Mario Fernández: "El diseño original de entregar la nueva Constitución al Congreso siguiente era dilatar la discusión"

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El jefe de gabinete de Bachelet reconoce que hubo un cambio de diseño al encomendarle el proceso al actual Parlamento. Plantea, además, que la opción de la asamblea constituyente no se ha descartado por completo.




La Constitución contra sí misma. Ahí, dice el ministro del Interior, Mario Fernández, se pueden encontrar pistas sobre lo que puede significar la propuesta de la Presidenta Michelle Bachelet de impulsar una Convención Constituyente para viabilizar el camino hacia lo que el gobierno llama "nueva Constitución". En 2013, en medio de la efervescencia social que instaló el tema como una de las demandas principales de la campaña presidencial, el hoy secretario de Estado plasmó en dicho libro su visión teórica y académica sobre la situación constitucional chilena. En el epílogo de dicha publicación, entregando más pistas, Fernández recuerda que la idea de una convención no es nueva.

"El famoso y longevo texto de 1833 que se acordó en una Gran Convención -a la que ya nos referiremos- se negoció en los salones parlamentarios o gubernamentales de Santiago, pero sólo después que las cosas se habían decidido por el filo de los sables en los campos de Lircay", escribió el ministro en 2013. Con el libro en sus manos, el jefe de gabinete de Bachelet explica los alcances de la reforma al capítulo XV de la Carta Fundamental ingresada ayer al Congreso.

¿Es suya la idea de evocar esta Convención Constituyente?

Es una larga influencia. En un libro que escribí hace cuatro años hay un planteamiento ahí respecto de recoger esas tradiciones constitucionales, por lo cual nadie puede acusar que aquí estamos proponiendo algo inédito, sin precedentes, no. Es algo que es representativo, es participativo, incorpora lo que la sociedad de Chile quiere, por una parte, pero simultáneamente se hunde en las raíces históricas de nuestro constitucionalismo, no sólo chileno, sino que occidental. Entonces, estamos muy bien respaldados también teóricamente para enfrentar esta tarea.

¿Cómo visualiza usted y el gobierno esta convención, quiénes la integrarían, cuáles serían sus atribuciones?

Es completamente consecuente ahora escuchar las opiniones que se entregarán en el Congreso respecto de cómo ven los partidos la integración. Además, tenemos que tener a la vista lo que ha opinado la sociedad en los encuentros locales, sino también en múltiples encuentros, seminarios que han tenido lugar de especialistas sobre la materia, por lo tanto, hay mucho material, pero hay que ver cómo se inicia el debate en el Congreso.

Pero ¿cuál es su idea, que la integren parlamentarios, ciudadanos, personalidades?

Claro, yo lo vislumbro como una mezcla de personas de distinto origen y distinta personalidad. Lo ideal sería tener una mezcla lo más representativa de la sociedad chilena.

Claramente hubo un cambio de diseño, pues la idea anunciada originalmente por la Presidenta era de facultar al próximo Congreso a iniciar el debate. ¿Es una decisión política habilitar al actual Congreso?

Sí, es un cambio con finalidades prácticas. Hay un cambio en que sea este Congreso el que inicie la discusión sobre la modalidad para una nueva Constitución. Como están dadas las cosas, con una decisión electoral presidencial que está muy incierta, con muchos debates en distintos planos, está este compromiso presidencial de presentar una nueva Constitución. Había que seguir ejercitándolo, más aún después del exitoso proceso de los encuentros locales y los cabildos. Entonces, habiendo concluido la parte participativa había que entrar en la parte institucional, lo que se llama la fase institucional y, claro, el diseño original de entregárselo al Congreso siguiente era equivalente a dilatar esta discusión.

Pero justamente había un debate respecto de la legitimidad del actual Congreso, elegido a través del sistema binominal. ¿Cómo se subsana eso?

Es una distinción que es posible de hacer, pero no hay que olvidar que la expresión de la Presidenta de que sea una fase institucional significa aceptar las instituciones tal como están. Ahora, nosotros queremos cambiar la institucionalidad, para eso necesitamos esto, y verdaderamente el actual Congreso está en situación de poder abrirse a una sede distinta para la elaboración de una nueva Constitución.

¿Se descartan otros mecanismos, como la asamblea constituyente, al proponer la convención?

Esa es una opción que la Presidenta adoptó, tomando en cuenta que la idea original de pedir que el Congreso se definiera entre cuatro instituciones distintas podía perfectamente confluir en una sola abierta, como es la Convención Constitucional. Fíjese que la convención está en la tradición constitucional chilena. La gran Constitución de 1833 fue elaborada y redactada por una convención. La convención, incluso, está actualmente vigente en el ordenamiento constitucional norteamericano como una alternativa para hacer reformas constitucionales. Por lo tanto, se trata de un concepto que agrupa partes de esas cuatro opciones; la convención a priori no elimina ninguna de las cuatro.

Pero para algunos sectores esta figura descarta la asamblea constituyente...

No, ahora puede perfectamente sentirse incluida la asamblea constituyente.

¿Eso lo definirá el Congreso?

El Congreso, a través de una ley orgánica constitucional que también será enviada por el Ejecutivo, pero primero tiene que aprobarse la reforma al capítulo XV, que permite al Congreso convocar a una convención, eso es lo primero. Una vez que se aprueba eso, el gobierno tiene 60 días para enviar una ley orgánica constitucional para regular todos los detalles de la convención: cuántas personas, el origen, el modo de elegirlas, su funcionamiento, etc. Además, hay algunas materias que se resguardan en términos de quórum para que tenga una garantía de ser determinadas con una alta mayoría. Por ejemplo, la ley orgánica debe establecer que lo referido al nombramiento de los miembros de la convención debe tener tres quintos de los diputados y senadores. Y, además, se agrega que todas las materias nuevas que un proyecto de nueva Constitución traiga y que no esté en la actual Constitución debiera aprobarse por dos tercios para dar la máxima garantía de consenso.

En paralelo, ¿hacia fines de año se enviará el proyecto de nueva Constitución?

Sí, debiera ser. La Presidenta ayer lo reiteró.

¿Y ese es el proyecto que a futuro abordaría esta convención?

Eso es, la Presidenta ayer lo reiteró claramente: el gobierno va a mandar su Constitución, su proyecto, su propuesta. Eso es muy importante, a mí me asombra que una cuestión de tanta importancia sea pasada a llevar como algo secundario, pero eso lo advirtió la Presidenta ayer. Estamos en la última fase del proceso constituyente, que tiene, a su vez, dos partes: una: la modalidad y la otra: el contenido. Ahora estamos en la modalidad y después va a venir el contenido.

¿Qué pasa si no se aprueba la reforma al capítulo XV que tiene que ver con la modalidad y que tiene el quórum más alto, es decir, de 2/3?

Si no se aprueba, no se aprueba.

¿Cómo el gobierno avanzará en este proceso si ya la oposición manifestó que no lo aprobará? De hecho, no asistieron el lunes a la ceremonia de envío del proyecto…

La ausencia de los personeros de la derecha, especialmente los que tienen cargos en las comisiones de Constitución del Congreso y de los partidos hay que entenderlo como una descortesía, es una invitación de la Presidenta de la República. Ahora, también hay que entenderlos como una señal que no es extraña, porque la derecha no quiere un cambio constitucional, punto; no quiere una nueva Constitución, punto, eso lo sabemos desde siempre, por lo tanto, no es extraño lo que ocurrió.

¿Y cómo lo hará el gobierno si se necesitan las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio para la aprobación del proyecto?

Hay que dar esta pelea y esperamos que los argumentos sean tan convincentes que la derecha tenga la grandeza de entender las cosas como son. Si la nueva Constitución es completamente necesaria para Chile, incluso desde el punto de vista formal de la estructura de la Constitución, porque la Constitución actual tiene el doble más de reformas que artículos: tiene 254 reformas para 129 artículos.

¿Se podrá decir, entonces, después, que la Presidenta cumplió con este paso, pero no fue aprobada en el Congreso?

No es tan así. Es necesario este paso, porque los chilenos saben hace tiempo que es necesaria una nueva Constitución, pero una nueva Constitución requiere de una nueva modalidad para elaborarla, por eso es nueva en su forma de hacerse. No es, en consecuencia, un paso táctico, es un componente. Ahora, si es muy dificultoso, ahí lo iremos viendo en el camino cómo se va produciendo este debate, nosotros esperamos que se produzca un debate bien profundo y bien movido sobre ya algunos temas sustantivos constitucionales.

De todas maneras, en la oposición dicen que esto tiene que ser materia del próximo gobierno, ¿por qué legislar ahora dentro de una campaña presidencial?

Bueno, estamos dentro de un gobierno. Los gobiernos tienen que hacer todo lo que prometieron al país cuando fueron electos. Claro, la oposición como no votó por la Presidenta Bachelet no toma muy en serio esto, pero la Presidenta sí lo toma en serio, lo que ella prometió en su campaña lo cumple y esto es cumplir con una parte muy esencial del programa. Ahora, la oposición dice que esto será en un futuro gobierno, ojalá fuera así, porque ellos estarían admitiendo que es necesaria una nueva Constitución, sería una gran noticia. Pero ayer la derecha dijo algo bien insólito: que esto no era prioridad para las personas, como si una Constitución fuera una cosa ajena a las personas, prácticamente casi todos los problemas que se viven diariamente tienen que ver con la Constitución. Los problemas con los consumidores, medioambientales, todos tienen que ver con la Constitución, entonces es esencial una nueva Constitución.

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