peor, sin los intérpretes adecuados para un libreto que ahora luce complicado de ejecutar.
Jamás imaginó Hoyos que la salida de un jugador obligaría a tantos cambios en tan poco tiempo. La partida de Gonzalo Espinoza al fútbol turco sigue siendo al día de hoy un problema sin solución para el técnico. Tan gravitante ha sido su ausencia, que el técnico todavía no puede encontrar a su reemplazante ideal dentro del amplio abaníco de futbolistas que tiene dentro del plante. Claro, tampoco fue previsor a la hora de conformar el equipo, insistiendo en traer a volantes centrales, obviando las cualidades que le aportaba el oriundo de Constitución.
Las dos primeras victorias en el torneo disimularon en parte los problemas de funcionamiento del equipo. Pero bastó encontrarse con un rival de más linaje y con poder de gol, para desnudar al equipo de Hoyos. San Luis derribó al cuadro azul por 2-0, un resultado a todas luces justo y que agudiza todo lo que está padeciendo el técnico transandino sin Gonzalo Espinoza. Pero además, podría hacer replantear las convicciones de un estratego que durante el torneo pasado se mantuvo firme con un esquema. Habrá que cuánto dura en este Transición.
Con una pieza desacomodada en el mediocampo, en este caso Caroca, de otro estilo al de Espinoza, a la U le sigue costando la generación de juego. Salvo arrestos individuales, el cuadro azul parece empecinado en balonazos largos para los delanteros, ante la falta de fluidez y de circuitos futbolísticos. Y ahí empiezan a sufrir los delanteros, que casi siempre deben pelear de espaldas al arco. Todo muy predecible.
En Quillota, Pinilla y Benegas no recibieron una sola habilitación con cierta ventaja. La participación de ambos quedaría reducida a insistir en buscar pivoteos para compañeros que nunca entendieron la fórmula. Si es que se puede hablar de fórmula de ataque.
San Luis, un equipo intenso que le saca mucho partido a las condiciones que plantea el Lucio Fariña, agudizó los problemas de la U durante largos pasajes. No se fue en ventaja en el primer tiempo por la impericia de Caballero y por un par de intervenciones de Herrera, pero el cuadro canario era claro dominador del juego.
Con una gran intensidad en la marca, sobre todo en campo rival, el cuadro canario forzó siempre la salida de Jara y Vilches. La indicación de Miguel Ramírez parecía clara: no dejar pensar a la primera salida de los azules, para impedir que le llegara el balón limpio a Reyes, el organizador que tiene Hoyos. El libreto salía a la perfección, al punto de que la apertura de la cuenta vino de una pérdida del Lolo en el medioterreno, que obligó al propio volante a cometer una falta a la entrada del área. Ahí vino la ejecución perfecta de Braulio Leal, quien con un derechazo la clavó en el ángulo.
La U seguía sin entender cómo jugar el partido. En cambio, la apertura de la cuenta acrecentó las convicciones de los quillotanos. Así, lejos de echarse atrás para cuidar la ventaja, siguió presionando, ahogando en ataque. El premio vino apenas minutos después del golazo de Leal. Y con otra ejecución perfecta, esta vez de Ronald González, quien con un bombazo dejó plantado en la cancha a Herrera. La acción nació de otra recuperación en campo rival.
La diferencia en el juego ahora sí se reflejaba en el resultado. La U quiso ir a buscar algún descuento, pero la desesperación no hizo más que desnudar aún más los problemas. Y si en algún momento se planteó a Pinilla como un salvador en momentos difíciles, el ariete todavía está lejos de una versión acorde con su trayectoria. Ni siquiera puede marcar diferencias en el juego aéreo. Y la única que tuvo más o menos clara, a los 88 minutos, la desaprovechó ante el achique de González.
Un 2-0 expresivo, más en la cancha que en el marcador. Pero suficiente para establecer las claras diferencias entre un equipo que siempre supo cómo jugar el partido. Y otro que naufraga en aguas turbulentas desde lo futbolístico. Pero por sobre todas las cosas, que no sabe como recuperar la memoria. Algo que jamás imaginó Hoyos cuando se fue Gonzalo Espinoza a Turquía
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