Los días de los nuevos antofagastinos

Basta recorrer el centro para verlos atendiendo peluquerías o vendiendo cafés. Son los colombianos de la II Región, que se han visibilizado luego de la pelea que se originó tras el partido de su selección y la de Chile por las Eliminatorias, la cual evidenció las tensiones con inmigrantes que hay en la ciudad nortina.




CINCO días demoró el viaje en bus que en febrero pasado realizó Lidier García para llegar, desde Cali, Colombia, hasta Antofagasta. Primero hizo escala en Lima y desde allí tomó otro bus hasta Arica, donde ingresó al país con visa de turista. Su madre y su hermana -que viven hace dos años en la capital de la II Región- le habían hablado de la ciudad y no dudó en seguir su camino: "En total gasté US$ 800 en los pasajes y me demoré como un mes en encontrar empleo. Actualmente trabajo en una empresa que presta servicios eléctricos a una minera", cuenta, mientras espera su turno frente al Departamento de Extranjería de la PDI.

García, de 23 años, es uno de cientos de colombianos que cada mañana se agolpan afuera del Registro Civil o de Extranjería, en pleno centro de la ciudad, para tramitar sus visas de trabajo y así regularizar su situación. El boom minero que vive Antofagasta, donde el ingreso mensual por trabajador llega a los $ 520 mil, según el INE ($ 130 mil más que el promedio nacional), ha disparado en los últimos años la cifra de residentes provenientes de ese país.

Según cifras de la PDI, hasta julio de este año había 15.377 colombianos en la ciudad, 655 menos que peruanos, que constituyen la principal colonia extranjera.

"Se emplean principalmente en servicios, restaurantes y cafés. Debido a la gran cantidad que solicita documentos, se inició un plan para evitar que las filas se extiendan demasiado. A veces podía haber mil personas", afirma el gobernador provincial, Mauricio Muñoz.

Junto con esta alza en la inmigración, se ha producido otro fenómeno: la tensión entre antofagastinos y colombianos residentes.

Esto se volvió visible el viernes 11 de octubre, cuando en pleno centro comenzó una pelea entre colombianos y chilenos, tras el partido de las selecciones por las Eliminatorias para el Mundial. El incidente dejó seis detenidos en calle Condell. "La pelea es algo que se veía venir, para el partido anterior sucedió algo similar. El año pasado el consulado de Colombia fue atacado y han aparecido rayados en algunas calles", asegura Pablo Kramm, director de la ONG Ciudadano Global en Antofagasta.

Al enfrentamiento del día 11 se sumó la convocatoria, vía Facebook, a dos marchas. Una en contra de la inmigración y otra, por el borde costero, demandando que los colombianos sólo puedan ingresar al país con visa de trabajo. La primera, realizada ayer, sólo convocó a cerca de 50 personas.

Para contrarrestar esto, el viernes la Fundación Trascender grabó, en el paseo Prat, un video en apoyo de los inmigrantes.

La reyerta ha alertado a las autoridades chilenas y colombianas. La cancillería del país del Caribe expresó, a través de un comunicado, "su preocupación por los enfrentamientos físicos y virtuales que se han venido registrando en los últimos días, entre ciudadanos de los dos países. Es por eso que hacemos un llamado a la tolerancia".

Por otra parte, la municipalidad organizó esta semana una mesa de trabajo, sobre la inmigración. "Antofagasta es una ciudad de inmigrantes, siempre han venido. En el caso de los colombianos, buscamos que exista una integración, pero bajo los parámetros de nuestra ciudad: que se adapten a nuestras costumbres, pues es cierto que su presencia ha generado problemas", afirma la alcaldesa Karen Rojo.

El general de Carabineros, Alberto Etcheberry, jefe de la II zona, plantea que han detectado un aumento de los ilícitos asociados a ciudadanos de ese país, de cerca de un "40%, entre 2012 y este año", los que incluyen causas por drogas.

El jefe de estudios de la Defensoría Pública de Antofagasta, Ignacio Barrientos, tiene otra percepción: "En general, el hacinamiento provoca delitos menos graves, como violencia intrafamiliar y no es común el delito de drogas. Según nuestras estadísticas, el 1,4% de las atenciones realizadas por la Defensoría Pública en 2012 son por imputados colombianos".

Rolando Osorio tiene 20 años y mide cerca de un metro 90. Arrienda, junto a otros cinco compatriotas, una casa en Avenida Matta, a pasos de la plaza Sotomayor: "Muchos habitamos en el centro, pues queda cerca de todo y nos ahorramos la locomoción, que en esta ciudad es cara. Trabajo en un restaurante y ganó $ 300 mil y envío la mitad a mi familia en Colombia".

Una idea que se escucha con frecuencia en la comunidad antofagastina es que los colombianos se "tomaron" el centro. "Lo primero que cambió fue el olor, antes no tenía un aroma definido y ahora huele a jugos tropicales", dice María Canales, quien trabaja en un quiosco en el Paseo Prat.

En lugares donde antes había locales con tragamonedas, han aparecido peluquerías atendidas por colombianos. Luis Mosquera cuenta que "desde los 10 años soy barbero, un amigo me llamó para decirme que acá se necesitaba uno y vine. Eso fue hace 12 meses". Relata que la mayoría de sus clientes acuden con un objetivo claro: los peinados de Arturo Vidal y Alexis Sánchez: "Les muestro catálogos con otros, pero van sólo por eso".

En las galerías del Paseo Prat o calle Condell se han multiplicado los servicios de pedicure y cafés con piernas. En ambos rubros se emplean muchas colombianas.

Los colombianos que llegan a Antofagasta provienen principalmente del Valle del Cauca y del puerto de Buenaventura, en la costa del Pacífico. De acuerdo con un estudio realizado por la UC del Norte, un 85% proviene de esta zona, en permanente disputa entre paramilitares y narcotraficantes. "La mayoría de los entrevistados asegura haber sido amedrentado en su país por algún tipo", dice Carlos Pizarro, jefe de Extranjería de la PDI.

Merlin Hurtado tiene 24 años y viene de Cali. Asegura que la sorprende el orden y la seguridad que observó en Chile cuando llegó hace cuatro meses: "Nadie va con un arma en la calle. Eso tranquiliza", recalca.

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