Manuel Pellegrini redefine al Manchester City

El técnico chileno ha convertido a un grupo plagado de estrellas en un equipo que conserva el cuero para exprimir la velocidad y pegada.




Acabado el encuentro en El Madrigal, en noviembre de 2011, David Silva se acercó al vestuario del Villarreal con el gesto contrariado, por más que su equipo, el Manchester City, se hubiera impuesto por 0-3.

El mensaje fue contundente. "Nos vino a decir que el equipo no era tal, que allí cada uno miraba por su carrera y cuenta corriente", señalan desde el cuerpo técnico que entonces comandaba Juan Carlos Garrido, ahora en el Betis.

Argumento que podría descifrar el chisgarabís que ha sido el City en las dos últimas Champions, descabalgado en la fase de grupos, a pesar de la generosa chequera del jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan.

"Para la primera vez que entramos en este sorteo, ha sido espectacular", señaló Txiki Begiristain, director deportivo de los "Blues" y antes del Barça, rival en los octavos de final; "será divertido". Sobre todo porque el City ya no es una batalla de egos, sino un equipo. Mano del técnico Manuel Pellegrini, que en seis meses ha recobrado la pelota y descompuesto el legado de Roberto Mancini, de fútbol directo y tacaño con el espectáculo.

La grada del Etihad Stadium, en cualquier caso, le profesó un cariño inflexible a Mancini, toda vez que conquistaron la Premier de hace dos cursos, sin laurel alguno en el año pasado. Por eso, la primera decisión de Txiki fue de lo más polémica: cambiar el estilo de juego y, por consiguiente, el jefe del banquillo. Decisión avalada por Ferran Soriano, director ejecutivo del City y, por otra parte, ex vicepresidente del Barça, enfrentado con el actual presidente Sandro Rosell.

Traer a Pellegrini fue el primer paso para redefinir al City, que se fiaba a la pegada de sus delanteros, abotargado el césped de músculo, con mediocentros físicos por doquier.

Ahora, aunque el juego tampoco cae en la retórica, el City exprime sus virtudes, la contra y el vértigo en la composición sin renunciar al pase, además de la exigencia de entregar el balón al destinatario.

Así, si el año anterior se quedó en un 52,73% de posesión y ahora firma un 56,99% -tras Chelsea y Southampton-, también fue el quinto que menos pases malos dio (79 por partido, por los 74 del Tottenham y el United, líderes en la estadística), para ser actualmente el que menos yerra en las asociaciones (72), por los 80 del Liverpool y 81 del Arsenal, por ejemplo.

Del mismo modo, también ha afinado en la presencia ofensiva y puntería; en el curso anterior firmó 485 remates (lejos de los 528 del Liverpool), para lograr 66 redes -86 hizo el United- con un porcentaje del 13,61% de acierto, y ahora suma 217 remates (13,5 por encuentro) con 47 dianas -ocho más que el Liverpool, segundo en esta suerte- y un acierto del 21,66%.

"Jugamos más al ataque, con un estilo muy español, agresivos, precisos arriba y tocando, con buen fútbol", explicó Touré a Marca.

"Será una pelea dura", resolvió Andoni Zubizarreta, director deportivo azulgrana. "Un equipo que hace goles con mucha facilidad", añadió Martino. Le sobra dinamita al equipo, con centros desde la derecha -Zabaleta, cinco asistencias, y Navas, ocho-, llegadas desde atrás de Touré, mezclas de Silva, y punteos de Agüero (19 goles este año) y Negredo (12). Y si eso falla, aparece sobre todo Nasri de quarterback y Dzeko pone el remate. El punto débil son los centrales, robustos y lentos en la corrección, sin pie para sacar el cuero como Lescott, el capitán Kompany, Demichelis y Richards. Y un portero, Pantilimon, que le ha ganado la partida a Hart, desbravado hasta poner en duda su titularidad con Inglaterra.

Figuras que juegan a una, como demuestran las últimas victorias ante el Bayern (2-3) y Arsenal (6-3), y que ya apuntan al Barça.

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