Las seis cartas por la contienda del teatro
En agosto se fallará la duodécima entrega del máximo galardón a las artes escénicas en Chile. Estos son los seis candidatos y quienes los respaldan.
No estaba entre sus planes regresar a Chile. Con 63 años, Jorge Díaz vivió casi la mitad de su vida en España, pero un cordón invisible lo atrajo nuevamente al país donde dio sus primeros pasos. Hijo de españoles, el destino zanjó que naciera en Rosario, Argentina, en 1930. Recién a los tres años pisó suelo chileno, entró a estudiar Arquitectura en la Universidad Católica, y en 1959, al borde de los 30, incursionó en el teatro junto al grupo Ictus. Primero como actor, y luego como director y dramaturgo, su nombre hizo eco en la década del 60. Para 2007, cuando un cáncer de esófago lo venció a los 77 años, dejó una docena obras bajo los parámetros del absurdo, el existencialismo y las consignas políticas. El cepillo de dientes (1960) y El velero en la botella (1962), algunos de sus títulos más recordados, lo hicieron merecedor del recién instaurado Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales en 1993, el mismo que volvió a estrecharlo con Chile, donde pasó sus últimos años.
Creado en 1992 bajo la Ley Nº 19.169, el galardón surgió para distinguir a personalidades sobresalientes en las artes ya mencionadas. Electo por el ministro de Educación de turno, el rector de la Universidad de Chile, un miembro del Consejo de Rectores, otro de la Academia de Bellas Artes y el último ganador, Jorge Díaz recibió un diploma, la suma de $6.576.457 -reajustados según el IPC y que hoy asciende a sobre 17 millones de pesos, y una pensión vitalicia mensual de 20 UTM.
Los aspirantes, presentados por universidades y agrupaciones culturales, debían llenar un formulario y enviar una carta que respaldara su trayectoria. Sin embargo, fue el propio Jorge Díaz quien dos años después, con voz y voto en el premio que se anuncia solo en años impares, nominó a Bélgica Castro. Con su triunfo, en 1995, la actriz de actuales 94 años postuló, a su vez, al siguiente ganador: el cineasta Raúl Ruiz, otro que solo retornaría al país tras varios años para recibir el premio. Le seguirían, en 1999, la actriz María Cánepa, la bailarina María Luisa Solari (2001), Marés González (2003), el director y docente Fernando González (2005), el fundador del Teatro Imagen Gustavo Meza (2007), el actor Ramón Núñez (2009), y los dramaturgos Juan Radrigán (2011) y Egon Wolff (2013). Hoy, a pocos días de cerrarse las postulaciones para la duodécima entrega que se anunciará en agosto, algunos ya se asoman como aspirantes a la máxima distinción a las artes escénicas en Chile.
Los contendores
Será su segunda carrera por el premio, dice. El dramaturgo, actor y vestuarista, Alejandro Sieveking, de 80 años, cuenta que en 2009 postuló por primera vez, "aunque sin muchas ilusiones". No se equivocaba. Ese año, Ramón Núñez se convirtió, hasta ahora, en el último actor en recibirlo. Pero el autor de Animas de día claro y Tres tristes tigres, entre otras piezas consideradas de cabecera para la dramaturgia nacional, y múltiple ganador de los Altazor, decidió que este año, cuando se cumple medio siglo del debut de La remolienda, era el momento de volver a la carga.
"No lo hice antes, pues no soy de la idea de reunir cartas de recomendación y apadrinamientos. Uno debiese recibir el premio cuando lo merece, y cualquiera de los que competimos este año tenemos méritos suficientes para que así sea", afirma. Sieveking no está solo: desde el Teatro Nacional Chileno y la Escuela de Teatro de la Universidad Católica confirman que ya presentaron una carta respaldando la candidatura del octogenario dramaturgo.
"Es un creador multifacético que ha incursionado en la dramaturgia, dirección, actuación y el diseño de vestuario, aportando cada vez un sello y una consistencia de envergadura", dice Alexei Vergara, de la UC. "Destaca su obra dramatúrgica, que ha logrado dar cuenta de la idiosincrasia y las complejidades de la identidad nacional desde hace décadas, retratando conflictos y realidades de una multiplicidad de sectores sociales y culturales, además de situarse como un observador que plasma en sus personajes la realidad circundante y las tensiones de toda una época. Por eso, sus textos son constantemente revisados y mantienen una vigencia pocas veces alcanzada por un creador de este tipo".
Otro que vuelve a postular, aunque sin recordar cuántas veces lo hizo antes, es Héctor Noguera. Decano de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor y fundador del Teatro Camino, el actor de cine, teatro y televisión de 77 años, lo hará respaldado por su trayectoria de más de 50 años en la escena local. "Esta vez me presento solo, con lo que soy y lo que he hecho", dice. "Sí presenté cartas de cercanos y gente del medio que me apoya, pero creo que cada uno debiese postular por sus propios méritos".
Ex integrante del Ictus y el Teatro de Comediantes, Noguera fue elegido el Mejor Actor en el Festival Internacional de Biarritz en 2014 por su protagónico en la cinta uruguaya Mr. Kaplan. El actor, quien ha recorrido el mundo con su adaptación de El jardín de cerezos, de Antón Chéjov, y otra de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, tiene el apoyo de la universidad donde trabaja hace más de una década, además de personalidades del teatro como Juan Radrigán y Alexis Moreno.
El director del Ictus, Nissim Sharim, integra también la lista de candidaturas. Quien fuera, además, miembro del Directorio de TVN entre el 2000 y 2004, dice que esta es la tercera vez que postula, tras hacerlo en 2005 y 2013. "Me postulo por las mías, aunque aún estoy en conversaciones con una universidad para que respalde mi candidatura", revela. El recordado doctor de la cinta de Silvio Caiozzi de 1976, Julio comienza en Julio, cree que el criterio del jurado apuesta por la trayectoria y la vigencia. "Gane quien gane, todos aquí la tenemos. Eso lo hace todo aún más interesante", dice.
La carrera de 40 años del diseñador teatral Sergio Zapata (1934) lo comprueba. Zapata vuelve a postular al premio tras intentarlo varios años consecutivos. Respaldado por el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile, Chileactores, el Sindicato de Actores de Chile (Sidarte) y la Asociación de Diseñadores Teatrales, el profesional podría convertirse en el primero en su disciplina en obtener el galardón. "Es injusto que no se premie a otras áreas del teatro", dice. El crítico e investigador teatral Juan Andrés Piña concuerda: "Si bien creo que debiese premiarse a personalidades de múltiples presencias escénicas, la labor de Zapata es notable. Ha sido y es un gran merecedor del premio", afirma.
También de la mano de Chileactores y Sidarte, la actriz de televisión (Pampa ilusión, Romané, entre otras) y ex miembro del Teatro Experimental, Violeta Vidaurre, de 84 años, debuta en la contienda. "Lo hice pues el público me lo pide", asegura. "Siempre he creído que debiese votarlo la gente y no algunos pocos. Más allá de la pensión y la distinción, implica un reconocimiento en vida a los artistas de un arte popular en Chile, y eso lo mide y reconoce el público".
Psiquiatra de profesión, Marco Antonio de la Parra acaba de anunciar su primera postulación al premio. El autor de La secreta obscenidad de cada día y Lo crudo, lo cocido y lo podrido, de 63 años, fue nominado por la Universidad Finis Terrae, donde dirige actualmente la Escuela de Teatro. "Me juega en contra la edad, debo ser el más joven de la lista", dice. "Pero mi principal valor es la proyección internacional de mis obras. Hoy se presentan varias en España, Argentina, Polonia y otros países. Gane o no, siento que era el momento de postularme y ver qué ocurre. Nada pierdo con intentarlo".
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