Cristóbal Bellolio: “La democracia chilena demostró ser resiliente”

Cristóbal Bellolio y su nuevo libro
El abogado y filósofo chileno Cristóbal Bellolio. Foto: María Eugenia Irarrázabal

El académico acaba de lanzar un nuevo libro, que lleva por título "La era del pesimismo democrático", donde desarrolla los factores que a menudo se citan para dar cuenta de la erosión de la democracia, con una mirada con matices. En esta entrevista aborda los desafíos de la democracia liberal y el populismo regional, con Bukele y Maduro a la cabeza.


El politólogo Cristóbal Bellolio quiso ponerle lupa a la crisis democrática global, y poner a prueba la idea de que vivimos en un peor momento. En su nuevo libro, La era del pesimismo democrático (Debate), va analizando uno a uno los factores que a menudo se citan para dar cuenta de la erosión de la democracia, para ofrecer una mirada particular y con matices sobre el futuro. “Es muy fácil hoy indignarse impostadamente por todo”, dice.

También abogado y filósofo, Bellolio es autor de varios libros, académico de la UAI, dirige la revista “Economía y política”, y está a punto de partir a dictar clases e investigar a la Universidad de Chicago, donde será profesor visitante durante un año. Su libro parte con una pregunta previa, ¿qué entendemos por democracia? “Porque generalmente apellidamos la democracia: democracia liberal, democracia agonista, democracia paritaria, democracia representativa, y muchas veces, cuando decimos que la democracia está en crisis, a lo que nos referimos es que el valor que proyecta ese apellido es el que no se está cumpliendo”.

La democracia liberal es a la que se alude, ¿no?

En el caso de la democracia liberal, generalmente nos quejamos porque fallaron el Estado de derecho, la separación de poderes, el debido proceso, los derechos humanos, los derechos individuales. Pero también podríamos tomar una definición más minimalista de la democracia. Esta es una propuesta del politólogo polaco Adam Przeworski, que dice, bueno, quizás deberíamos acordar algo un poquito más modesto: que (democracia) es sencillamente que los gobernados puedan elegir a sus gobernantes en elecciones libres y competitivas.

¿Pero eso no es descafeinar la democracia?

En política queremos muchas cosas buenas, pero no a todas le llamamos democracia. El análisis conceptual en teoría política nos sugiere ser precisos. En ese sentido, una noción lo más “apretada” posible de democracia se refiere a que los gobernados puedan escoger a los gobernantes. Eso no obsta a que podamos aspirar a que nuestros sistemas políticos también realicen otros valores. Que sea liberal, que sea feminista, que sea social, que sea radical, que sea directa, etc. Lo que yo planteo es que para evaluar si la democracia está en crisis hay que hacer esta distinción conceptual previa. En Latinoamérica, por ejemplo, se dice que está en crisis la democracia liberal, pero no necesariamente la democracia en un sentido minimalista. Esto será problemático para los liberales, pero no todos son liberales.

Cristóbal Bellolio y su nuevo libro
Cristóbal Bellolio. Foto: Yanira Tala

La visión de Przeworski por cierto implica que quienes pierdan la elección, lo reconozcan...

Por cierto, la democracia funciona con buenos perdedores. Si tú crees que eres el único que puede ejercer el poder, el único representante legítimo del pueblo y que los otros son la oligarquía o el fascismo o cualquier otra alternativa ilegítima, entonces tú de alguna manera ya estás anticipando que no vas a ser un muy buen perdedor. Y lo que está ocurriendo en Venezuela es un muy buen ejemplo. Yo diría que una diferencia entre Bukele y Maduro en ese sentido, por nombrar dos casos que se han citado de erosión democrática en nuestro continente, es que Bukele no es un demócrata liberal, así como Viktor Orban en Hungría no lo es, y ellos lo dicen de hecho, a veces, con orgullo: “¿Por qué todos tenemos que ser liberales? Si la gente me quiere reelegir a mí eternamente, los contrapesos que establece la Constitución no son más importantes que la voluntad del pueblo”. Eso es lo que diría un Bukele. Pero nadie duda de que el tipo ganó con un 70 o 80 por ciento de los votos. El caso de Maduro es distinto. Desde el día uno dice: yo considero que la oposición es ilegítima. En el caso venezolano, probablemente a diferencia del caso de El Salvador, nosotros ya no es que tengamos que fijarnos si es un apellido en particular de la democracia el que no se está verificando, sino que sencillamente estamos hablando de un régimen que no es democrático.

“Boric ha crecido mucho”

Bellolio revisa en cada capítulo las causas citadas para la erosión democrática: populismo, polarización, redes sociales, apelación a la identidad, derrumbe de sistemas de partidos tradicionales, entre otras. Pero también alerta sobre un “nuevo elefante blanco” que tensionará a la democracia: la crisis climática.

“Yo creo que esa va a ser la nueva rebeldía plebeya de los populistas en el futuro, la idea de acusar a una élite verde que ya fue capaz de satisfacer sus necesidades materiales y que hoy día le pide al mundo que haga sacrificios, que abandone la fiesta del consumo, cuando esas mismas élites fueron las que, de alguna manera, profitaron de esa economía carbonizada. Creo que en el futuro va a haber una combinación entre lo que yo llamo un populismo libertario, es decir, una acusación a las élites de estar imponiéndonos una agenda punitiva, castigadora, a los que comen carne, a los que usan el auto y a los que andan en avión, a los que tienen muchos hijos, de alguna manera. Y creo que se mezcla con la narrativa libertaria en el sentido de que si hacemos caso a esta agenda verde que viene de las élites, son las clases medias y trabajadoras las que van a tener que renunciar a una expectativa de consumo que de alguna manera define su estatus. Chile es un buen ejemplo, las familias sienten que han ido progresando social y económicamente en la medida en que acceden a ciertos bienes y servicios que antes solamente estaban reservados para las élites. Entonces va a ser complicado cuando tengas que pedirles a esos grupos hacer sacrificios. Me da la impresión de que justamente porque es electoralmente rentable, los liderazgos populistas van a apelar probablemente a bajarle el dramatismo a la crisis climática”.

En Chile, ¿quiénes estarían en esa línea, con matices más, matices menos?

Me extrañaría que el Partido Republicano no navegara estas aguas. He escuchado al diputado Kaiser con un cierto escepticismo científico respecto del proceso de vacunación. Lo deslizó a propósito de la muerte de los conscriptos, que dijo que quizás las vacunas del Covid los habían dejado más débiles. Y días después el diputado Urruticoechea mencionó en la Cámara de Diputados, en una sesión oficial, que el cambio climático era una construcción, una mentira, porque el clima había cambiado siempre, el clásico argumento que uno escucha en ese sentido. Hoy día es una narrativa que despliega Vox en España, que despliega la AFD en Alemania y que despliega el partido de Marine Le Pen en Francia. Que desplegó Bolsonaro, que acuérdate que apenas llegó al poder le quitó la sede a la COP 25 diciendo que esto era un complot marxista... Lo ocupa Trump. Por lo tanto, sería raro que nuestra nueva derecha populista radical -como se le llama académicamente, no quiero ser peyorativo-, sería raro que no profitara también de este repertorio. Así como inventó de un día para otro el tema de la anticorrección política, que también es un artefacto importado, me extrañaría que no se importara este otro.

Libro de Cristóbal Bellolio
El nuevo libro del académico chileno Cristóbal Bellolio.

Respecto a los debates de la derecha tradicional en el mundo y en Chile, ¿qué debería hacer Evelyn Matthei? ¿Mantener la transversalidad que tiene como alcaldesa, o parecerse a posturas más duras del Partido Republicano?

Yo creo que quizás hoy día no es tan fácil ver las virtudes de Evelyn Matthei en un escenario polarizado. Pero la pregunta es qué tan importante van a ser esas virtudes en segunda vuelta. El gran problema que tuvo Kast, tanto en la elección de segunda vuelta con Boric como en el Consejo Constituyente que propuso la propuesta el 17 de diciembre, es que pareciera tener un techo, pareciera tener mucha resistencia. La gente, como se dice hoy día en la literatura de la identidad pospartisana o identidad negativa, no vota a favor de alguien sino contra el que detesta. Entonces es una buena pregunta saber, y yo creo que el círculo Kast se la hace: ¿qué hacemos para revertir ese voto en contra que tenemos, que parece hoy día definir la identidad de mucha gente? La gente no se define: soy del Frente Amplio. La gente dice: yo soy anti-Kast. Especialmente en el caso de mujeres y mujeres jóvenes. Entonces me da la impresión de que Evelyn tiene en ese sentido una ventaja, no tiene ese problema. Es capaz de persuadir o seducir a un mundo más cercano al centro, que es donde finalmente podría decidirse la elección. Ahora eso es toda una discusión, pero asumiendo que es cierto, creo que Evelyn todavía hoy día tiene la primera opción. Primero, porque en Chile, salvo el caso de Boric, todas las otras elecciones presidenciales que tuvimos fueron predecibles. El que punteaba 18 meses antes ganaba la elección.

Pero en la elección pasada, los que iban a esta altura en la primera opción eran los alcaldes Lavín y Jadue…

Entonces la pregunta es, ¿lo que ocurrió en la última es una excepción a la regla y ahora retomamos la regla, o es la nueva normalidad? Dejo la pregunta planteada. Segundo, me parece que en Latinoamérica, salvo fraudes electorales o casos extraños como el de Bukele, hay un ciclo oposicionista, como se dice. No es que vayamos todos para la derecha o para la izquierda, es que el que tiene no mantiene. Tercer lugar, como decía, la habilidad que tiene Evelyn para detener la sangría que ha experimentado la derecha en mujeres y mujeres jóvenes. Y también que tiene la capacidad de representar distintos paladares y sensibilidades ideológicas en la derecha. Así como Michelle Bachelet lo hace con su sector. Creo que fue Daniel Matamala quien decía en 2013: hay una Michelle para todos los gustos.

¿Y Matthei debiera mantener esa diferencia respecto de José Antonio Kast o asimilarse más?

Me parece que siempre va a estar tironeada en ese sentido. La asimilación podría en un momento ser útil para reducir el espacio de crecimiento de tu adversario, cierto, pero la pregunta es si después vas a quedar casada por una retórica que va a ser perjudicial en segunda vuelta. No lo sé. Yo no soy el estratega electoral de la derecha. Pero a propósito del contexto del pesimismo democrático, me parece que si el día de mañana nosotros llegamos a tener una segunda vuelta entre Matthei y Tohá, por poner un ejemplo, Chile va a ser un caso de optimismo democrático en vez de pesimismo democrático. Hubo un momento en que las élites empresariales -y quizás por razones más generacionales que sociales, porque el Frente Amplio no es que venga del mundo de los sindicatos- pensaron que la llegada de Boric al poder era la llegada a Chile del Grupo de Puebla, con el Foro de Sao Paulo. Pero yo creo que hoy día, mirándolo nuevamente en perspectiva, uno podría decir que la democracia chilena no solamente fue capaz de zafar del momento más difícil que tuvo, en el estallido, sino que yo creo que hoy es cierto que hemos estabilizado el panorama, al menos en la dimensión política. No sé cuánto habrá contribuido a eso que el proceso constitucional haya terminado en tablas, sin ninguno dramáticamente vencido. El primer proceso le decía a la derecha: esta derrota la van a sentir muchos años. Y el segundo le decía a la izquierda: les vamos a propinar una derrota con una Constitución más dura que la de Pinochet, la van a sentir. El hecho de que ninguna de las dos amenazas se haya cumplido de alguna manera pacificó el clima político.

¿Y respecto de la democracia chilena?

Respecto de las cosas que importan, si vamos a evaluar la democracia liberal -separación de poderes, Estado de derecho-, el Presidente Boric ha tenido que comerse derrotas humillantes para la izquierda, pero no ha sido un Presidente que se ha llevado la pelota para la casa sino, por el contrario, que ha demostrado impecables credenciales democráticas. Así es que, aunque usualmente el pasto es más verde en el patio del vecino, yo creo que en este ámbito no lo es. La democracia chilena ha demostrado resiliencia… Así que cuando Boric le pase la banda presidencial a alguien, sea de su sector o del otro, como Evelyn Matthei, por ejemplo, u otro, vamos a poder decir que Chile navegó y aguantó el chaparrón del descontento y el malestar más profundo, y seguimos nuestra continuidad democrática.

¿Le ve aprendizaje al Presidente Boric?

Sí, por cierto. Para mí Boric ha mostrado madurez al ser capaz de entender que gobernar es llevar el buque a puerto, aunque ese puerto no sea necesariamente el que originalmente habías estipulado. Él pierde el 4S -no él, pero el proyecto frenteamplista estaba en juego ahí-, él interpreta eso, y llama a su gabinete político a la hija política de Lagos y a la hija política de Bachelet, que son Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte. Algo muy simbólico, de una generación que también en este tiempo se reconcilia generacionalmente con sus hermanos mayores. Ellos (la generación de Tohá, Elizalde, otros) habían sido como el jamón del sándwich, sus hermanos chicos los acusaban de ser demasiado complacientes con sus padres, con la vacilación de sus padres a la hora de desmontar la institucionalidad de Pinochet. Y pareciera que esa tensión generacional se ha ido resolviendo en este gobierno. Creo que el Presidente Boric ha crecido muchísimo. Yo hoy día lo considero un estadista. Y a propósito también de sus incursiones internacionales, creo que nos prestigia en la tradición de los presidentes que entienden que su rol no es ser el jefe de la barra que los eligió, sino de todos los chilenos.

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