El rock hoy no encuentra su lugar
¿Volverá el género a ser masivo? La escasa presencia de rockeros en los ránkings y la caída en las ventas de la guitarra eléctrica parecen indicar lo contrario.
La semana pasada, en el clip que Queens of the Stone Age subió a sus redes para anunciar los primeros detalles de su séptimo disco, el vocalista Josh Homme aparece sometido a un detector de mentiras que lo obliga a confesar, casi a regañadientes, quién fue el productor escogido para el álbum. "No sé quién es Mark Ronson", dice el músico en el video, usando el sarcasmo para revelar que Villains, probablemente el disco de rock más esperado de la temporada, estuvo a cargo del hombre detrás de Uptown funk y del éxito de Adele, Amy Winehouse, Lady Gaga y otras estrellas del pop.
El clip, uno de los más originales teasers que se hayan hecho para presentar un disco, no sólo cayó como un balde de agua fría para los seguidores más puristas de la banda californiana, aquellos que se sitúan en el rock como vereda opuesta al pop (porque aún creen en esa dicotomía) y que, tal como han manifestado en las redes sociales, ven en Homme y los suyos a la última esperanza de masividad para un género en crisis. Por sobre todo, la imagen funciona como un claro recordatorios del estado actual del más influyente de los movimientos culturales del siglo XX, uno que en el nuevo siglo no parece encontrar su espacio en la cultura de masas.
Si bien sería un error decretar -por enésima vez- la muerte del sonido y el estilo de vida que patentó el recientemente fallecido Chuck Berry, en especial si se revisan los exitosos volúmenes de venta de festivales como el Desert Trip californiano o el Stgo Rock City que se realizará en septiembre en Santiago, su vigencia parece estar supeditada a las viejas glorias. Basta revisar las cifras de Billboard, el más representativo indicador de masividad en el mercado anglo, cuyo apartado rockero encabezan actualmente lo último de Metallica, la reeedición del Sgt. Pepper's... de The Beatles y el disco póstumo del propio Berry.
Más ilustrativo aún es el listado Hot 100 del ránking, que agrupa a las canciones más populares y tocadas de cada semana, donde hay que descender hasta el casillero 15 para encontrar un nombre que califique en el género, al menos según los parámetros de la compañía: los norteamericanos Imagine Dragons, fenómeno juvenil que la prensa anglo ha señalado como "el futuro del rock", pese a que en sus canciones escasean los riffs y abundan los coros de épica millennial tan usados hoy en publicidad de telefonía móvil.
Un panorama todavía más desolador presenta el ránking radial chileno, donde los únicos artistas del top 50 que se aproximan medianamente a los códigos del rock son Coldplay y Maroon 5.
En repertorio local, no hay ninguna en un puesto destacado con menos de diez años de antigüedad, y en su mayoría pertenecen a grupos ya extintos, como Los Bunkers y Los Prisioneros.
"¿Es el rock relevante todavía?", se preguntaba a fines del año pasado el sitio de Billboard, apuntando a una falta de recambio y a sus insospechados efectos. Esta semana, por ejemplo, The Washington Post advirtió en sus páginas lo que llamó "la lenta muerte de la guitarra eléctrica", una sentencia basada en la crisis financiera que atraviesan algunos de los productores más emblemáticos del instrumento, como Fender y Gibson, provocada a su vez por la ausencia de héroes actuales de las seis cuerdas.
"Aquí las ventas también han bajado, pero es algo mundial. Lo que sí ha aumentado es la venta de guitarras vintage, así como de home studios y en general todo tipo de instrumentos que se puedan conectar a un PC", cuenta Christian Méndez, de Audiomúsica, popular firma del rubro que tras más de dos décadas de funcionamiento, y ante la demanda, decidió abrir hace cuatro años una tienda especializada en sintetizadores y equipos para DJs, los actuales referentes de la mayoría del público sub 20.
"El rock no va a morir porque ni siquiera nació, siempre estuvo ahí", añade Carlos Corales, uno de los pioneros del estilo en Chile. Para el guitarrista de Aguaturbia, "aunque la industria se adueñó de lo que suena", los códigos del rock están presentes en el pop mainstream: desde su base rhythm and blues hasta la actitud. Una frase que cobra sentido al escuchar a Josh Homme refiriéndose a su séptimo álbum, producido por el Rey Midas del pop, como "un disco de chicos malos".
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