La U se resigna a sanciones y estudia implementar plan de contingencia
La Conmebol cuenta con todos los antecedentes de los desórdenes en la barra azul. El castigo se prevé drástico.
El murmullo de reprobación fue generalizado. Los más de 20 mil fanáticos azules que presenciaban en el estadio el juego entre Universidad de Chile y Emelec de Ecuador supieron de inmediato que las bengalas que se encendieron al final del partido en el codo sur costarían caro.
Los azules contaban con antecedentes frente a la Conmebol y, de hecho, la condicionalidad de la confederación sobre el club laico implicaba que, a la más mínima situación irregular del público, las sanciones caerían de manera implacable sobre el equipo dirigido por Martín Lasarte.
Pero a los subversivos no les importó nada. Ni las pifias del público, que los instaban a apagar las bengalas, ni la campaña del club para evitar desórdenes, ni los estrictos controles para ingresar al estadio (con cuatro revisiones de cédula de identidad incluidas), ni las advertencias por los altoparlantes cada vez que explotó una bomba de ruido mientras los chilenos eran incapaces de vencer a los ecuatorianos.
La preocupación de los hinchas que cuestionaron las bengalas se justifica con creces. La Conmebol es estricta en la materia y en su reglamento no deja mucho espacio a la interpretación.
En primer lugar, y pese a que en Chile nadie se atrevió a asumir públicamente alguna responsabilidad, según los estatutos de la asociación sudamericana, la incumbencia del comportamiento del público recae sobre "las asociaciones miembro y los clubes", así como también la responsabilidad de la seguridad dentro y fuera del recinto donde se lleve a cabo el partido en el que se cometan las infracciones.
Dichas faltas son consideradas agravantes a la hora de sancionar y, frente a Emelec, la barra de la U invadió la cancha, lanzó objetos y encendió bengalas; tres de las siete transgresiones que se explicitan en los reglamentos de la Conmebol.
Por lo mismo, y sumado a la condicionalidad que arrastraba el equipo universitario desde el 30 de enero del año pasado (por hechos similares a los del martes ocurridos en el duelo ante Guaraní por la Libertadores del año pasado), es que las penas podrían ser ejemplificadoras: desde multas hasta la pérdida total de la condición de anfitrión, pasando por reducción del aforo o cierre parcial del estadio donde se efectúe la localía.
Según Alfredo Asfura, veedor de seguridad de la Conmebol, "el informe es detallado". "Se va a informar todo lo que pasó y la decisión se informará lo antes posible", añadió.
En tanto, en Azul Azul, ya resignados a asumir la determinación, preparan planes de contingencia para evitar futuros episodios de desórdenes en la barra y no se cierran a la opción de jugar todos los partidos sólo con hinchas abonados, a fin de controlar de la manera más certera a cada una de las personas que ingrese al estadio a apoyar a la U.
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