Francisco Soto, vicedecano de Derecho U. Chile: “El gran legado del proceso constituyente chileno es la participación ciudadana”


FRANCISCO SOTO, VICEDECANO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
MARIO TELLEZ / LA TERCERA

El excomisionado experto identifica una paradoja: los dos procesos constitucionales fracasados desarrollaron mecanismos de participación exitosos. Tanto así, que sugiere que son un referente para cualquier proceso de esa naturaleza que surja en el mundo. Y también un factor al que debería poner atención el Congreso Nacional.


Aunque fallidos, el vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Francisco Soto, rescata un factor de los dos procesos constitucionales, el de la Convención y el del Consejo, desarrollados en el país en los últimos años: los mecanismos de participación ciudadana.

La experiencia -de la que fue actor privilegiado como experto- le pareció tan enriquecedora que el 5 de agosto presentará junto a Orestes Suárez, el libro La iniciativa popular de norma en Chile: ¿Un trasplante normativo?, que recoge más de 30 experiencias internacionales sobre esta materia y analiza en detalle el caso chileno. Para Soto, quien integró la secretaría técnica de participación de la disuelta Convención, hoy cae “de cajón” que el Congreso pueda recoger esta experiencia.


FRANCISCO SOTO, VICEDECANO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿Cuál es el aporte al sistema político de una iniciativa popular de norma?

Existe una crisis de la democracia representativa, y en particular en el proceso de deliberación parlamentaria. Está en crisis en Latinoamérica, que es la región del mundo donde más se cuestiona la labor parlamentaria. Y dentro de Latinoamérica, donde más está en crisis, es en Chile. Este es un mecanismo que busca mayor diálogo entre la ciudadanía y los parlamentarios en el proceso de formación de la ley. Tiene la particularidad de que introduce en muchas partes a los ciudadanos en el debate parlamentario, cosa que en Chile nunca ha operado.

¿Por qué no logra salir a flote la iniciativa popular?

El país es particularmente conservador en este tipo de materias. Nuestro sistema de discusión de la ley es básicamente el mismo que viene regulado desde 1828. Han existido muy pocos cambios y, por lo mismo, es muy relevante valorar el proceso que se hizo en los fallidos procesos constituyentes.

¿Cuál diría que es el mayor aporte de la experiencia chilena a la conversación sobre la participación ciudadana?

Es el primer caso en el mundo donde se llevan los estándares de una iniciativa popular de ley a un proceso constituyente. Lo otro que también impacta es cómo se desarrollaron las iniciativas populares de ley, ya que todo el proceso se desarrolló a través de plataformas de internet. Eso es inédito. Uno podía no solamente revisar la propuesta, sino acompañarla en todas sus etapas. Eso activa la participación de muchas personas, y da un desafío a las legislaciones y a los países en el mundo que incorporan la iniciativa popular de ley.

Evidentemente la tecnología tuvo un rol importante. La gente incluso compartía las iniciativas en redes sociales...

Claro. En un periodo muy breve se desarrollaron cientos de iniciativas y participó más de un millón de personas. Ese grado cuantitativo yo creo que lo generó la incorporación de mecanismos digitales.

¿Qué tan exitosa cree que fue la participación ciudadana en los procesos constituyentes?

Fue una experiencia muy exitosa. Pero aquí se da la paradoja de que Chile desarrolló las experiencias más exitosas de participación y es el único caso en el mundo en que fracasaron los dos procesos constituyentes. Lo que eso quiere decir es que hay que acotar el sentido y el realce que tienen estos mecanismos en los procesos.

¿En qué sentido?

No van a legitimar un proceso por mucho que se incorporen buenos procesos de participación. En Chile yo creo que funcionó bien y, además, se generaron cosas muy virtuosas. Yo participé en la ley de participación que se aprobó en 2011 y de ahí vengo estudiando y desarrollando estos temas. La derecha era muy crítica en incorporar mecanismos de participación. Y pude ver que en la comisión experta del Consejo logramos un acuerdo muy amplio y transversal. Incluso tengo la impresión de que los republicanos se hicieron parte, porque este fue de los capítulos menos modificados de todo el texto que presentamos a discusión.


FRANCISCO SOTO, VICEDECANO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿Cómo interpreta la paradoja que menciona?

Muchas veces se culpan de un sector a otro y hay mucho voluntarismo. La derecha culpa la ceguera de la Convención y la izquierda culpa la ceguera de los republicanos en el otro proceso. El que se haya generado que minorías controlen una asamblea afectó duramente la deliberación. Y por más que tú intervengas con mecanismos participativos, si tienes una asamblea que no quiere deliberar y quiere imponer una agenda, el resultado termina siendo lo que sucedió.

¿Ayudó la experiencia de los procesos constituyentes a que la participación termine de cuajar en la ciudadanía y la clase política?

Yo creo que la participación ciudadana es el gran legado del proceso constituyente chileno para el mundo. Es muy difícil que un proceso constituyente se realice en el mundo si no recurre a los mecanismos que se desarrollaron en Chile a nivel de participación.

¿Es factible que el Congreso pueda implementar una iniciativa de este tipo?

Está de cajón. Hoy día somos el país que tiene la peor percepción del mundo de la labor de los parlamentos. Es prioritario restablecer el vínculo con la ciudadanía a través de mecanismos de participación. Creo que en la comisión experta hicimos un gran avance en propuestas concretas sobre esta materia.

¿Por qué cree que cuesta tanto incorporar procesos participativos en el sistema político?

Porque tenemos una tradición que entiende que los partidos políticos, su única labor, es elegir representantes. Hoy día los partidos políticos deben conectarse directamente con la ciudadanía, y los mecanismos permiten que eso tenga una trascendencia institucional.

¿Identifica que la experiencia constitucional evidenció algunas debilidades? Uno podría pensar, al ver algunas iniciativas que se presentaron y que reunieron las firmas, que respondían a grupos un poco partisanos...

Mi impresión es que el que sean iniciativas partisanas no sería un problema, porque justamente los representantes deben rescatar lo positivo o negativo de una iniciativa. Pero hay cosas que se pueden mejorar. En Austria se hace una discusión particular de las iniciativas y no se vinculan necesariamente a las iniciativas de discusión que presentan los propios parlamentarios. Tienen un procedimiento más expedito y concreto. E incorporan a los promotores que presentan la iniciativa, que es algo que ocurre prácticamente en todo el mundo. En el proceso que se hizo en Chile, el trabajo de los promotores terminaba una vez que se aprobaba la iniciativa para su discusión por los representantes. Entonces, quedó en la opacidad cómo se integraron o no las iniciativas a los textos definitivos.

¿Ayudaría también elevar el número de firmas necesarias para que una iniciativa sea válida?

Eso está estudiado en el mundo y tiende a ser como un 1% el padrón electoral en todas partes. Creo que ese es un mecanismo que ya está más que testeado en los más de cien años que tiene la institución. Las 15 mil firmas que eran necesarias en el primer proceso constituyente era bajo, pero también fue algo que motivó la activación de estos mecanismos.


FRANCISCO SOTO, VICEDECANO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿No es un riesgo la frustración que podría provocar el hecho de que las iniciativas populares sean rechazadas?

Es un riesgo. Pero, por lo mismo, lo relevante no es que se aprueben o se rechacen, sino la discusión racional que se genera en torno a la propuesta que la gente hace. La experiencia comparada muestra que si la discusión es profunda, consistente, por mucho que su mecanismo no sea incorporado, ellos se quedan satisfechos con la conversación, con el debate y con la fórmula más racional que se opta.

¿Hay temas que son los que principalmente convocan a la ciudadanía? Al menos en Chile.

Sí, se levantaron muchos temas. Eso también es un tema de investigación y de debate, porque en general en el mundo se piensa que son los parlamentarios o los representantes o los partidos políticos los que activan la participación de los ciudadanos y los ciudadanos no tienen una posición autónoma de la élite política. Lo que demuestra esta experiencia es que esto no es así, que debates que se levantaron en el tema de cuidados, animalistas o temas medioambientales que no necesariamente los rescatan los sectores políticos.

Gracias al voto obligatorio, son más los ciudadanos que han tenido la experiencia de votar. ¿Cree que eso ha ayudado a que hoy la ciudadanía está más abierta a participar voluntariamente?

Eso es algo que se tiene que ir investigando. La mayoría de los estudios que se hacen sobre procesos constituyentes dicen que aumenta la formación cívica de los ciudadanos al generar procesos participativos que levanten temas emergentes. En Chile tenemos la impresión de que los procesos constituyentes terminaron generando un gran fastidio en la ciudadanía. Entonces, en la medida en que pase el tiempo, vamos a ir viendo si estos temas, los que se levantaron en el proceso constituyente, van a tener proyecciones o van a quedar un poco en el pasado.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.