Desigualdad de género en IA: La importancia de emparejar la cancha

Claudia López

"Avanzar en la incorporación de más mujeres en el desarrollo de la IA, y establecer procesos locales de evaluación de sesgos para los sistemas de IA, son pasos concretos para avanzar hacia una tecnología más justa", dice en la siguiente columna Claudia López, investigadora principal del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) y académica del Departamento de Informática de la Universidad Técnica Federico Santa Marìa (USM).


Según el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial, la participación de mujeres en IA y en áreas STEM es menor en Chile que el promedio mundial (17% versus el 26.8% global). Esto implica que gran parte de la tecnología que se está creando refleja, predominantemente con perspectivas masculinas, lo que minimiza o ignora perspectivas, problemáticas y experiencias propias de las mujeres.

Sin embargo, en nuestro país y en muchas de nuestras instituciones hemos avanzado en un aspecto esencial: reconocer la desigualdad de género como un problema que tiene efectos negativos en la calidad de nuestra ciencia y en nuestra capacidad de innovar. Bajo esa mirada, me ilusionan iniciativas como “Más Mujeres Científicas” del Ministerio de Educación, que está aumentando el número de estudiantes mujeres en carreras STEM, así como en las políticas de equidad de género impulsadas en centros de investigación como en el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), en donde reconocemos esto como un problema e implementamos medidas que nos ayuden a avanzar hacia soluciones concretas.

Mantener este compromiso con la igualdad y la necesidad de trabajar activamente para avanzar hacia ella es esencial, particularmente cuando las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión -e incluso el apoyo a la ciencia que trabaja estas problemáticas- son puestas en riesgo por nuevos liderazgos políticos en países como Argentina y Estados Unidos.

Desde nuestra propia experiencia nacional y regional, sabemos que convertirse en un actor relevante en el ecosistema global de la IA es un desafío cuesta arriba frente a potencias como el mismo Estados Unidos o China. Hay desigualdades estructurales que nos posicionan en un lugar periférico, desde donde tratar de competir de igual a igual resulta muy difícil, si es que no imposible.

Tengo esperanza en que esa posición en la que estamos como país fomente también la empatía con los desafíos que enfrentan las mujeres al intentar ser parte de las disciplinas STEM, donde la cancha sigue siendo muy dispareja. También en que, desde esa empatía, sigamos trabajando para emparejarla, haciendo de la IA un campo de desarrollo accesible para todas las personas independiente de su género.

Con la IA cada vez más inmersa en nuestras vidas, tenemos la oportunidad y el deber de asegurarnos de que las tecnologías se diseñen y utilicen en favor de toda la población. Hasta ahora, sabemos que la IA “hereda” los sesgos de género de nuestra sociedad, lo que se evidencia en los asistentes virtuales que cuentan con atributos “feminizados” diseñados para labores de servicio. También en la reproducción de prácticas discriminatorias debido a la omisión de vivencias de las mujeres en los datos, o al registro de sus antecedentes que representan sesgos históricos. Lo anterior, perpetua patrones que ponen a las mujeres en desventaja.

Avanzar en la incorporación de más mujeres en el desarrollo de la IA y establecer procesos locales de evaluación de sesgos para los sistemas de IA, como las recomendaciones propuestas en el documento internacional “Normas Globales para Auditorías”, desarrollado por un panel de expertos en diversas áreas del conocimiento, son pasos concretos para avanzar hacia una tecnología más justa. Si logramos tomar acciones decididas hoy, podremos evitar que la IA profundice desigualdades que consideramos inaceptables y, en cambio, convertirla en una herramienta para cerrar brechas en vez de aumentarlas.

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