Las mejores formas de sacarles partido a los trenes europeos

<img style="padding: 0px; margin: 0px;" alt="" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200910/550385.jpg" width="81" height="13"> Realizar reservas con anticipación que reducen en gran medida el precio del viaje, usar este medio especialmente para recorrer la zona central del viejo continente y aprovechar la alta conectividad urbana de este servicio son algunos de los consejos básicos.




Hace 30 ó 40 años, viajar a Europa era dar el "gran viaje". Una experiencia de largo aliento y tan grande inversión que, por lo mismo, involucraba emprender una aventura de un mes de recorrido. O más. Era impensable cruzar el Atlántico por 10 días o una semana.

Pero el creciente aumento del turismo y, por sobre todo, las enormes disminuciones que se han producido en las tarifas aéreas han hecho que conocer el Viejo Continente sea algo más factible para muchos.

"Un profesional que viaja por trabajo y su señora lo acompaña, una pareja joven o estudiantes universitarios que recorren un país en dos semanas es una tendencia clara y que contrasta con esos largos viajes que se hacían hace medio siglo. Tampoco hay una temporada alta tan marcada. Sin embargo, hay algo que une a los viajeros de antes con los actuales: el uso del tren", explica Daniela Friedmann, de Friedmann & Co, representante en Chile de trenes europeos.

A su juicio, la enorme red ferroviaria europea y la evolución de ésta, con trenes de alta velocidad, servicios como trenes hoteles, oficinas a bordo o Wi-Fi, han hecho que el servicio sea imbatible, a pesar de la fuerte arremetida de las aerolíneas low cost (o de bajo costo) allá.

Eso sí, hay cosas que han cambiado para los usuarios. Cada vez se usan menos esos pases ilimitados para recorrer durante más de un mes 15 ó 20 países (aunque se siguen vendiendo), sino que los pases se readecuaron, ofreciendo menos cantidad de días y menos países a precios más accesibles.

DE LO CLASICO A LO NUEVO
Casi un 30% de los chilenos que se mueve en tren por Europa lo hace para recorrer España, Francia e Italia; el resto se reparte en los 240.000 kilómetros de línea férrea que llegan a cada rincón de Europa. Por ejemplo, una nueva ruta que recién esta temporada se está vendiendo en nuestro país a través de agencias de viajes, y que se atreve a explorar más allá de los destinos clásicos, es "En la huella del Romanticismo", que une tres ciudades de Europa Central: Viena (Austria), Praga (República Checa) y Budapest (Hungría). El programa incluye pasaje aéreo, recorridos en trenes y seguros en viaje, no los hoteles, desde US$ 2.068. "Es muy recomendable la opción del tren para recorrer Europa Central. Sobre todo ahora, que el viajero prefiere la libertad y la independencia que entregan", dice Elizabeth Don, gerenta de ventas de la agencia Congress Tour.  Como éste, hay varios más que incluyen paradas en pequeñas y hermosas ciudades checas como Plzen o Karlovy Vary.

Pero si de tendencias se trata, una muy incipiente en cuanto a rutas es la que recorre la zona de los Balcanes y alrededores, con pases por Bulgaria, Grecia, Macedonia, Serbia, Montenegro, Rumania y Turquía. Claro que se trata de trenes, en su mayoría, con menos comodidades que los de rutas más frecuentadas, con recorridos largos y que requieren de ciertas dosis de aventura que cualquier viajero no está dispuesto a tolerar.

Lo que la mayoría de los viajeros valora, sean de turismo o de negocios, es rapidez y comodidad. Y, frente a ello, los trenes siguen ofreciéndolas. En una rápida comparación entre el tren y las líneas aéreas de bajo costo, surgen inmediatamente tres factores que motivan a viajar en tren. Primero, es posible llevar más equipaje, con cosas que las aerolíneas prohíben o restringen con altas recargas. Segundo, la mayoría de las estaciones terminales se encuentra en el corazón de la ciudad, bien conectadas a redes de metro y transporte, con comercio, hoteles y restaurantes cercanos. En cambio, los aeropuertos de las líneas low cost suelen ubicarse en las afueras. Al precio del boleto, que en un comienzo puede parecer barato, hay que sumarle tasas de embarque y transporte.

"Años atrás, lo top y lo habitual para un viajero frecuente y de buen nivel era volar y que el tren fuese lo masivo y de menor nivel. Hoy en Europa, es al revés, el hombre de negocios, el turista exigente viajan en tren. Y eso se debe también a que los trenes se han ido adecuando, incorporando tecnología, conexiones para computadores, celulares, Wi-Fi, coches especialmente habilitados para reuniones, como sucede en el Eurostar, el Thalys y el TGV, entre muchos otros", explica la gerente de Friedmann & Co.

DORMIR A BORDO
Un viajero que quiere maximizar tiempo y recursos, usará el tren no sólo para moverse, sino también para dormir, ahorrándose el hotel. Y los trenes europeos hoy ofrecen una variedad tal de categorías y servicios para diferentes perfiles de pasajeros, que elegir puede ser difícil. Desde el lujo y comodidad del Elipsos, que une Madrid, Barcelona, París, Milán y Zurich, con cabinas que incluyen ducha, cena de alto nivel y champaña de bienvenida; al sencillo confort del Artesia, que posee camarotes y cabinas más sencillas y une las principales ciudades de Francia e Italia. Por ejemplo, en este último se pueden encontrar tarifas promocionales desde 76 euros ($ 54.000) en la ruta París-Roma en cabinas séxtuples (precio normal, 97 euros) si se reserva con anticipación. Bastante conveniente si se piensa que no sólo se viaja, sino también se ahorra hotel. Por ello, muchos jóvenes aprovechan este tipo de trenes: no pagan alojamiento, se desplazan conociendo ciudades de día, dejan su equipaje en lockers en los terminales y siguen su itinerario.

El Elipsos, en su tramo Barcelona-París, tiene tarifas desde 91 euros ($ 65.000) en asiento reclinable tipo Business y de 74 euros ($ 52.500) pp en cabinas para cuatro pasajeros, también reservando con anticipación. Según los expertos, todo radica en programar el viaje, porque, de ese modo, hasta en los servicios más exclusivos se consiguen buenos precios.

Ejemplo clarísimo de esto es, por ejemplo, el boleto París-Burdeos, un servicio de primer nivel que normalmente cuesta 115 euros en categoría primera y que si se compra anticipadamente puede hallarse hasta por 40 euros ($ 28.500).

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