La voz de Juan Radrigán




La voz de Juan Radrigán surge desde las catacumbas del país en tiempos peligrosos y difíciles. Como un alegato, como un grito, como una diatriba. Lejos de los teatros universitarios, de la oficialidad, hecho a pulso en sindicatos; desde sus inicios Juan dibujó personajes y situaciones que a la vez eran un espejo y una rebeldía frente a lo que estaba pasando. Luego, en democracia, a pesar de que el poder buscó su cercanía, siguió insistiendo en su visión porfiada y rabiosa. Con su voz guachaca y sabia, deslenguada y sublime, chucheta y trascendente, a él no le venían con cuentos. Se los inventaba, porque esa es la labor del dramaturgo. Juan nos regaló personajes inolvidables, frases que quitan el aliento. Y la fortaleza de envalentonarnos para decir, como Emilio en Hechos consumados: "Son muchas veces que he tenío que decir SI, cuando quiero decir NO; son muchas veces ya las que he tenío que elegir no ser na. No, compadre: d'aquí no me muevo" Una voz que dice eso no se apaga. Porfiada y rabiosa, la voz de Juan Radrigán se queda con nosotros.

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