Lucas Domínguez: "La Ponferradina estaría entre los seis mejores equipos de Chile"
El defensor vive con entusiasmo su primera temporada en el fútbol español. Su modesto equipo leonés lucha por entrar en la promoción de ascenso a la Liga.
Vive en un piso de alquiler en Ponderada, en León (España), donde los sueños de grandeza se enfrentaron a un clima muy duro este invierno. "Nunca vi llover tanto". Pero Lucas Domínguez (Santiago, 1989) no se reprocha estar donde está. Ha ganado soledad, pero no siente que haya perdido status respecto a su época en Colo Colo. Su religión está en la seguridad en sí mismo. "Es tan difícil llegar a Europa sin pasaporte comunitario…, y los chilenos lo sabemos". Por eso esto de la Ponferradina no es una beca, sino que forma parte de un sacrificio en el que la lógica impone su voz. "Tenía que empezar desde un sitio como éste". Admirador de Maldini ("que fue mi ídolo"), presume de calidad de vida en un pueblo como Ponferrada, de 70.000 habitantes, "donde, si no llueve, puedes ir en bicicleta a entrenar". Y los sueños también tienen buenos aliados. "De hecho, la afición nos quiere con locura a los futbolistas del equipo".
Ha empezado desde lo más abajo en la Ponferradina. ¿Es un orgullo o una desgracia?
No, hombre; una desgracia no, por favor. Aquí tengo las comodidades que necesita un jugador de fútbol, esto no es como la segunda división chilena. Cada realidad es distinta, la gente tiene que romper prejuicios. Sólo escuchan el nombre de la Ponferradina, y como no lo conocen, se preguntan: '¿dónde estará Lucas?', y no no es así, estoy en buen lugar.
¿Qué sería de un Colo Colo-Ponferradina?
Podríamos competir, seguro. Aquí hay más velocidad, aquí hay más intensidad, aquí te preparas para lo que luego te vas a encontrar en los partidos de la selección si tienes la suerte de que te llame Sampaoli. Pero competir, competiríamos, seguro. No sería como enfrentarse al Madrid o al Barça. No tendría nada que ver.
No hay quien le convezca de que no está donde quiere estar.
Yo quería estar aquí, porque puedo optar a jugar en Primera, incluso, con la Ponferradina. Pero sus preguntas no van a lograr que me arrepienta. En Europa, el concepto de humildad es diferente y ya le he dicho que la Ponferradina estaría entre los seis mejores equipos del campeonato chileno. No hay tanta diferencia y, además, aquí puedes coger el auto y tienes al Real Madrid a tres horas, al Barça a siete. ¿Se da cuenta?
En su lenguaje triunfa la pasión, admirable.
No necesité que nadie me aconsejase; cuando salió esta posibilidad en dos días me di cuenta de que tenía que hacerlo, de que no debía preguntar a nadie. Pero eso es lo lindo de los sueños: empiezan desde lo más abajo y el día que llegas, si es que llegas, ha de ser enorme. Yo no olvidaré esto.
¿Qué importancia tuvo el dinero en este viaje?
Muy poca. Aquí gano una cantidad similar a la que ganaba en Chile, allí jugaba en Colo Colo, que casi es lo máximo. Pero ¿a qué jugador chileno le ofreces venir a Europa y te dice que no? Los años y las oportunidades pasan muy rápido. No puedes detenerte pensando en el dinero, tienes que saber lo que quieres.
¿Siempre habló así?
No lo sé, porque este año en Ponferrada me ha curtido. De pronto, he empezado a hacer cosas que nunca hacia como cocinar, aliñar una ensalada, buscar salsas. En casa esto era algo reservado a mi madre, a mi hermana y, de repente, ahora yo ocupo ese lugar, y no sólo eso, sino que voy a la compra, hago cosas que ni sabía que supiese hacer.
¿Qué aprende un futbolista cuando va al supermercado?
A organizarse, a controlarse, a hacerse más responsable. Uno no puede llenar el carrito con las cosas de las estanterías que más le gustan, sino con las que más necesita. Pero eso es como cuando pongo la lavadora. Es algo que nunca hice. Siempre lo hizo mi mama, pero aquí vivo solo y resulta.
¿Acepta su categoría de futbolista anónimo?
Sí, y me resulta un placer, quizá porque yo siempre fui así, un hombre de perfil bajo. Quizá en la época de Colo Colo tenía más repercusión. Pero, ¿sabe lo que le digo?, prefiero que sea así, porque es más cómodo. No me imagino cómo pueden vivir las grandes estrellas. Obviamente, aspiro a ser una estrella, pero eso no me hará mejor persona.
¿Son mundos compatibles?
Sí, si sabes valoras lo que tienes, sí; si no te hace falta que nadie lo valore por tí, también. Mire a mí mismo en Ponferrada. Aquí soy feliz; aquí puedo ir caminando o en bicicleta al entrenamiento; salir a la calle y sentirme uno más, poder ir a un cine, yo voy sólo muchas veces. Pues todo eso es muy lindo. ¿Qué mañana aspiro a más? Pues sí, claro, pero ya veremos.
Claudio Bravo también jugó en la Real Sociedad en la Liga Adelante.
Y nadie cuestionó su calidad. Y jugó un Mundial. Pero no sólo él. También lo hizo Orellana. Pero en su momento tuvieron que vivir esta categoría y no es tan extraño: aquí hay equipos tan buenos como los mejores de Chile y, no nos engañemos, cuesta mucho que un jugador sin pasaporte comunitario entre en el mercado europeo. He conversado de esto con compañeros que están en Colo Colo y se cambiarían por mí.
¿El futbolista razona tan rápido como el ciudadano en su caso?
No sé. Uno es el producto de toda una vida, de su mamá, de su papá, que lo incitaron a ser así, a formarse, a ser persona, a ellos no se les puede defraudar nunca. Entonces el mundo no tendría sentido. Yo estudié dos años de arquitectura hasta que llegó esa pregunta: "¿fútbol o estudios?"
¿Y por qué eligió el fútbol?
No, lo que elegí fue el momento; el fútbol, a diferencia de la arquitectura, no podía esperar y no me arrepiento, porque me está permitiendo soñar y me ha dado una calidad de vida que no es fácil. A mi edad, ya me he comprado mi casa en Santiago y estoy aquí, en Europa, cada día más cerca de tener mi pasaporte comunitario, y eso me puede facilitar todo.
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