Vargas Llosa celebra los 50 años de "La ciudad y los perros" en Nueva York
"Escribir es apasionante... No tengo facilidad para escribir, pero las dificultades no quitan nada a la fascinación, a la exaltación, al entusiasmo", remarcó Vargas Llosa sobre su oficio, en un encuentro en el Instituto Cervantes.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa celebró en Nueva York el quincuagésimo aniversario de "La ciudad y los perros", su primera novela, de la que se ha lanzado una edición conmemorativa, y con la que el premio Nobel se inició en la escritura, ese "misterio" que todavía le "apasiona".
"Escribir es apasionante. Siento la misma ilusión y dificultades que tuve cuando escribí mis primeros cuentos. No tengo facilidad para escribir, pero las dificultades no quitan nada a la fascinación, a la exaltación, al entusiasmo", remarcó Vargas Llosa sobre su oficio en un encuentro en el Instituto Cervantes de Nueva York.
El literato se refirió a la sensación "extraordinaria" que siente cuando "la historia comienza a tener vida propia, algo que siempre es misterioso", y que ha experimentado ante cada nueva obra de su dilatada carrera desde que publicara "La ciudad y los perros", por la que recibió el premio Biblioteca Breve en 1962.
"Con esta novela aprendí mucho, sobre la construcción de la historia, los puntos de vista, el lenguaje, adquirí cierta técnica que luego repetiría y perfeccionaría en otras novelas, y forjé una forma de escribir que tenía que ver con mi personalidad, con mis simpatías y diferencias en el mundo literario", describió el autor de "La casa verde".
El autor peruano (Arequipa, 1936) puntualizó que "casi ningún escritor comienza sabiendo qué tipo de escritor va a ser, ya que eso es algo que se descubre con la práctica, y por eso las primeras obras son decisivas".
Asimismo, Vargas Llosa recordó los escollos a los que se enfrentó su ópera prima novelística debido a la censura que imperaba en España, y que fue sorteada gracias "al esfuerzo sobrehumano" de su editor, Carlos Barral, quien sostuvo un año de arduas negociaciones para que la novela viera la luz.
"Habló con el ministro de Información, con intelectuales que estaban bien vistos por el régimen (franquista), como José María Valverde, para que hablaran bien de la obra... y yo también tuve que viajar a Madrid para mantener una conversación con el jefe de la censura", precisó el literato.
Vargas Llosa desgranó anécdotas de su entrevista con el censor como las reticencias de éste a que dijera que un coronel "era gordo, con el vientre como una ballena", ya que lo interpretó como una burla a la institución castrense, y, sin embargo, accedió a conservar la frase cambiando la palabra "ballena" por "cetáceo".
"Al final, sólo tuve que quitar ocho frases, que eran absurdas y disparatadas y, aun así, Barral las restituyó en la segunda edición", se ufanó.
El premio Nobel de Literatura de 2010, que bromeó diciendo que esta distinción es "una semana de cuento de hadas y un año de pesadilla", regresó del pasado para tratar temas de plena actualidad, como el futuro del libro, "un objeto emblemático de la civilización" que afronta una "gran incertidumbre".
"Mi esperanza es que el libro digital coexista con el de papel, y mi temor es que el libro escrito expresamente para las pantallas, no el transferido, sea muy diferente del tradicional, y que las pantallas hagan lo que la televisión ha hecho con sus contenidos: volverlos ligeros, leves, e incluso frívolos", subrayó.
También abordó la polémica sobre las caricaturas de Mahoma que han provocado disturbios en varias embajadas de países árabes, asegurando que "la libertad debería congeniarse con la buena educación", pero que, si hay que elegir entre las dos, "hay que escoger resueltamente la libertad".
"Es de mal gusto y ofensivo insultar a Mahoma, pero no es ilegal. Las sociedades democráticas han alcanzado el derecho de hablar con libertad de lo terreno y de lo ultraterreno. Lo que debería ser erradicado de las sociedades cultas es el insulto", concluyó.
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