Un éxito que tiene nombre y apellido

Con el 90% de su matrícula de nivel vulnerable, la escuela básica René Andrade Toledo de Cañete logró superarse y, en seis años, aumentó su puntaje Simce en 104 puntos, alcanzando 310 en Matemáticas. Gran parte del mérito se debe al esfuerzo de la profesora Andrea Gallardo, quien por el apego a sus niños ha desechado varias ofertas de trabajo.




Alumnos que van al colegio no sólo a estudiar, si no que, también, a recibir gran  parte de su ración alimenticia del día. Esta es la realidad que enfrenta la escuela municipal René Andrade Toledo de Cañete, que pese a tener un 90% de índice de vulnerabilidad y más del 30% de su matrícula con necesidades educativas especiales, este año logró 310 puntos en el Simce de Matemática y 295 en Lectura. Un desempeño sostenido y en aumento  desde 2008, cuando registraron 206 y 228, respectivamente, en cada test, según datos de la Agencia de la Calidad de Educación.

La escuela alberga a 261 niños desde prekinder a octavo básico, y depende directamente de la municipalidad de Cañete.

Para muchos, la responsabilidad del alza de puntaje tiene nombre y apellido. Se trata de la profesora Andrea Gallardo, que se desempeña como docente en el recinto desde el 2008. La profesional, que dicta clases de matemática, lectura, historia y ciencias naturales a su curso, cuenta que la clave del éxito es "el compromiso y la relación entre los niños y los profesores, la que está llena de respeto y de mucho cariño. Nosotros somos los sicólogos, mamás y enfermeras".

A ello se suman las altas expectativas "que tengo de mis niños y el apoyo entre nosotros (los docentes) y la dirección".

Un compromiso que ella lleva como bandera de lucha ya que el promedio de sueldo en la escuela no sobrepasa el millón de pesos para un profesor de jornada completa, algo que le ha pesado a Andrea pero, dice, que  no cambia por el amor que le tiene a "sus niños". "He tenido la posibilidad de irme a otros recintos, pero me gusta mi escuela, los niños. Soy feliz aquí".

Tan así, que rechazó todas  las ofertas que ha recibido de colegios subvencionados y particular pagados durante los siete años que lleva en la escuela de Cañete.  "Yo me quedo acá, los niños tiene los mismo derechos de aprender y todos pueden. Eso lo hemos demostrado pese a todos los problemas que traen de la casa; son vulnerables, pero hemos salido adelante. Somos la forma de rescate de esos niños, que son vulnerable y que muchas ve ces no comen nada más que la colación que les da la Junaeb".

El colegio está adscritos a la ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) y tiene proyecto de integración. "Tenemos buenos resultados, creemos en la inclusión y no seleccionamos ni discriminamos. Todos merecen la misma oportunidad, eso es justicia".

Un esfuerzo de día a día que le ha costado más de una discusión en su casa. Gallardo, casada y madre de dos niños, confiesa que el tiempo no le alcanza y su trabajo se extiende a su familia. "Tenemos tiempo para revisar las pruebas, por ejemplo, pero más de la mitad del trabajo me la llevo a la casa. Ocupo muchas horas preparando las clases. Mis hijos han crecido sabiendo que la mamá tiene que corregir pruebas, es bien sacrificado, pero yo amo lo que hago". La labor de la profesora es reconocida entre sus apoderados. Laura Aguilera es una de ellas: "Es una profesora muy presente, dejando de lado muchas veces a su familia para preparar material para nuestros hijos. Su meta es sacar alumnos de excelencia".

La adversidad

Los profesores de la escuela se toman los buenos resultados con orgullo y satisfacción. Esto, no sólo porque sobrepasaron la línea de los 300 puntos, si no porque para ellos no ha sido fácil, según su director, Fernando Silva. En 2010, cuenta, uno de los pabellones del colegio fue afectado por el terremoto y "tuvimos que dividirnos en dos jornadas para luego instalarnos en la ex cárcel de la comuna. No estaban las condiciones, hacía mucho frío. También estábamos hacinados y tuvimos que habilitarle a los niños un pasillo como patio". Pese esto, "seguimos adelante y nuestros alumnos continuaron aprendiendo".

Tras una larga espera, en febrero de este año el director recibió las llaves del nuevo edificio educacional. "Pensábamos que las penurias habían parado, pero continuaron: no tenemos cortinas y la caldera funciona al 40%, el temor es que ya se viene el invierno y los niños no deben pasar frío, no corresponde", explica Silva, quien lleva más de 30 años trabajando en el recinto.

Con 56 años a cuesta y con la convicción de que una buena educación es posible para todos, durante la entrevista se pregunta constantemente: "¿Cómo lo hicimos, cómo lo logramos?" y se responde: "Somos todos artistas".

Un trabajo en equipo que corrobora la profesora Gallardo: "Esto no es un colegio, muchos lo llamamos familia. Educar tiene magia, pese a los problemas que cada uno puede tener, uno ingresa a la sala con los niños y el mundo está ahí".

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