Subdirectora Instituto Libertad y Desarrollo: "El foco de esta reforma (laboral) no está en los sectores más desprotegidos"

La ex directora de Presupuestos asegura que en la práctica el proyecto de gobierno beneficia solo a un 30% de la fuerza de trabajo y fomenta la informalidad.




Un ajetreado fin de año e inicio de 2015 ha tenido la subdirectora de Libertad y Desarrollo, Rosanna Costa. La ex directora de Presupuestos de Sebastián Piñera entró de lleno en el debate laboral, en la primera fila del equipo técnico opositor que por estos días desmenuza el proyecto, ad portas de la discusión en el Congreso.

¿Reforma o agenda laboral?

Es una reforma sindical. Yo, hasta antes del proyecto, hablaba de reforma laboral mal orientada. Con el proyecto, creo que se trata de una reforma sindical. Sin que ello sea peyorativo, pero es lo que es.

Pero ese foco se planteó desde un comienzo. De hecho, el programa de gobierno prometía aumentar el poder de negociación de los sindicatos y superar las "diferencias que existen en las relaciones entre trabajadores y empresarios"...

No quiero dejar la sensación de que me preocupa que existan sindicatos. Para nada. Estuve en la comisión de equidad y se discutió mucho, pero llegamos a la conclusión de que en Chile no existe una tasa sindical tan baja. El promedio de la Ocde es 17%, y en el caso chileno, las mismas cifras de la Ocde arrojan cerca de 14%. Francia tiene 7%.

¿Entonces el diagóstico del Ejecutivo es errado? ¿No hay "diferencias" que superar?

Para que exista un desequilibrio en la relación entre empresas y sindicatos o trabajadores, las remuneraciones deberían crecer menos que el Producto Interno Bruto (PIB). Tomé las cifras del INE, y en los últimos cuatro años el crecimiento del empleo más las remuneraciones es mayor que el crecimiento del PIB. Bastante mayor. Segundo, la Encla muestra que el conflicto dentro de la empresa es bajo. En ese contexto, no es para nada evidente un desequilibrio.

¿Qué tan drásticos son los cambios que se proponen?

El cambio es sustancial, y lo más importante es que se desaprovecha una oportunidad de tomar aspectos más importantes en cuanto a las debilidades del mercado laboral. En Chile la principal falencia tiene que ver con la participación y la oportunidad de empleo de mujeres y jóvenes, particularmente de los deciles de más bajos de ingresos. Es más, hay un severo riesgo de que esta reforma los perjudique. ..

Los asalariados con contrato del sector privado equivalen al 52% de la fuerza laboral. Si a ellos resto los trabajadores que están en la micro y pequeña empresa, la reforma no cubre más de un 30% de la fuerza de trabajo, que son además los que tienen mayor nivel de protección. Hay una gran masa que queda desprotegida. Con la reforma, los que se llevarán una gran masa de remuneraciones serán los sindicalizados. Se está poniendo el foco en trabajadores que normalmente se organizan y no en aquellos para los que tiende a ser más difícil expresarse.

Usted descarta que abarque a las pymes...

El 40% de los trabajadores están en empresas con menos de 10 trabajadores, y para tener sindicato se requieren al menos ocho trabajadores. El rol del sindicato es canalizar la voz de los trabajadores, pero en empresas chicas se conocen todos. Son relaciones diferentes.

¿Cuál es el mayor riesgo del proyecto?

Hay mucha gente que va a quedar sin empleo, pero también hay otra que va a ser arrastrada hacia la informalidad o a empleos sin contrato. El foco de esta reforma no está en los sectores más desprotegidos.

¿Por qué tendría efectos en el empleo?

Porque si aumenta la conflictividad, aumentan los costos laborales, que no son solo remuneraciones. Junto a ello, la distribución de los recursos apuntará más a las remuneraciones de los sindicalizados que a las del resto, lo que empieza a producir un desequilibrio entre actores, haciendo más oneroso tener trabajadores formales que informales. Estamos en un camino equivocado. Deberíamos habernos enfocado en empleo y produtividad.

¿Cuáles son las propuestas que más le preocupan?

La sindicalización es forzosa y se promueve la huelga, en vez de contenerla. El reemplazo en huelga hoy se utiliza poco pero sirve para contener una situación que se podría desbordar. Me parece mal que desaparezca. También me preocupa que se plantee una afiliación que si no es obligatoria es, a lo menos, forzosa. Porque sin acuerdo con el sindicato, el empleador no podrá extender los beneficios de una negociación colectiva a todos los trabajadores. Eso irá contra el clima de la empresa. Además, no habrá otra opción que negociar a través del sindicato. Si hay un sindicato de operarios y quieren negociar los profesionales, tendrán que ser representados por el sindicato de operarios o abrir un sindicato de profesionales para ejercer un derecho que debería ser simple de ejercer. Al permitir solo convenios colectivos para los grupos negociadores y no contratos reglados, los deja sin derecho a huelga.

Pero el gobierno se abrió a materias solicitadas largamente por el empresariado, como la adaptabilidad pactada...

Sí pero hay que revisarla, porque sigue siendo restrictiva. No se ve muy amplia. También me parece que falta conocer la institucionalidad de la mediación y la Direccion del Trabajo, que tendrán un rol mucho más fuerte. Otras materias que preocupan es que se elimina el descuelgue de los trabajadores en huelga y la disposición que fija un plazo de 60 días en que no se puede ir a huelga, lo que es muy importante para sectores como el portuario que concentran gran parte de sus actividades en una época del año.

En conclusión ¿usted diría que no se debería haber avanzado en un proyecto de este tipo?

No. En el mercado laboral ocurre con frecuencia que con la mejor de las voluntades y por querer proteger, se termina desprotegiendo.

Las inversiones chilenas se concentran en países Sudamericanos que prohiben el reemplazo en huelga y permiten incluso la negociación por rama, como Argentina...

Si uno mira esas tasas de desempleo, se ven rigideces en cuánto se demoran en ajustar cuando aumenta el desempleo a tasas más bajas. Las rigideces tienen efectos negativos en el empleo. Hay muchos mecanismos de adaptación, pero en todos la población con menor formación es la que tiende a quedar más desprotegida. Se pierde espacio de empleo formal y hay empresas que no van a poder competir en el margen

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