Cristián Stewart (IdeaPaís): “Hay que moderar la expectativa con los expertos, no son garantía de neutralidad ni una bala de plata”
El director ejecutivo del centro de estudios valora el nuevo diseño que acordaron los partidos para este segundo proceso constituyente. "Me parece importante que esta vez se reconozca el rol de la técnica y que se la ponga en su debido lugar. En el proceso pasado se miró con mucho desdén, con mucho desprecio", afirma el abogado.
El director ejecutivo de IdeaPaís, Cristián Stewart, aborda el rol que tendrán los expertos en el nuevo proceso constituyente. El abogado y magíster en Políticas Públicas y Filosofía de las Ciencias de LSE lidera este centro de estudios que promueve ideas socialcristianas.
Junto con valorar el diseño pactado por los partidos en el Acuerdo por Chile, Stewart celebra el rol que tuvo Chile Vamos en esta etapa. “Este puede ser un punto de inflexión muy importante en la manera en que se hace política desde la centroderecha. Se ve una actitud muy poco común de tomar riesgos y de hacer política con un propósito fundamental que tiene que ver con disputar espacios de manera proactiva y no solo en el plano político coyuntural de la política electoral, sino que también en la dimensión cultural de las ideas”, dice.
¿Quedó conforme con el Acuerdo por Chile que firmaron los partidos?
Es un acuerdo que es funcional para tener una buena Constitución para Chile. No podemos olvidar que Chile ya dijo que quería una nueva Constitución y, en ese contexto, no porque haya fallado la Convención Constitucional vamos a estar condenados a cualquier fracaso de un proceso constituyente. Hay que aprender de los errores y el acuerdo toma nota de los errores que se vieron plasmados en el plebiscito del 4 de septiembre. En segundo lugar, yo distinguiría entre el acuerdo en cuanto acuerdo y el contenido del acuerdo.
¿En qué sentido esa distinción?
El acuerdo en cuanto a acuerdo nosotros lo celebramos, porque las partes se sentaron a la mesa inmediatamente después de haberse realizado el plebiscito. No hubo mayor discolaje, sin perjuicio de que, en más de una ocasión, los partidos les hablaron a sus bases, pero a lo largo de estos 100 días nadie se paró de la mesa. Eso fue positivo y participaron más partidos políticos que en el acuerdo del 15 de noviembre. Además, de alguna manera, se legitima el rol del Congreso Nacional en cuanto órgano democrático poseedor del poder constituyente derivado. También es positivo el acuerdo en cuanto a acuerdo, porque las partes cedieron y se pusieron de acuerdo en ciertos consensos que les permitieron estar suficientemente tranquilas. Eso es muy importante, porque de eso se trata la política. Este acuerdo recupera la política. De alguna manera se acaba una etapa para dar paso a otra y con esto se acaban también dos polos que para mí son igualmente dañinos, por un lado el inmovilismo crónico y por otro lado el octubrismo refundacional.
Respecto de la otra arista, del contenido del acuerdo, ¿qué balance hace?
Me parece importante que el sistema electoral que propone el acuerdo es uno que propicie menos fragmentación. Hoy día el sistema político está fagocitado y agotado por el nivel de fragmentación que tenemos. El acuerdo otorga escaños reservados a los pueblos indígenas, pero proporcionales a la participación efectiva, y eso es muy positivo, porque no distorsiona de manera exagerada la participación de los pueblos indígenas. También obliga a los independientes a participar dentro de los partidos políticos y eso es una señal de fortalecimiento de los partidos. La última parte positiva diría que es que se diseñó un proceso mixto con un órgano democrático.
¿Cree que el fracaso del proceso anterior fue por falta de expertos? Varios exconvencionales eran expertos.
Me parece importante que esta vez se reconozca el rol de la técnica y que se la ponga en su debido lugar. En el proceso pasado se miró con mucho desdén, con mucho desprecio a la técnica. Simplemente no hubo una preocupación del proceso respecto a esa implicancia y, por eso mismo, es importante que la técnica esté presente y que los expertos estén presentes, pero que se les ponga en su debido lugar, es decir, que si se les convoca en cuanto expertos, que actúen en cuanto a expertos y no en cuanto políticos. Por eso es muy importante que no tengan derecho a voto en las normas, sino que sean capaces de ofrecer un anteproyecto a partir de las 12 bases me parece perfecto, porque tiene que ver con la naturaleza de los expertos. Entonces hay que moderar la expectativa con los expertos, no son garantía de neutralidad ni una bala de plata, pero en cualquier caso es positivo que actúen en cuanto expertos y no en cuanto políticos.
Dice que los expertos no son neutrales, pero muchas veces el imaginario de las personas los identifica en esa línea. ¿Cómo lidiar con esas expectativas?
Nadie es neutral. El mero hecho de promover un cierto sistema político ya obedece a una visión política. Es importante hacer esa distinción. El día mañana, cuando veamos las discusiones, nos vamos a dar cuenta de que las personas tienen visiones políticas, pero por eso es importante que actúen en cuanto en la calidad qu,e se los invitó que es en cuanto conocedores de ciertas realidades.
¿Cómo podríamos definir a un experto? En la negociación, Cristián Warnken los llamó “sabios de la tribu”. Ahora los partidos acordaron ciertos requisitos, como 10 años de experiencia.
Son personas que tienen mayores probabilidades de llegar a juicios ciertos respecto de la discusión a la que se les convoca en una discusión constituyente. Son personas que, por lo mismo, tienen un mayor conocimiento epistémico de lo que es la expertiz en concreto, en este caso, de un proceso constituyente. Tienen que ser personas que sean expertas en lo que se les invita, que es a crear una nueva Constitución. Naturalmente va a haber abogados constitucionalistas, pero perfectamente puede haber cientistas políticos que sean expertos en la mayor cantidad de temas que tengan que ver con una Constitución. Es importante que no haya expertos específicos.
¿Cree que hay un riesgo en que terminen designando a sus militantes y que ellos se preocupen por los intereses del partido más que por su rol de experto?
De nuevo, yo creo que la neutralidad política no existe. Si un partido elige a una persona es porque existe algún nivel de comunión entre las ideas del partido y la persona que inviten a ser experto. Dicho eso, me parece que en la medida en que esté claro el perfil y los partidos sean responsables en poner personas que cumplan con ese perfil, es menos relevante si son militantes o no.
El próximo año será complejo, ¿de qué manera hacer compatible las urgencias sociales con una discusión constituyente?
Si no tenemos un marco constitucional robusto que no sea motivo de disputa nuevamente y que no sea fuente de divisiones, nunca vamos a tener propuestas de política pública de largo plazo que se hagan cargo de manera sustantiva de estos problemas sociales. Generar una nueva Constitución es una posibilidad para tener soluciones de largo plazo y que se hagan cargo de la urgencias sociales.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.