Revolución en las calles de Estados Unidos
El país del automóvil, donde la señal de alto y el semáforo han dominado el paisaje durante décadas, ha empezado a aceptar las glorietas -o rotondas- tan comunes en Europa.
La revolución de las glorietas está extendiéndose poco a poco por Estados Unidos.
El país de los autos, donde la señal de alto y el semáforo han dominado el paisaje durante décadas, ha empezado a aceptar las glorietas -o rotondas- tan comunes en Europa.
Conforme uno se adentra en la ciudad de Carmel, el navegador por satélite avisa una y otra vez de que más adelante tendremos que tomar una rotonda.
Al conducir por las calles de esta bella población, a las afueras de la céntrica Indianápolis, también se observan otras glorietas en obras.
La ciudad está a la vanguardia de una expansión vertiginosa, en varios estados de EE.UU., de la intersección circular cuya presencia es común en otros países desde los años sesenta.
Alrededor de 3.000 han sido construidas en EE.UU. en los últimos 20 años.
El alcalde de Carmel, Jim Brainard, se ha convertido en el principal apóstol estadounidense de la materia, al demoler 78 semáforos y replazarlos por glorietas.
Cuatro más estarán terminadas en los próximos meses.
"Tenemos más óvalos que cualquier otra ciudad de EE.UU.", asegura orgulloso ante uno de ellos. "Es una tendencia ahora en este país. Cada vez se construyen más rotondas porque suponen un ahorro y sobre todo, porque hacen nuestras calles más seguras".
Cita un estudio del Instituto de Aseguradoras para Carreteras Seguras que indica que el cambio de un semáforo por una glorieta supone de media un descenso del 40% en los accidentes de todo tipo y una caída del 90% en los que causan víctimas mortales.
A largo plazo, el ahorro es de unos US$240.000, asegura, gracias a la reducción de los costos de mantenimiento y a los ahorros en combustible.
"Los autos ahorran porque ya no están parados delante del semáforo y porque ya no tienen que arrancar desde cero, algo que consume mucho combustible. Ahorramos así miles de litros por rotonda al año", asegura este alcalde republicano.
"Además, las glorietas son más estéticas", añade. "¿Qué prefieres ver cuando miras a la calle desde la ventana del salón?, ¿un semáforo parpadeando toda la noche o una bonita rotonda con una fuente y flores?"
EDUCACIÓN
La insólita pasión del alcalde tiene su origen en los tiempos en que estudió en Reino Unido, el país que exportó en los años sesenta al resto del mundo la idea de reorganizar el tráfico por medio de rotondas.
Su anglofilia se percibe con solo echar un vistazo a su despacho: sobre la mesa reposa un libro del Príncipe Carlos llamado "Visión de Reino Unido".
"Me acordé de aquellas glorietas en Inglaterra y me hice la pregunta, ¿por qué no tenemos algo así? Recordé que funcionaban mejor que los semáforos, así que empecé a hacer un poco de investigación y convencí a mis ingenieros de tráfico para que construyeramos unas cuantas".
Al principio, dice que su idea fue recibida con escepticismo, pero la educación cívica es fundamental y por ello se difundió un video en el que se explicaba a los vecinos cuáles eran las ventajas para su seguridad y para el medio ambiente.
La ambición del alcalde es retirar 42 semáforos más y dejar en la localidad solo uno. El semáforo en la esquina de Main Street con Range Line Street sobrevivirá, pero no porque una placa asegure que el primer semáforo automático del país fue instalado en ese lugar en 1923, sino porque la calle es demasiado estrecha para que se pueda sustituir por una glorieta.
Las rotondas decoradas con fuentes de Carmel son muy distintas a los grandes cruces circulares concebidos en EE.UU. y Europa a principios del siglo XX pero que dejaron de usarse porque causaban grandes atascos.
ORIGEN
En los sesenta, ingenieros con amplias miras como el británico Frank Blackmore ajustaron su diseño y en Reino Unido surgieron las rotondas modernas, en las que los vehículos entrantes deben ceder el paso.
Las calles de EE.UU. todavía conservan ejemplos de la versión antigua -llamada en inglés rotatory o circle- en especial en Nueva Jersey y en Washington D.C. pero son muy poco populares porque confunden a los conductores.
Se cree que la versión más simple británica llegó primero a EE.UU. en 1990, a Nevada, y que a partir de ahí las glorietas comenzaron a multiplicarse.
California ha construido cerca de 200 en los últimos dos o tres años.
Los vecinos de Carmel parecen felices de vivir en la capital no oficial de las rotondas en EE.UU. El alcalde está a punto de revalidar su mandato por quinta vez.
"Creo que son magníficas", dice Blair Clark, que vive en la zona desde hace 26 años. "Hacen que el tráfico fluya, no tienes que parar, ahorras gasolina y hay menos accidentes".
INDIVIDUALISMO
Pero más allá de Carmel, hay gran resistencia a la construcción de rotondas. El columnista de un periódico de Atlanta dice que esta indeseable importación europea supondrá mayores impuestos y accidentes.
Y Dan Neil, periodista especializado en el mundo del motor de The Wall Street Journal, da la bienvenida a las glorietas, pero piensa que hay algo muy profundo en la psique del estadounidense que le lleva a oponerse a ellas.
"Esta es una cultura basada en la libertad y el individualismo, donde es difícil que se dé la cooperación espontánea y la reglamentación encuentra mucha resistencia".
"Al volante, es menos probable que los estadounidenses nos acomodemos a un patrón que, aunque sea más rápido para el grupo, pueda requerir del individuo que éste aminore el paso, o ¡Dios no lo quiera!, ¡ceder!".
Sean o no acordes con la idiosincrasia estadounidense, según un destacado profesor de ingeniería civil de la Universidad del Estado de Kansas, Gene Russell, es solo una cuestión de tiempo que las glorietas conquisten las calles de todos los estados del país.
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