Realidades paralelas

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Una extensa y minuciosa lista de reformas y logros de gestión; elementos que conforman la panorámica de una obra sin duda maciza en sus pretensiones y objetivos. Cumplimiento de metas, en el marco de una idea de país firmemente asentada en convicciones imperturbables, cuyo norte sería remover los últimos 'vestigios' del modelo neoliberal. De algún modo, ese fue el 'tono' que la Presidenta Bachelet escogió el día de ayer para abordar su última cuenta pública a la nación. Un discurso marcado por el imperativo de la continuidad de ese esfuerzo, por el desafío de asegurar los cambios concretados y por la confianza en que, más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas del reconocimiento a la labor realizada.

En síntesis, una apuesta por el futuro sin vacilaciones ni matices, que vino a poner el sello a un periodo presidencial marcado por el agotamiento de las claves políticas que definieron al Chile de la transición. Un discurso que tuvo, además, el estímulo otorgado por la encuesta mensual de Adimark, que una hora antes confirmó que la aprobación de la Mandataria sigue una tendencia ascendente y ya se ubica sobre el 30%.

Con todo, la última cuenta presidencial no se hizo cargo del peso de la realidad y no esbozó la más mínima respuesta a las densas interrogantes que han venido acompañando al actual gobierno durante todo su periodo. En primer lugar, la más obvia: ¿Cómo es posible que una administración con esta inmensa cantidad de 'avances' haya tenido los niveles de desaprobación más impresionantes desde el retorno a la democracia? En rigor, a pesar del alza de la aprobación en los últimos meses, el rechazo sigue empinado en un 66%, cifra que incluye a más del 40% de la gente que se considera de izquierda.

Del mismo modo, el discurso de ayer reflejó un total contraste con una coalición oficialista en plena crisis, fracturada por desacuerdos estratégicos y dividida por primera vez frente a los próximos desafíos electorales. Así, ¿cómo se explicaría que un gobierno tan 'exitoso' como el plasmado ayer en las palabras de la Presidenta pueda estar hoy con un alto riesgo de ser derrotado por la derecha y con la Nueva Mayoría declarada muerta por sus propios integrantes? En el fondo, los altos niveles de desaprobación del gobierno y de sus reformas, la crisis sin precedentes del oficialismo y la alta probabilidad de fracaso electoral resultan completamente inexplicables a la luz del panorama descrito por Michelle Bachelet.

En definitiva, la última cuenta presidencial sólo vino a confirmar la enorme desconexión de La Moneda con la actual situación política del país, dos dimensiones contrapuestas que, de algún modo, son parte esencial de los problemas que hoy enfrenta la Nueva Mayoría. Al final, un choque de realidades paralelas que, en buena medida, ha servido para que el actual gobierno no se sienta ni se haga responsable de las consecuencias de sus decisiones.

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