Nuevas formas de comprar vino

Tiendas especializadas, venta directa, clubes de vino, importaciones y más. Todo indica que a botillerías y supermercados les salió competencia, pero de la buena.




Desde los años noventa, las mejoras económicas del país alentaron en general el consumo de los chilenos, lo que sumado al incipiente boom viñatero nacional propició nuevos aires en la producción y venta de vino.

ímidamente, fueron apareciendo etiquetas e incluso hubo hasta campañas publicitarias para promover que la gente tomara vino. Pero los lugares para hacerse de buenas botellas seguían siendo las tradicionales botillerías de barrio y los supermercados, que en esos años iniciaron una expansión que no se ha detenido.

El escenario de la venta directa comenzó lentamente a cambiar hacia la segunda mitad de los noventa con la aparición de La Vinoteca (1994) y El Mundo del Vino (1998), las primeras tiendas exclusivamente de este producto en Santiago que apuntaban a un comprador más sofisticado, experto –o al menos- con el presupuesto suficiente para invertir más en lo que toma. En 1997 partió además la CAV (Club de Amantes del Vino) que hoy tiene más de veinte mil suscriptores -los que además de una revista mensual reciben varias botellas - y que ha incursionado también en los negocios de tienda y restaurante.

Hoy a ese panorama hay que sumarle nuevos actores.

La variedad y el gusto

"El panorama de las tiendas de vinos ha cambiado sustancialmente en las últimas dos décadas. Primero aparecieron tiendas especializadas que hoy son grandes y que tienen apalancado su negocio con la distribución de vinos. En medio se registraron varios proyectos de comercialización de vinos online, de los cuales han sobrevivido algunos, pero es importante considerarlos. Y en los años más recientes aparecen tiendas más especializadas, que juegan más en la cancha de la diversidad, con los pequeños productores y grupos alternativos como MOVI y Chanchos Deslenguados (colectivo que agrupa a varios productores de vinos naturales y de autor)", explica el periodista Alejandro Jiménez, editor general de la revista La CAV.

Entre las nuevas tiendas están Santiago Wine Club –que partió como un sitio web de venta de vinos- en el Barrio Lastarria; BB Vinos –que también vende online- en el GAM; Vinomio, en el Barrio Bellavista; Les Dix Vins, en Vitacura; la pequeña The Wine Room, que funciona adosada al restaurante La Bifería en la calle Pedro de Valdivia, y –el recién abierto- Vinolia, en Alonso de Córdova, una mezcla entre lugar para comprar y espacio multimedia donde se pueden recorrer virtualmente los diferentes valles vitivinícolas del país, probar y adquirir botellas provenientes de estos lugares.

Según Álvaro Tello, editor de la guía Descorchados y autor del blog especializado Vinocracia, estos locales son un aporte porque "incentivan la curiosidad en un mínimo espacio se encuentran en barrios clave las etiquetas son seleccionadas hay vinos de grandes y pequeños productores que elaboran partidas limitadas y -lo más importante- son atendidas por sus dueños o por personal especializado". Es decir, sigue Tello, "no te sientes apabullado tratando de escoger entre 500 etiquetas un vino para una ocasión o uso particular".

Los que están al otro lado del negocio, el de la producción, también ven con buenos ojos la paulatina proliferación de este formato. Es el caso del enólogo Jean-Charles Villard, de Villard Fine Wines, una pequeña viña del Valle de Casablanca. "Es muy positivo que aparezcan estos nuevos actores para los que no vendemos nuestros vinos en supermercados, porque la relación no es buena con ellos (con el retail en general) y la verdad es que tampoco son el mejor lugar para comprar vinos", explica Villard, quien agrega que en cambio "en las tiendas que han ido apareciendo –y también en las más antiguas, como la Vinoteca- se hacen buenas selecciones de productos y aconsejan, lo que hace una diferencia".

¿Qué se puede encontrar en estos lugares? Varios de los vinos naturales (lo menos intervenido posible) que se están haciendo en el país, pequeñas producciones de viñas boutique, cepas menos conocidas como Carignan, Garnacha o Cinsault, y las novedades en materia viñatera actual en Chile.

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La tienda de Santiago Wine Club, en el sector de Lastarria.

La tienda de Santiago Wine Club, en el sector de Lastarria.

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Distintas maneras

Para ser un país productor de vinos, Chile tiene cifras muy bajas de consumo. Eso no significa que en Chile se tome poco, sino que se consume poco vino. Las últimas cifras hablan de 14 litros per cápita al año, muy por debajo de los 60 litros que alguna vez se registraron. "En los años veinte llegamos a esa cifra no habiendo en el país más de cuatro millones de habitantes", explica Álvaro Tello, y agrega que esto se debió "en parte al vino suelto que se vendía por cañas, ya que en Santiago y Chillán existían centros de acopio donde se mezclaba vino no importando cepa u origen. Y a otro factor: en esos años existía una tasa muy alta de alcoholismo infantil, femenino y masculino".

Según la asociación gremial Vinos de Chile, el consumo actual está creciendo y en 2016 experimentaron un alza de un 10,1 por ciento en volumen y un 12,2 por ciento en valor nominal. Además, se ha detectado también un incremento en las ventas de vinos de mayor valor. Un panorama que hace sonreír a varios y se nota en la oferta actual, tanto en etiquetas como en su comercialización.

Además de las tiendas también existen otros canales de venta que apuntan al segmento que quiere probar más alternativas. Está por ejemplo Hello Wine, un club que ya cuenta con más de 3.500 suscriptores y que les entrega mensualmente –además de una revista en papel- una selección de vinos en formatos de media botella y recibe sugerencias de sus suscriptores. Otra alternativa es la que ofrece Tandem, una plataforma web que –inspirada en el concepto del crowdfunding- busca apoyar la producción de unos cuarenta vinos de autor de la zona centro sur –entre los que están Maturana Wines, Aupa, Roberto Henríquez, Villalobos y varios más- por medio de "backers". Es decir, personas interesadas en conocer estas cosechas que –por adelantado- aportan dinero a los viñateros, los que tras las vendimias se traduce en porcentajes de descuento según el aporte que hayan realizado. De esta forma, consumidores y productores se saltan a los intermediarios que inevitablemente encarecen el precio. "Nos gusta pensar que somos los Uber de la industria del vino", dice Sebastián Cherniavsky de Tandem, explicando que buscan apoyar a esos viñateros independientes a los que a veces no les dan los costos a la hora de comercializar sus vinos en los canales tradicionales de distribución.

Para los que gustan de vinos extranjeros, existen desde hace algún tiempo importadores directos (además del retail que ofrecen algunas etiquetas) que traen botellas seleccionadas de variados orígenes, cepas y estilos de vinificación. El más representativo es Edwards Fines Wines, quien importa para tiendas, restaurantes y compradores particulares vinos de España, Francia, Portugal, Italia y Alemania. Según varios conocedores, su catálogo es simplemente "el mejor en cuanto a vinos extranjeros en Chile". De acuerdo a su propietario, Diego Edwards, su apuesta es "trabajar sólo con vignerons que cultivan sus pequeñas parcelas en búsqueda de vinos únicos e irrepetibles, tal como lo han hecho sus padres y abuelos".

En regiones también están pasando cosas interesantes y hay tiendas como La Cava del Pescador (Concepción y Viña del Mar), El Rincón del Vino (Antofagasta), Vinizio (Valparaíso), Vinonauta (Santa Cruz) o la del sommelier Marcelo Pino, en Pichilemu.

En palabras de la sommelier Macarena Lladser –que también ha incursionado en la importación de vinos europeos-, la actual escena de comercialización es un mix de "jóvenes e inquietos importadores, aire fresco en la vieja distribución nacional, nuevas tiendas de vinos que apuestan por lo local y así un sinfín de colaboraciones del circuito que finalmente terminan por ampliar la oferta".

Pese al movimiento, no hay que engañarse: el retail sigue dominando por lejos las ventas y el mercado. Según Diego Edwards, la tendencia debería ser "que los amantes del vino puedan comprar sus botellas en tiendas especializadas e independientes en el barrio donde viven. Lo que significaría que la oferta de supermercados y botillerías sería totalmente diferente a la de tiendas especializadas y restaurantes, tal como ocurre en mercados desarrollados como Reino Unido o Japón". Aunque recalca que un gran obstáculo es "la restricción que existe en cuanto al número de patentes de alcohol que se emiten por comuna".

Más cauteloso es Mauricio Fredes, socio fundador de La Vinoteca. Para él, lo que está pasando es más bien "una apuesta de mercado y no algo que demandan los consumidores", y agrega que "el panorama no ha cambiado tanto". Aun así, reconoce que la aparición de nuevas tiendas ha ayudado a mejorar la oferta, "que en comparación con otros países productores sigue estando al debe. Por lo mismo, su llegada es muy bienvenida".

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Jorge Selume y Sebastián Cherniavsky, socios de Tandem.

Jorge Selume y Sebastián Cherniavsky, socios de Tandem.

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